miércoles, 11 de noviembre de 2009

CIUDAD DE NADIE




Foto y entrevista, Nelson Simón
en revista Cubahora.
http://www.cubahora.cu/index.php?tpl=principal/ver-noticias/ver-not_cult.tpl.html&newsid_obj_id=1033936
….un animal extraño
que siempre me visita y me sorprende.
Delfín Prats.
( cita tomada del poema de Nelson Simón
UN ANIMAL EXTRAÑO. Libro, Ciudad de Nadie).




Nelson Simón no solo es un poeta versátil y culto, es además un hombre sencillo. Lo conocí en mi pueblo, en uno de aquellos encuentros literarios. Esa tarde estaban también, un grupo generacional de los 80, que para un emergente de la poesía en ese entonces, debió ser un banquete. Era una época de una rebeldía que algunas veces escuché en broma decir: "rebeldía barroca", también estaba de moda por la crítica, hablar de los lezamianos, o post lezamianos, en aquel entonces no entendía si el cálificativo era un elogio, o pertenecía a esa marca que excluye lo culto de lo popular. Por suerte, del grupo de escritores del que me rodeaba al centro de Cuba, no padecían sino de sencillez y solidaridad, siempre dispuestos a escucharte, a la recomendación de una buena lectura y creo que aprendí mucho con ellos. Nelson Simón, no fue diferente esa tarde, y los poemas que leyó demostraban un ser humano inconforme, alguien que tenía una mirada crítica y con una capacidad de asombrarnos, en la forma de decir de sus versos, y en la elocuencia de sus diálogos, de un joven que no estaba amedrentado por sus circunstancias por muy existenciales que fueran, creo que su voz empírica, tenía que ver mucho con lo que vivía, y lo más luminoso para mí, era su ímpetu, como la fuerza de un manantial bajo la tierra que brota y se nos aparece, que nos trae purezas donde reinaba quizás un aire turbio, no de la mano del grupo generacional, sino de la incomprensión y rebeldía de aquellas tardes, de esa época que aún me parece palpita. El poeta, estaba destinado a algo más grande, algo que no cabía aún en su propio cuerpo poético, y era la marca de volar con un trazado sobre una ruta y en una época, difícil también por las muchas voces importantes que de su generación lo rodeaban, luego lo pudimos comprobar, un poeta distinto, desde su voz y estilo hasta la naturaleza de no perderse de esa sencillez que agranda a los seres humanos, cautiva porque es perenne, sublime, y porque sigue siendo culta sin dejar de ser de pueblo, de adentro, como una historia donde muchos puedan mirarse como ante un espejo.

Juan Carlos Recio/ NY/ 11 de Noviembre del 2009.
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ALICIA EN EL PAIS DE LAS MARAVILLAS.

Alicia, la historia es un caracol que siempre vuelve,
que siempre está llegando a tus pies
con esa fina espuma que tejen los más largos inviernos.
Estamos ebrios de soledad detrás de los retratos;
el hilo de los días se enreda en ti creyéndote un ovillo
y eres una muchacha abandonada,
terriblemente abandonada en estas calles.
Al final del camino nunca estuvo la casa brindándote
calor,
al final del camino te aguardan los cuervos,
tú eras un pedacito de agua en el espejo de sus ojos
y ellos apetecían tus pupilas desde lejos,
construían, rama a rama,
un nido entre tus ojos para hacerte olvidar
el mundo la oscuridad la falsa hoguera.

Las fieras se cansan cuando giran alrededor de tu cabeza,
deja de creer que la ciudad existe,
la ciudad es un bosque de nombres y prejuicios;
no hay luces porque no hay pasos,
porque nadie puede tener las orejas tan blancas
ni puede retener la felicidad
como un cuento quemándote las manos.

La felicidad la felicidad.
La felicidad no se vende en los mercados,
es un solo de violín y el viento sopla.
Anciano es el viento cuando cruza la tierra,
Agorero es el viento cuando nos va agrupando.
Tú no lo sabes tú no lo sabes.
Eres la bailarina que danza en el hielo de la rosa,
tu pie es impalpable remolino sobre el polvo,
sueñas que la estación de las aves se desnuda
y eres descubierta mientras sueñas
y eres descubierta mientras danzas,
eres descubierta.
Los conejos han ido a romperse bajo el silencio de la
brújula;

el mar, parece amigo
pero se roba los caminos.
Olvida los cuervos olvida la ciudad
(bosque rugiendo en altos aposentos).
Olvida los conejos soy el loco;
he dormido en la manga de cualquier vagabundo,
he dejado mi inocencia en mis canciones.

Alicia, muchacha que se extravió con las barajas;
como un farol alzo mi corazón,
cómplice farol en tu lluvia de sombras. Mira la luna,
la luna es un barco
y siempre está flotando sobre muchachas solas;
después que el cielo la muerda,
ella tocará como una flauta
y volverá a ser redonda. Olvida la ciudad,
los relojes del mundo se detienen,
el mundo es una suerte de siluetas,
un caballo atravesado por la noche.
Olvida la mala música de los cuervos
El pasado se dibujó en mis sueños.
Desde las Pléyades volveré
y esta isla será la maravilla.
Alicia, si aún crees en la fiebre del tiempo,
apréndete la luna.



CARTOMANTICA.


Van a reconocerte en el humo,
en los vitrales del fondo de mi casa,
bajo la fina hierba donde se tienden
los amigos, los bisontes del miedo
y los falsificadores.
Recortan el paisaje, bosques
que enturbian sus miradas.
Huelen a zumo de naranja, a corazón
subastado en el salitre vergonzoso de los puertos.
Para que no cruces la línea que dibujan
es que improvisan esa música,
las cabezas rodando __aceitunas de luz
al alcance de todos.
No vamos a estar así, ocultos y distantes
toda una larga vida.
No cesará el acoso ni el débil fogonazo.
Los que al cielo lanzaron sus imanes
van a querer cogernos con los dedos tejidos.
Salir a los balcones mientras giran los peces
puede ser peligroso.
Asomarse al espejo es como extraviar
en un día de lluvia la inocencia
y en la otra orilla
ya se están lavando
las últimas casas del invierno.
van a predecir tus acrobacias,
tu perfil insinuado por la luna.
Pero a pesar de todo siempre habrá laberintos
alimentando el fuego y el desvelo de los desconocidos,
habrá ángeles y demonios
trazando con alcohol
las líneas de tu mano.


A LA LUZ DE UN QUINQUE CUENTO LA HISTORIA.


Yo era feliz como los violoncelos donde el trigo demora
y cortaba los frutos que crecían silvestres a mi vera
cierto que el arquero tenía entre ojo y ojo mi cabeza
desnuda
cierto que ya me olvidaba de soñar
dibujar los camellos que saliendo de agosto
se perdían sin el humo violeta del abuelo.
Y corría del neblinoso invierno a los irregulares
contornos del otoño
arañando a la tela de los ríos
no me hallaba en el agua
el agua se escapaba de mis manos y la casa zumbaba
tan cargada de abejas a mi espalda
sus patios se estiraban hasta tocar las playas
saturadas por el aceite de los adolescentes
pero era feliz entonces
al ignorar que las estaciones se sucedían
más allá de la copa de los árboles.

Nos cansamos mil veces de aquel tiempo y volvíamos
vestidos de blanco para el casamiento
descubiertos por la fiebre de Eros y la luna
ciega en aquellos días.
Volvíamos al rincón a contarnos los dedos embarrados
de hollín
a mirar cómo los recuerdos eran viejos barcos
que amenazaban hundirse al fondo del ropero.
Nada podíamos remediar frente a esas lejanías
era bueno no hacerse preguntas
vivir de la aventura entre insípidos aventureros
y pegar el rostro a los cristales en las tardes de lluvia.

Era hermoso andar entre la gente por no saberse solo
inventarse aviones de cartón para salir del mundo
barrocas catedrales con la espuma de la cerveza
recorrer el puerto y una vez en el fondo de la jarra
encontrar esa larga necesidad de olvidar los nombres
y los jueces que desde adentro
atisban severos nuestras grietas.

Yo era feliz entonces pudriéndome en la ciudad amurallada
ponía la cabeza donde acaban las lanzas
que forjan con prisa los arqueros
mi casa estaba mustia
muy llena de sombras y de bayas amargas se perdía mi casa.
Yo era feliz entonces pero salté los muros
buscando conocer la intermitencia de las estaciones
y ahora mientras el viento golpea mi sombra
espero que aparezca la canción alta en los bosques elevados
y dejo para mañana la posible sorpresa de encontrar
la luz la alucinada luz
donde poder soñar con mi locura
cuando el año no alcanza para más.
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Poemas tomados del libro, Ciudad de nadie, de Nelson Simón (Pinar del Río 1965)
Poeta, editor y escritor para niños. Director de la Editorial Cauce, de la UNEAC, Pinar del Río.
Dos veces ganador del Premio Nacional de la Crítica por: A la sombra de los muchacjos en flor
( Premio Julián del Casal de Poesía; Ed. Unión, 2001) y Brujas, hechizos y otros disparates(cuentos para niños, Premio Oriente, 2006)

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4 comentarios:

George Riveron dijo...

Siempre he admirado la obra literaria de Nelson. Es profunda y sincera. Como amigo es excelente, en las buenas y en las malas.

Juan C Recio dijo...

Es una persona incríble y lo que más conozco de su persona llega de su poesía, creo que el se ve en ella.

Carlos Pintado dijo...

Yo siempre digo que en mi principio está Nelson Simón, el poeta, el amigo. A él le debo (aunque él lo niegue mil veces desde esa humildad suya, parte de lo que soy). Yo tendré que afirmarlo mil veces más que él. Gracias, Recio, por poner esos versos que me devuelven al adolescente que fui. Y a Nelson, ya él sabe lo mucho que lo quiero.

arrabalpoético dijo...

Gracias Juan Carlos por acercarme a esta magnífica poesía.