sábado, 26 de febrero de 2011

Diálogo


Me gusta mucho que la lectura nos lleve a imaginar sobre lo que cuentan, que no sea letra muerta y que uno respire con el creador, sea por sus postales de la memoria, sus descripciones, los personajes o personas que lo representen. Pero es curioso cuando esto ocurre por la forma que el escritor escoge para dialogar, cuando es breve y contundente y nos atrapa con lo que dice. Filosofar o retratarnos desde esa existencia que cuestiona su origen, tal vez reafirme al menos su búsqueda, no es lo más díficil dentro de un estilo que no es ni por asomo de quien no domina su discurso, al contrario, lo maneja muy acertado, es la carta con la que nos comunica sus estados de ánimo y también, alejado de la euforia con la que en nuestros días abundan los escritos que van del rídiculo al escándalo en su propia pasarela, Anesio, no padece en su viñetas de rebuscar asombrarnos, el cuenta, habla consigo en alta voz y consigue que le prestemos la debida atención y que pensemos en lo que él piensa y cómo lo piensa. Tal vez por eso lo vuelvo a sentar en el aire, con la seguridad de que puedan pasar ante su espejo:



Juan Carlos Recio
NY/ Febrero 26 del 2011

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L
as teclas de marfil de la escala diatónica fueron reemplazadas por los grisáceos pliegues de las rocas. Rocas con exfoliaciones precisas y texturas sedosas; cristales de disímiles formas, minerales multicolores como gemas; fósiles que relatan su propia historia…, y luego valles, montañas, volcanes, cordilleras, glaciares, Pangaea, continentes -en fin, La Tierra- me han hechizado con distinto placer. Ya no es el mismo adolescente de once años, que estuvo una vez petrificado detrás de los setos, para escuchar… Primero fue Mozart, Beethoven, Chopin. Ahora está parado firmemente, como adulto, sobre una escarpada colina que explora, tratando de alcanzar la cúspide, el conocimiento de todo cuanto yace bajo sus piés; domeñarlo todo, develar los arcanos de la ciencia. Toda la verdad, a él revelada. Ahora es Charles Lyell, padre de la geología, el que ocupa mis pensamientos. Se agacha tranquilamente, y toma una roca en sus manos. Trata de discernir su origen, su naturaleza, su historia. Toma la piqueta de su cartera de geólogo y quiebra la roca a la mitad. Lyell, Hutton, Cuvier, Darwin. Lo que él ve… con la pequeña lupa… rayando la roca con la tenaz cuchilla de acero… vertiendo unas gotas de ácido… esperando por la reacción química… Sabe que está en un preciso punto de la Tierra, en un preciso punto de su Mapa, que su Brújula reafirma. La irrupción del asombro. Abstracción. Silencio. Deposita la muestra, cual botín preciado, en una bolsa; continúa su itinerario, sus pasos marcan la línea, recta, por tantas millas bajo el sol, a veces bajo la lluvia, que siempre evoca los días de la niñez, y sonríe. Todo cuanto observa lo anota en su libreta de campo; todo lo dibuja a mano alzada, con rigor, como corresponde. Intuición. Pasión por lo preciso. Imaginación. La poética de la ciencia. En el centro de otra roca, encuentra un fósil emblemático. Otra verdad, testigo, otra evidencia del pasado, pensó. Parte una tercera, una cuarta, una quinta… Nada es fortuíto. Las Leyes. La disposición de las capas, los estratos, rememoran el papel pautado, las claves, el tiempo, el compás, las notas, los silencios, los acordes, la armonía de una partitura. El presente es la clave del pasado, dijo Charles Lyell. Una sexta, una séptima, una octava, etcétera. El presente es el presente es la clave el presente del pasado. El presente es la clave.

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Datos del autor:






Felix Anesio, escritor cubano, residente en Miami. Nacio el 26 de Abril, 1950, en Guantanamo. Ingeniero de profesion, comienza su vida literaria activa en el año 2000, donde le publican una cronica titulada "Una Ciudad Cinematografica", en la revista "Alba", de la iglesia catolica. En el año 2009, publico el libro de cuentos y vinetas "Cronicas Aldeanas", cuya primera edicion ya esta practicamente agotada, estando a la venta en la Libreria Universal, y en Zu Galeria. Este libro forma parte del fondo Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami, y esta tambien en la Main Library de Dade-County, asi como en otras bibliotecas. La edicion en ingles de este libro (escrito simultaneamente) sera editada en Mayo, 2010. Tiene una novela en preparacion para el verano de este año.
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Pulse en el siguiente link para leer más sobre Crónicas Aldeanas.

martes, 22 de febrero de 2011

RENÉ O LA MAGIA DE LA FABULACIÓN


Por Dulcila Cañizares


René Batista Moreno (Camajuaní, 1941-2010) fue un seguidor y fiel amigo de Samuel Feijóo, infatiglable investigador del folclor campesino. Pero René, con su olfato guajiro, sabía con certeza hacia dónde enrumbar sus pasos, ya que, además, conocía la zona de Camajuaní, Vueltas, Remedios y los alrededores desde pequeño.
Comenzó sus andanzas en octubre de 1963 hasta marzo de 2003, no sólo en la antigua provincia de Las Villas, sino también en alejadas provincias de las regiones occidentales y orientales. Iba, con una libreta escolar en el bolsillo trasero del pantalón, un bolígrafo o un lápiz y su inseparable gorrita en la cabeza, lomas arriba y abajo, por trillos y senderitos, sin que le importara que de pronto irrumpiera un insolente aguacero, pues él continuaba su ruta hasta donde sabía que iba a encontrar cuentos, fábulas, leyendas, refranes, acertijos y de cuanto puede inventar la imaginación humana.
Así fue escribiendo en innumerables libretas y, pasado el tiempo, comenzó su etapa de iniciarse como escritor. Pero no le bastaron a René sus oficios de investigador y escritor, sino que, años después del fallecimiento de Feijóo, asumió el cargo de editor de la revista Signos, fundada por Samuel, y le infundió el perfil feijoseano de sus inicios.
Desde pequeño, según confesaba, le encantaban y atemorizaban los cuentos que el abuelo contaba en las noches campesinas, a la luz de un quinqué, sentados en bancos y taburetes, mientras los cocuyos cruzaban con su luz cerca del portal y los mosquitos los atacaban con ferocidad. Entre manotazo y manotazo y el terror que sentía aquel niño, comenzaron sus inquietudes por conocer las fabulaciones campesinas. Años después, conversar con René era no saber qué eran la realidad y cuáles sus invenciones. Sus amigos tuvimos la oportunidad de disfrutar sus exageraciones y reír a carcajadas con su persistente e inagotable imaginación. Suponemos que en La fiesta del tocororo también haya incluido alguna de sus acostumbradas quimeras, siempre dislocadas y deliciosas...
Este bestiario cubano, cuyo origen, según su autor, fue Cuentos de guajiros para pasar la noche, es nuestra mitología, que la oralidad ha ido enriqueciendo y rescatando. Según sus palabras: «Tenemos un bestiario sano, humildísimo, creado por una imaginación igual. Y adquirido, casi en su totalidad, en entrevistas realizadas por zonas campesinas». Pero en la actualidad, por la emigración campesina hacia pueblos y ciudades, hay que buscar nuestro folclor campesino también en las zonas urbanas.
Para lograr esta obra, Batista Moreno utilizó, aparte de algunos mitos de Cuentos de guajiros..., seis leyendas aborígenes, treinta de Remedios, ochenta y nueve de diversas regiones del país y veintiséis obras de autores cubanos y extranjeros, para un total de ciento veinticinco bestias imaginarias, que dieron lugar a esta memoria folclórica rica, interesante y en su mayoría desconocida. Comenzó con El Diario de navegación, de Cristóbal Colón, y también encontró algunas de «...las primeras bestias autóctonas, [...] en las obras de los frailes Bartolomé de Las Casas, Guadalupe de Santiesteban, Ramón Pané. Pero de esas etapas del llamado descubrimiento y la colonización, hemos podido salvar pocas», según señaló el propio autor.
Si importancia tiene la recopilación del bestiario cubano, trascendental es la interesante evidencia de topónimos aborígenes, tal vez la más rica que hemos encontrado en obras no especializadas en el tema aborigen. Entre otros toponímicos aparecen Guanabacoa, Guainabo, Baracoa, Yuraguana, Guayarusa, Ocujal, Birán, Caonao, Barajagua, Bamburanao, Jibacoa, Guaracabulla, Taguayabón, Camajuaní, Guajabana, macaguana, Caibarién, Guanajay, Jurá, Guaisí, Guanabanabo, Cuyaguateje, Camaco, Manicaragua y Jinaguayabo. ¡Qué embriaguez de nombres de una musicalidad deliciosa, legada por aquellos indios nuestros!
Es lástima que Batista Moreno haya omitido los lugares donde están las fincas de sus entrevistados, porque tal vez, aparte de conocer su ubicación geográfica, aparecerían más topónimos aborígenes, que engrandecerían esta valiosa muestra de nombres de los primeros habitantes de nuestra isla, que dejaron sus huellas en disímiles sitios geográficos, árboles, alimentos, ríos, etcétera.
Aparecen criaturas fantásticas que, según la oralidad, existían desde la época de los conquistadores, como el babujal, acerca del cual manifestó Andrés Leiva, un anciano guantanamero de ciento seis años, queSiempre le oí decir a mi abuelo que cuando los españoles penetraban en los montes a buscar indios, se les metían los babujales en el cuerpo y los mataban. Los babujales durante muchos años protegieron a los indios. Al que se metía en terrenos de babujales, los babujales lo cogían.
Son muy simpáticos los testimonios, al parecer muy serios, pero en realidad inciertos, acerca de jigües, güijes, madres de agua... Por ejemplo, el cagüerio, según René, «Es el ser más transmutante de la zoología fantástica cubana. También es un mito dualista, como muchos otros que tenemos por acá. Se dice que es un ladrón que tiene la facultad de convertirse en el animal que desee (un chivo, un ratón, una gallina…) o en un objeto inanimado (una piedra, un yugo, un taburete…) para poder realizar sus fechorías o escapar de sus perseguidores». Y la historia de Marcelino Guerra, de ochenta y cinco años, pero que no sabemos donde reside, es la siguiente:
A Juan Ferreira, un vecino de esta zona, siempre le estaban robando los animales, y unos amigos míos y yo juramos que íbamos a coger a los ladrones. Nos emboscamos en el camino que iba a su casa, eso fue como a las cinco de la tarde, lo hicimos a esa hora para que la noche nos cogiera allí. Entonces, poco después, vimos tres hombres con sacos y unos machetes en las manos. Les dimos el alto, y desaparecieron delante de la vista de nosotros. Corrimos hacia el lugar donde habían desaparecido, miramos bien, buscamos, pero yo vi tres piedras y no les hice caso. Cuando caminé un poco, me dije: "Pero si son cagüeiros", porque los cagüeiros tienen la facultad de convertirse en un animal, en un árbol, en una piedra… Regresamos al lugar donde estaban las piedras y ni rastro de cagüeiros. Entonces miramos para el monte y vimos a los tres hombres meterse en él.
El lector se enfrentará a seres mitológicos como los hombres peste, las bolas de carne, los sapos de las tinajas, las brujas, las sirenas, el grillo de Guajabana, el majadrilo, el júa, la mujer puerca, la ciguapa y muchos otros, simpáticos algunos, terribles o detestables otros.
Batista tuvo la gracia de incluir algunos poemas acerca de diversos animales mitológicos de la isla, como el que escribió Alexis Castañeda Pérez de Alejo dedicado al ave de la cueva La Boca, que cuenta, como narró René, que «...Iniciaba su concierto a las seis de la mañana, y los animales de la zona, incluyendo a agrestes como la jutía, los perros jíbaros, y los venados, acudían para oírla.[...]».
El canto en la caverna Sitio que llama, canoraave que clama su pena,llanto cautivo, alacenadonde la voz enamora.Burla la luz, edulcorala manada en el paisajesu suerte, como de encajees el trillo en la espesura;miente la voz y facturaen lágrimas su plumaje
Otra de las criaturas imaginarias se dice que surgió en los años cincuenta en las regiones de Carmita, Vega Alta y la Luz, y se comentaba que embestía sexualmente a las mujeres: era el catraco, un gato con cuatro pies de altura y cabeza de pulpo. La siguiente décima, simpática y descriptiva, es de un poeta anónimo, supuestamente de aquellas zonas.
Catraco: animal cinqueño,con figura de felinoy pulpo, de olfato fino,que viola durante el sueño.A las damas, muy risueño,embobece y acaricia.Las viola con tal periciay con tanta sutilezaque a la que el bicho endereza,se cura, pero se envicia.
Los testimoniantes tienen edades que oscilan entre los sesenta y ocho y los ciento seis años, residentes en diversos lugares de la isla.
Ha sido una tarea de inagotable paciencia y de largos años de trabajo, pero René era laborioso y perseverante. Si por cañadones, montes, ríos y sabanas no lo detuvieron los inconvenientes e inesperados aguaceros de los trópicos, menos se iba a dejar vencer por años más o menos de ardua investigación y lento proceso de creación en su vieja máquina de escribir, y continuó fiel a su inseparable Remington, pues para escribir sus textos en Word, enviar y recibir mensajes, siempre estuvo su hijo Alejandro -ahora su cuidadoso y severo albacea-; fue un hombre humilde, bondadoso, extraordinario amigo, chistoso -disfrutaba inventando graciosos apodos a los conocidos, colaboradores, seres muy queridos y algún que otro que no fuera de su agrado- y orgulloso de ser campesino hasta la médula, a quien le agradecemos obras de incalculable valor folclórico que legó para la cultura cubana, como Los bueyes del tiempo ocre, Ese palo tiene jutía, Éditos e inéditos, Fieras broncas entre chivos y sapos y Limendoux. Leyenda y realidad, entre otros.
La fiesta del tocororo no sólo la disfrutará nuestro pájaro nacional, sino que será más bien un guateque para las aves, los insectos y los animales de nuestras zonas rurales y urbanas, guateque campesino que también disfrutará cada lector que tenga la oportunidad y el regocijo de deleitarse con estas fabulaciones que nos ha regalado René Batista Moreno.

Dulcila Cañisares y Alejandro Batista en La Feria Internacional del libro de la Habana, Cuba
presentan La fiesta del Tocororo. Foto tomada de Alocubano blog.

EL COLORIDO TOCORORO DE RENÉ BATISTA MORENO
Por Alejandro Batista López.


No me sentí verdaderamente identificado con la esencia del nuevo libro hasta que descubrí la auténtica calidad que tenían unas viejas grabaciones, todavía en cintas magnetofónicas que mi padre sacó del cajón de sus memorias. Nos pasamos varios días escuchando las cintas, revisando las transcripciones descubrimos las letras escritas en aquel papel amarillento de los años 60. Muy bien ordenadas, mantenían el caudal de información para el que se concibieron.
Después de la cuidadosa revisión, comenzamos a trabajar. René decidió rescatar esos recuerdos de la vida campesina que él investigó desde muy joven. Tomé el material, me puse en marcha por el pueblo en busca de alguien que tuviese un equipo de cinta para empezar a pasar las grabaciones a casetes. En la actualidad, estas grabadoras prácticamente no existen, pero tuvimos la suerte de que tío Ricardo conservara una. A esto se agregó una nueva fuente de testimonio de personas conocidas de avanzada edad y se actualizó parte de la investigación.
Como las cintas estaban en bastante mal estado, logramos "limpiarlas". Mi padre, cuando no se entendían bien las palabras las aclaraba con su voz. Con dicho material y la revisión de antiguas publicaciones y bibliografías el mundo de esta zoología fantástica cubana fue tomando cuerpo.
Cada relato es un legado del tema, pues aquellas voces rescatadas en sus protagonistas afirmaban haber visto las criaturas a las que hacían alusión o las habían conocido de seres cercanos por tradición oral.
René afirmaba, al comienzo de este trabajo, que conocía el bestiario de otras partes del mundo como el centauro, el minotauro, el unicornio, el dragón, la sirena Sin embargo, conocía pocas bestias de la mitología cubana.
El primer resultado de sus investigaciones por zonas rurales del país dieron lugar a su libro Cuentos de guajiros para pasar la noche, impreso por la Editorial Letras Cubanas en 2007. Luego, Batista Moreno tuvo conocimiento de nuevas criaturas y comprendió la necesidad de una labor paciente para salvar nuestro tico bestiario o gran parte de esta obra de la creencia popular cubana, desconocida e insospechada.
Primeramente, para lograr un vínculo histórico con la evolución y transformación que sufrieron estos animales en la imaginación popular, se hicieron referencias a primitivos monstruos autóctonos de la isla recogidos, muchos de ellos, en El Diario de navegación de Cristóbal Colón, en las obras de los frailes Bartolomé de Las Casas, Guadalupe de Santiesteban y Ramón Pané, y otras de "Una pelea cubana contra los demonios de Fernándo Ortiz".
Fueron muy interesantes los testimonios recopilados en Remedios, la misteriosa y endemoniada villa cercana, donde historiadores y folcloristas, dejaron registros de un copioso bestiario en libros y en la prensa periódica local de finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX, que aumentaron el número de criaturas de nuestra imaginería como las que se relatan en las crónicas de Facundo Ramos "Cosas de Remedios".
Por otras regiones del país la imaginación popular creó también sus propios mitos. La mayoría de las que aquí aparecen se conocen gracias a las investigaciones y andanzas de René por múltiples lares del país en los años 60.
Esta obra orienta al lector hacia una comprensión amena y sencilla, de la perdurable existencia y del legado oral criollo de este mundo alucinante que el autor nos regala, en la propia voz y en la gracia de los testimoniantes.René Batista Moreno no pudo ver impreso este libro, pues falleció el 2 de mayo de 2010: suponer que inició un viaje en busca de nuevos temas folclóricos me ayuda a que su muerte sea menos dolorosa para mí.
Agradezco, en mi nombre y en el de mi madre, al Centro Pablo de la Torriente Brau la publicación de esta obra, al igual que al editor Yoel Lugones y a la diseñadora Katia Hernández responsable de la belleza de este libro.

Última foto de René Batista. Aquí lo vemos en Camajuaní junto al poeta Arístides Vega, detrás el también escritor Alexis Castañeda, la pintora Nivia de Paz y la crítica de arte Yaisy Ojeda




La fiesta del tocororo, la posibilidad de seguir
reencontrándonos con René Batista.


Por Arístides Vega Chapú



a Maria.



Nadie escapa al fascinante mundo que René Batista (Camajuaní, 1941-2010), desde ese don de sapiencia popular, pudo visualizar con marcada meticulosidad para en diferentes libros publicados en editoriales disímiles mostrárselos a todos.
La fiesta del tocororo, Ediciones Memoria, del Centro Pablo de la Torriente Brau , ganador del Premio Memoria del 2009, meses antes de su fallecimiento, nos permite volvernos a encontrar con quien tanto hizo por la identidad nuestra a través de títulos fundamentales como Aquí está Felo García (1982), Chivos y Sapos (2006), Cuentos de guajiros para pasar la noche (2007), entre muchos otros.
Conocí a René Batista en los años ochenta, siendo cajero de la pizzería de Camajuaní, un oficio que parecía estar muy alejado de su vocación pero donde encontró muchos de los personajes e historias que él jerarquizó en su obra, siempre respetuosa de la sabiduría popular, de la oralidad que él quiso resguardar sabiendo que esta es un valioso patrimonio que posibilita entender la vida, el desenvolvimiento, los sucesos de un país.
Para René Batista todo era importante; dejar constancia de un instante a través de la fotografía, la conservación de documentos que él llevaba a escala de todo, absolutamente todo; la invitación a una actividad, un programa literario, un texto manuscrito.
También daba lugar a la conversación de cualquiera que tuviera algo que contar, fuese bodeguero, campesino o profesor universitario. Su amplio archivo confirma el valor que siempre tuvo para el folclorista la conservación del material que le posibilitó una obra literaria tan amplia y abarcadora.
Este nuevo libro publicado por el Centro Pablo es un bestiario cubano que se mueve entre la fabulación y la realidad. Dejar este muestrario, que junta más de cien monstruos que han convido en el imaginario de muchos cubanos, desde los aborígenes hasta el cubano actual, fue uno de sus últimos placeres.
Bichos, insectos, animales raros, en zonas rurales y urbanas, se dejan ver en estas páginas que jerarquizan ante todo el imaginario de un pueblo que siempre ha sabido llevar sus sueños y fantasmas, sus fabulaciones a escala de realidad. Porque estas siempre serán tierras para convivir no solo con lo real sino también con lo maravilloso.
Campesinos, hombres y mujeres de diversas edades y oficios, poetas como Nicolás Guillén, Florentino Morales, Edelmis Anoceto, Jesús Díaz, Alexis Castañeda, Eduardo González Bonachea y Geovanys Manso, junto al periodista José Antonio Fulgueiras, van dejando en estas páginas una creíble descripción de la rica zoología fantástica que nos propone La fiesta del tocororo.
Edición que engalana en su cubierta un dibujo de Samuel Feijoo, este título merecedor del Premio Memoria, incluye un prólogo de la conocida escritora e investigadora Dulcida Cañizares, amiga personal de René Batista, junto a una nota de la Editorial que rinde con este libro, merecido tributo a su autor.
A este proyecto dedicó sus últimas fuerzas el folclorista más fiel al magisterio feijociano. Merecedor de la Distinción por la Cultura Nacional y de la Medalla Félix Elmuza, entre otras condecoraciones y reconocimientos.
Años le llevó acumular las historias que conforman este bestiario. Pera nada, ni siquiera la enfermedad, podía detener al poeta, periodista, editor, promotor cultural e investigador de temas históricos y etnológicos, cuando se proponía un nuevo proyecto. René Batista fue un hombre acucioso y abnegado, trabajador como para siempre sentirse en posibilidad de sumar nuevos proyectos a su enjundiosa obra. Fue fundador del Comité Provincial de la Uneac en Villa Clara y miembro activo de la UPEC. Fidelísimo amigo, que no cesaba de jaranear, con una capacidad envidiable de crear fantásticas historias que él contaba con la seriedad de estar testificando una verdad.
La lectura de la Fiesta del Tocororo nos devolverá la posibilidad de sonreír con sus ocurrencias. Esta fue su última obra concluida, aunque dejó mucho material acumulado para nuevos proyectos de los que de seguro se ocupará su hijo Alejandro Batista. Lo veo como una señal, como un último mensaje de René Batista a todos sus lectores: No hay nada más cierto que lo imaginado por el Hombre.

miércoles, 16 de febrero de 2011

La luz, bróder, la luz



Sigfredo Ariel lee «Embargo y elegía» (en una noche perfecta de noviembre) a mi gran amigo Alexis Castañeda, que también escribió su poema por Doris de la Torre, «la cantante» Yo vi perderse a una generación... Damaris Calderón







Es una noche lluviosa en Santa Clara. Perfecta noche de noviembre. Sigfredo Ariel está en la ciudad. En su ciudad. Santa Clara lo vio partir a inicios de la década de los 80 del pasado siglo. La Habana lo vio llegar «desecho en menudos pedazos», como él narra en una de esas crónicas que habitan nuestra memoria. Muchas veces lo vi -siempre de lejos- en La Habana o Santa Clara, conversando con alguien, caminando de un lado a otro, escurridizo como un gato montés. Sus primeros poemas los leí gracias a aquel breve cuaderno que publicó Ediciones Sed de Belleza, allá por 1995. Luego vendrían otros libros, otros desencuentros. Hablábamos de él. Leíamos sus textos. Se recordaban anécdotas de cuando él...; o se decía: «Mañana llega Sigfredo Ariel para presentar Hotel Central». «La semana próxima vendrá Sigfredo...» Y allá íbamos: Alexis Castañeda, Edelmis Anoceto, Diego Gutiérrez, Alain Garrido, Leonardo García, y otros amigos, y otros trovadores, a escuchar a Sigfredo, a llevarnos a casa Manos de obra, Born in Santa Clara, Escrito en Playa Amarilla. A escuchar su voz de ritmo acompasado (que me perdone Sigfredo esta breve incursión en la teoría musical); su voz de tenues resonancias medievales. Tres poetas (cubanos) me han hecho vibrar mientras leen sus textos: Lina de Feria (es mejor estar muy lejos cuando ella lee su poema «Gala», para no quebrantarse, quiero decir); Teresa Melo (no sé si alguien ha tenido la suerte de escucharle entonar -pues para Teresa Melo la poesía es un Himno- «Los hermosos ahogados»); y Sigfredo Ariel.

En esa noche lluviosa, en Santa Clara, perfecta noche de noviembre, en el Café literario cuyas ventanas te dejan ver la cercanía de los árboles del Parque Vidal, Sigfredo Ariel leyó «Embargo y elegía»:


Abro la puerta de mi casa / está el bloqueo con un ojo cerrado y otro abierto está el bloqueo ante mí que no comprendo nada, que entiendo la mitad de esas noticias de África.


Sigfredo Ariel lee. Yo observo el rostro de Arístides Vega, y Arístides está en silencio. Observo a Noël Castillo, y Noël está en silencio. Observo a Juan Carlos Recio (recién llegado desde Nueva York, una ciudad tremenda), y Juan Carlos está en silencio. Los rostros de Aramís Castañeda, de Lidia Meriño, amigos y desconocidos, y observo sus silencios. Miro a Leonardo García (con su guitarra, muy cerca de mí), «ese poeta enorme (...) que tiene, además, la suerte de poder cantar y tocar la guitarra...», y Leonardo está en silencio. Nadie perturba a Sigfredo Ariel. Nadie perturba su poesía.








«Embargo y elegía» es de esos pocos textos que te abren a la mitad, que te hacen hurgar, una y otra vez en ese pasado y en este presente que nos corroe y nos ilumina por igual, a nosotros, los cubanos. Él nos advierte la paráfrasis de su título con «Nocturno y elegía», de Ballagas. Aquí y allá, palabras que ralentizan nuestro espacio nacional; sustantivos adjetivados que trazan, edifican, palpan nuestro Ser: «amor perdido», «cohetes rusos», «escuela interna», «trenes ominosos», «agua verdinegra», «madre patria», «vinos caseros», «música foránea», «pequeño patio», «destino luminoso».

«Comprendan» -lee Sigfredo. Nos mira unos segundos-. «Imaginen un país en medio del bloqueo (...) entrecierra los ojos di qué ves...»

Me atrevería a decir que la palabra «bloqueo», tan plena de circunstancias, denotaciones, connotaciones y otredades para Cuba, para su gente, tiene sus espacios propios: múltiples, diarios, cotidianos. Sigfredo logra ¡Oh, magia del poeta!, retribuirle a la palabra «bloqueo» una cercanía, una tristeza, un alma, una piedad, unos colores, una tessitura, que desconocíamos en la poesía cubana. Y es que, como bien aclara Antonio José Ponte:

Isla y canciones son (...) sus tigres y sus laberintos. Pero si es cierto que todos somos obsesos y reiterativos, no todos alcanzamos a justificarlo con una mitología. Sigfredo Ariel ha conseguido hacerse de una mitología propia. Su fuerza consiste en persistir en ella, en ensancharla. En «Embargo y elegía», Sigfredo mitologiza la palabra «bloqueo», la resemantiza, le agrega un cuerpo nuevo: manos y pies a la palabra «bloqueo»; corazón a la palabra «bloqueo»; adrenalina y cortisona a la palabra «bloqueo»:

Criatura nacida del bloqueo mira en tu pequeño patio cómo algo está naciendo sin dirección sin el gran peso de tus ojos sin permiso ni instrucciones ni destino luminoso una planta una persona un hijo / algo.

Esa noche perfecta de noviembre: noche lluviosa en Santa Clara, yo, que tantas veces vi a Sigfredo Ariel -a lo lejos-, conversando con alguien, caminando de un lado a otro, escurridizo como un gato montés, lo escuché leer «Embargo y elegía». Conversamos de temas tan profundos como la música cubana, y de temas tan vagos como la poesía: ¡como debe ser!, me aclaró Sigfredo. No sé si «se borrarán los nombres y las fechas / y nuestros desatinos».* Solo sé que persistirá su voz de tenues resonancias medievales: la voz de Sigfredo Ariel leyendo «Embargo y elegía», aquella noche -perfecta- de noviembre, mientras todos aplaudían, y algunos -creo recordar-, quedaron allí, tendidos: «sobre el extenso territorio del bloqueo...»

Geovannys Manso Santa Clara, 17 de noviembre de 2010.



La luz, bróder, la luz

Mirar caer la nieve en la oficina de registro cuando uno es la señal como un pañuelo, un sauce que huele a mar del trópico, un animal aislado.


Pudiera caer ahora mismo la nieve sobre los edificios en copos graves y pudiera morirme si me viera en una cerrazón que tumba la cabeza hasta las manos de los padres que esperan sentados en el parque y que no saben nada.


Un hombre quitaría con una vieja pala esta ceniza. Vagamente regresa a aquel lugar donde llovía detrás de la cabeza cuando tuvo otro nombre y una cicatriz en la barbilla y era hipócrita y humano como un pobre diablo.


Bebía en los circos de ocasión y tenía el bolsillo repleto de llaves inservibles y un temor absoluto a la soledad.


Seré yo mismo acaso si fuera tenedor de libros o fuera neerlandés y conociera la magia o si en el extremo de mi vida la nostalgia me pasmara las manos sobre el hielo.


Job pudo reposar sobre este caracol marino y las sabanas pudieran estar llenas de alfalfas o de termas brillantes o de casas de troncos.


Quiénes seríamos entonces/ calle abajo acaso compraríamos el periódico de la mañana cayéndonos de sueño y las mandarinas y el pan dulce.


Estos años románticos los querrán los hijos de los hijos y buscarán la letra en el registro, nuestros discos los papeles sucios.


Voy a morir sin ver la nieve qué hubiéramos adelantado bajo la nieve harinosa esa pequeña aventura de nuestra luz: el paso de un astro, la carrera de una estrella.


Estos días van a ser imaginados por los dioses y los adolescentes que pedirán estos días para ellos.


Y se borrarán los nombres y las fechas y nuestros desatinos y quedará la luz, bróder, la luz y no otra cosa.


NUESTROS LARES LUMINOSOS.



Oigo los mismos discos un año y otro año debajo del agua cruzo el parque voy y regreso a la frontera y hago amigos en el tren después de todo.

En el bar de la marinería respiro el vaho de los fumadores. Estoy contigo en el fondo de las jarras en el sucio tragaluz lleno de humo te abrazo como un soldado.

Tengo un hermano en las cisternas marinas hinco mi caballo, doy el tumbo a seguir buscando sitio.

Más allá se aduermen los enamorados con los dedos tejidos, más allá ladran los perros y después está alzándose mi casa.

Entro a tus ojos, doy el tumbo honrado, oigo los mismos discos, creo en el misterio de los puentes, en el día que va a caer mañana.

Duermo en cualquier cielo del país después he visto amanecer mil veces.


DISCOS CUBANOS

Voy por Manrique bajo mazos de alambre e ideogramas chinos que el agua va borrando. Es marzo en el parque de los estudiantes a veces huele al parque de Ranchuelo a los bancos de madera frente a La Diana cuando llovía sobre mí y sobre mi comida y amaba a una mujer

y vuelvo a oir delirio de mi alma atravesando el barrio chino entre los signos negros que quizás ya no significan nada.

Y AQUEL MIRAR DE NUESTRO AMOR AL FUEGO

Guarda la almendra amarga y la fruta de la mora que nadie picotea por su agriura.

Ten en la boca la semilla seca, cuida la hojalata que nunca vio la luz y espera también en Asmodeo, demonio cauteloso que sobre ti adormece con sus pies de plata.

Espera en la línea de la mano y en las ciudades que no viste nunca: verás Atenas y Estambul y San Esteban de los Abisinios / te rozará la boca como hace tanto tiempo, cruzarás entre violines raspados en Hungría, verás su barca entre las barcas de corcho que bajan el Yang Tsé / en el ojo del tifón verás su mano en tu frente, sentirías miedo si no fueras tan joven.

Traba la yema que no da simiente en la vena del árbol. Dale de comer a los abandonados y espera su regreso en el patio familiar en la estación de trenes.

Espera en ti, oirás su voz de nuevo en la noche portuguesa, en el día de Malasia bajo el sueño del tigre / en los muelles de La Habana.

en los viajes sin término.

Su voz que entonces parecía la esperanza vana.

Ah, si no tuviera la ambición de este tímpano




Ah, si no tuviera la ambición de este tímpano qué iba a estar corriendo por la hierba siempre a punto de caer dando bandazos en el alambre de los circos, qué iba a estar por un solo raíl del tren vertiginoso.

Tenme la mano en paz, tenme ese pájaro que va a estrellarse siempre como la piedra al vidrio, así puede perder cualquiera su laborioso digamos corazón.

Ah, pero los desvanecidos no recuerdan tu cuarto es tan oscuro, te estoy voceando siempre en cuanto pozo encuentro.

Donde pude respirar bien, pon una espada de estaño, donde abrían sus dos manos enormes los padres celebrando que volviera, pon un pequeño barco hundido, el sabor de la boca que se desvanecía.

Ah, si mi paloma pudiera contra el viento sur que raspa la azotea y mueve los anuncios de neón. Si mi paloma pudiera contra el viento que triza la hojarasca y reúne a los ahogados en las desembocaduras.

CISNES, HORRORES

Me sentaría en las tardes con quien amara entonces sobre un banco de cemento. Cuarenta años de dormir en hoteles, yendo los domingos a la montaña rusa como si nada hubiera sucedido antes.


Me doblaría tranquilo en los últimos libros que mi amor repasaría, cabeceando con los ojos perdidos.


Escaparía de los cines en medio de películas descomunales, mi amor se miraría en el espejo de los carros a los cuarenta años, se iría a lavar para acostarse entre los mismos cisnes, en esta misma densa oscuridad.



EL ENORME VERANO


Esta isla sucede en otra isla. En sus linderos vendrán a sucederse como han sido, tal como han sido, dormidas nuestras formas. Tu mano la aísla para reconocerse entre músicas perdidas, esos puentes que vemos a veces entreabiertos y la torre que habremos de habitar bajo el ciclón. Nos han acostumbrado a las encrucijadas y a dejar para luego la fatiga / has dibujado un camino sobre el día que corre y contigo traspasarlo será un juego.


En la yema del pie sucederá la descripción de un pájaro. Fuera vista en tus ojos la isla verdadera.


Y en medio de una nube tinta, y otra nube de azogue veremos cómo sube desde el mar la cinta de anudarnos, aliento que sostuve para ti cuando un torrente no de luz, sino de sombra inclina la punta del ojo hacia otra tierra: un ser de nada hacia otra boca puedo ver quien imgagina sobre tu mano mi mano transparente.
ERA DURO EL INVIERNO

Fantasma de Julián del Casal no te parece que hoy es demasiado tarde. Mientras se acostaban juntos en Bélgica en su cuarto y eran novios tormentosos Verlaine el joven y Rimbaud el niño tú escribiste sudoroso cegato, tú escribiste sacrificio es obtener ventaja sobre Dios. Cifrada está la lengua desde entonces.


La Habana era La Habana no Cantón ilusivo. Los primeros tumbos del amanacer siguen llegando al cuerpo. Como antes traspasan las paredes de tiza y el cuerpo está buceando sin molestar a nadie, sin tocar a nadie.


Sostuviste una conversación a media lengua -siempre a la mitad- con desvaídos rostros que miraban a dónde con recelo, los labios que volaban y quizás no sepa quién me ama.


Ciertas visiones te asustaron a la puerta del cuarto en Mercaderes donde estuve por cierto a punto de vivir y festejar los novecientos siglos de tu muerte súbita o la muerte que tengo adormecida en la calle Zanja frente a dos o tres chinos con los ojos perdidos y la cabeza ida.


No te parece que hoy es demasiado tarde.


Cuando se preparaban las citas en el Prado y los hombres se miraban como los relámpagos, tú dormías disfrazado, remoto, dejándote adular bajo el cielo de Cuba.


Ahora que estás entre la luz y en Guane o Artemisa volando como un vaho como un cero a la izquierda en la vida de los vivos y los muertos.


Fantasma de Julián del Casal no me dejes este frío a mí.


LA HORA DE COMER


Estos son los plátanos que ha mandado mi hermana desde Oriente, y un poco de café porque imagina que a la hora de comer cae la penuria como un relámpago y la memoria camina hacia los pueblos buscando la señal, la cueva humana con los perros ladrando alrededor de las iglesias y los magos plomizos entre el ruedo de mosquitos y la Natividad.

A la hora de comer, cuando el plátano chirría y la conserva da un golpe, mete su arponazo en nuestra tarde brevemente histórica una de éstas en que llovizna siempre la familia anterior espera nuestra prueba un signo de calor en nuestra cueva humana.

Entonces uno apaga el globo de la luz duerme como el hombre más viejo como el príncipe cansado de probar sus mejores caballos.

DULCELOYNAZ


Te acuerdas que la vimos sola como una abuela en aquel absurdo corredor flanqueada de estatuas sin cabeza ante un árido jardín que no cuidaba nadie.

Te acuerdas de su cara sobresaltada porque la habíamos sorprendido mientras barría y comenzaste a hacerle señas para llamar su atención y se acercara un poco a la negra reja de presidio y cómo sonrió moviendo de un lado a otro la cabeza aunque le gritaste, creo, la llamabas por su nombre y apellido.

le gritabas y ella seguía negando con las manos en la espalda para disimular la escoba de plástico / te acuerdas que lanzaste la rosa que había comprado para ti esa tarde a la tierra vacía del jardín antes de irnos / creo recordar no me hizo la menor gracia pero bueno.

MANOS DE OBRA

Conocí ciertos oficios: el insomnio y una lámpara de gas la antigua imprenta de El Crisol, el plomo indócil removí durante veinte madrugadas cayéndome de sueño.

Conozco el ruido del caballo de vapor y la manzana de agua que gotea en uno. Viví de los relojes menores, al arrimo de ese fuego aparencial curé de mis viruelas y del guao.

Sentí nostalgia de la patria viajando por la patria esquivé el espolón, no me averguenza. He resistido tanto para quedarme aquí.

Artesanías

Después de la telenovela sentí un golpe en la pared, luego otro golpe. Sucedían con ritmo apagado otro y luego otro, de metal y madera. Los vecinos hacían el amor. Ayer, es decir hace cien años apareció en mi puerta la vecina -esta comida si quieres para el gato. Agua en los ojos tal vez demasiado separados yo sabía: él no ha venido en toda la noche para el gato insistió y era una fuente enorme.


Habían discutido en el atardecer mucho antes de la telenovela.


Ella ha metido sus ropas de cualquier modo en una caja de cartón: viejas ropas de barman espantosos calcetines, cosas de mucho uso la navaja oxidada de afeitarse, supongo el cepillo de dientes.


Él habla bajo. apenas artícula ella promete un cambio, un tremendo cambio mañana a más tardar. No dije una palabra, yo sabía.


Pegué el oído a la pared, comenzaron de nuevo. Ni un suspiro pude oir, ni una frase de ésas que la gente dice.


Seguro se miraban a los ojos serios, graves, mordiéndose los labios.


Puse un disco al azar. Alguien cantó La ausencia.



EN LA ZONA DEL PARQUE


En la zona del parque en otro tiempo reservada a los negros discutimos largamente sobre asuntos que a la larga no tuvieron solución.


Por esos días sentías unos grandes deseos de viajar a Birmania a Pekín a New York y encontrar allí entre otras cosas amigos que tuvimos en una temporada: gente con pulóvers de color pastel y nosotros redondeados de los veinte años.


En la zona del parque que fuera exclusiva de los blancos los muchcachos que salían del dancing se sentaron a hablar sobre mujeres excitados con cabellos de piedra por el gel sobre mujeres los reclutas del servicio obligatorio los reclutas con las manos finas.


Poco antes de que amaneciera dijiste qué distinto si estuviéramos digamos en Miami y entonces recordé que en aquel sitio existió una pérgola si hubiesen perdurado esa y otras edificaciones que hicieron derribar en los últimos años aquellos asuntos espinosos tampoco habrían tenido solución


Automedicación


Remedio chino e infalible... Argelia Pera, en Radio Reloj



Es menester que en la despensa o mejor en el rincón de la menuda casa que llamas en secreto la despensa almacenes agua de tempestad por si asomase el enemigo primordial con sus armas afiladas y su boca pendenciera.

Agua de lluvia caída a inicios del estío sirve para lavar la cara y las manos de los hijos para la perfección del sexo y tal vez apaciguar la boca que se hunde en el sexo palpitante.

El agua que procede del granizo o imcluso de la escarcha del refrigerador habrá de refrescar los episodios nacionales más ardientes los sangrientos, incluso los más desatinados. Podrías nombrarla si gustas agua del hielo y del deshielo.

El agua que resbala de las estalactitas y que habrás de recoger en el hueco de la mano será remedio para curarlo todo hasta la vieja herida de hacha propinada por alquien antes o después de la hora del amor.

(No me gusta recordar con demasiada precisión no lo aconsejo a nadie.)

Embargo y elegía.



Abro la puerta de mi casa / está el bloqueo con un ojo cerrado y otro abierto está el bloqueo ante mí que no comprendo nada, que entiendo la mitad de esas noticias de África.

El bloqueo baila, se enardece, comenta las actualidades habla incluso del período romántico de Mahler de un lejano amor perdido, de los cortes de pelo, de los cortes de electricidad:

en la pantalla del Rex-Duplex proyectan La Aventura sin un centímetro cúbico de oxígeno la cinta está cortada / es el bloqueo dicen a mi lado

mi madre me da a luz y a las dos horas la sacan de la clínica advierten la amenaza los cohetes rusos los cohetes que esperan palpitando como un taxi.

El bloqueo en la casa de los padres desde el primer día y en la escuela interna /no es nuestro desamor, no son nuestros desdenes es el bloqueo trepado al árbol puro de la presa y en los trenes ominosos sin agua ni luz de un cardinal a otro de la isla.

Bloqueo caída de una estatua en el agua verdinegra en diálogos con la madre patria en los amigos que vienen a beber vinos caseros de las crisis / bloqueo en la escena que llamamos con cariño bar de la esquina, casa de nuestro semejante.

Comprendan imaginen un país en medio del bloqueo supongan que perdura con sus enormes listas sus granjas de rehabilitación sus grandes hospitales donde antes se estiraban los desiertos sus intérpretes de música foránea sus presencias constantes en la frágil memoria de la radio los huecos de la ausencia sus fabulosos pecados de omisión / entrecierra los ojos di qué ves:

con su antifaz pasa el bloqueo del viejo carnaval con el padre y la esposa despidiendo al médico despidiendo al amigo a los amantes cíclicos

en la barra pides una heineken y el bloqueo vuelve su cabeza de buen mozo hacia tí y en el aereopuerto te sonríe agita su pañuelo de hilo, llora por tí a lo largo de una noche ante el bloqueo tras el bloqueo sobre el extenso territorio del bloqueo.

Criatura nacida del bloqueo mira en tu pequeño patio cómo algo está naciendo sin dirección sin el gran peso de tus ojos sin permiso ni instrucciones ni destino luminoso una planta una persona un hijo / algo.
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Diseño de cubierta Gipsy Duque-Estrada

Foto de cubierta: Jean-Mare De Coninck

Foto de contracubierta: Hanoy Carmenate

Ilustraciones: Zaida del Río.

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DATOS DEL AUTOR:

SIGFREDO ARIEL ( Santa Clara, 1962). Ha publicado La imprenta (plaquete, 1985) y los libros de poesía Algunos pocos conocidos (1987), El cielo imaginario (1996), El enorme verano (1996), Las primeras itálicas (1997), Hotel Central (1998), Los peces & la vida tropical (2000), Manos de obra (2002), Escrito en playa Amarilla (2004). Born in Santa Clara y Cielo imaginario. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 2002 y 2006. Desde la década de 1980 trabajos suyos aparecen recogidos en numerosas muestras y antologías de la poesía cubana contemporánea.

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Post anterior sobre Born en Santa Clara:


Sigfredo Ariel lee sus poemas:


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Un texto que no pertenece a La luz, bróder, la luz, pero me gusta mucho:


Non, je ne regrette rien

El punto que se ve en la lejanía es el cigarro hollywood de Gloria y la llama naranja que se inclina sobre vanos papeles de efímeros turistas es su cabeza entre nubes azules technicolor
puedo ver desde aquí su boca roja cantando bajo un chorro de enormes reflectores que es la forma que consuela a gente francamente inconsolable.

Mientras arropa el sueño de sus hijos recorrerá las calles de la única parranda verdadera altísima clarina de los coros de clave, gloriosa como la libertad que guía al pueblo en el cuadro demagógico que sirve incesantemente de portada a los libros de Historia Universal, pero mejor.

Cuando sonríe a los gerentes adorables y a sus esposas vacas está agradeciendo al público su aplauso esas muestras de lealtad y simpatía que no cesan.

Cuando entra al mar está mostrando a Cindy Crawford cómo hacer en trance parecido y si demora un café en la mesa del Parkview retrasa ese momento en que termina la primera juventud para dar paso a otra y otra sucesiva juventud.

y si algún día alrededor de su cabeza ennegrecen las nubes technicolor el clima tornadizo del planeta acabará por hacerse de una vez irrespirable.

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sábado, 5 de febrero de 2011

Lluvia ácida


A través de estas páginas se despliegan diferentes universos, desde paraísos estivales hasta rincones con temporal permanente, sobre esos sembradíos persiste la lluvia ácida, esa que corroe y desgasta nuestras entrañas, mas al final, nos hace vernos a nosotros mismos en la más clara desnudez.

Los textos de Lluvia ácida son una ventana (‘ventanuco’, dirían las palabras de Francisco Muñoz): evocación al pasado, que sin embargo nos llega en este preciso instante.

Los temas principales que oscilan en esta colección son la vida, el pasado, la paternidad, el amor, la pérdida, la decadencia del hombre. A través de ellos, Muñoz desvela una poética en la que en base a la piedra angular de la palabra él busca transformar el mundo y no solo el suyo sino el nuestro, haciéndolo más habitable y rescatando sus colores, aromas, texturas y emociones — recordemos a Keats «la verdad es la belleza; la belleza es la verdad.»

El poeta andaluz urde con esmero sus versos con ese garbo saleroso que sólo pueden aportarle aquellos de su terruño — desde Wallada, Al-Mu‘tamid, Ibn Zaydun, Ibn Quzman; pasando por Gutierre de Cetina, Góngora, Duque de Rivas, Bécquer; y sin olvidar a Antonio y Manuel Machado, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti y Luis Rosales.

Lo acompañamos en el recorrido nocturno que realiza junto con su perro, en pleno invierno. Muñoz también nos cuenta de la fugacidad de la existencia y nos anima a apropiárnosla para ser reyes de un minúsculo pero espléndido fulgor.

En «Ventear desde la privilegiada posesión», el poeta debe ser un perro de su tiempo, observar el decurso de los hechos, destripar y diseccionarlo todo. El malagueño también filosofa en sus versos acerca del humano afán de posesión y conquista, ese tener frente al ser.

También nos motiva a asumir peligros, romper inercias y lanzarnos a las empresas más arduas: «… necesito asumir los necesarios riesgos para subir mis montañas cometer mis errores y contemplar mis propios atardeceres...»

En «Dibujar los olores que emanan», nos muestra a la poesía como verdadera póiesis (creación, artesanía, orfebrería): «exponer su pecho al cielo abierto de los ojos de las páginas» No solo como bálsamo también sus palabras queman, desgastan, como la lluvia ácida.

«… cada día es un préstamo de ilusión

en voluntad ajena, al albur de otros.»

Como otro gran poeta malagueño, Manuel Altolaguirre, en ciertos momentos de Las islas invitadas, Muñoz también muestra en sus poemas ese dejo intimista de la experiencia — que abreva de la tradición espiritual de Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz, Juan Ramón Jiménez y Pedro Salinas. Muñoz además dialoga con otros poetas: Cavafis, Rimbaud, Luis García Montero y Ángel González. También rinde homenaje a Federico García Lorca y Jorge Luis Borges.

Ya en confianza, Muñoz nos invita a su propia casa y más aún, en varios poemas, a escuchar los diálogos con su hijo en el vientre de la mujer amada. En uno de los más dolorosos, Francisco lamenta y comparte la pérdida del hijo que venía en camino. Canta uno de sus últimos versos: «Te siento y me haces nacer.»

Como poeta andaluz también ha aprendido el oficio de cantar a su tierra, en este caso el fervor por esa Málaga de maravillas; como contrapunto, en «Miro hacia otro lado» presenciamos un diálogo imposible con ese ser amadísimo que no está y ese recorrido que ya no podrá realizarse por la mítica plaza de toros en estilo mudéjar La Malagueta y la fortificación de la Alcazaba en el monte Gibralfaro.

Hace eco de las palabras de Juan Goytisolo en las que afirma que las personas no tenemos raigambre, sólo los árboles, somos seres en tránsito.

«… las personas no tenemos raíces

tenemos piernas y con ellas

podemos recorrer el mundo…»

A manera de despedida presento un puñado de versos que se otoñan en las siguientes páginas:

«… en este Noviembre que nace

apacible, las señales repentinas

del viento que aligeran

las copas de los árboles

nos recuerda la brevedad

del gozo y nuestras razones

primeras, las que han ido

trazando el sentido y la dirección de la búsqueda

de esa felicidad singular…»

Sólo sus versos hacen que renazca noviembre en un otoño.

***********************FIN***************

Fausto Larraguível Lepe

Guadalajara, México. Enero, 2011

Prólogo tomado de su libro Lluvia ácida.

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Porque es breve











Porque es breve,

cruel, terrible e inclemente

la vida que nos toca vivir,

debemos agarrarnos a ella

para que en el día

de nuestra propia muerte

sepamos que al menos

tuvimos la dignidad

de querer vivirla,

de ser reyes de un minúsculo

pero espléndido fulgor.



Los años sólo son números







Los años sólo son números

en el espacio cuadriculado de nuestras mentes,

cuadrículas que nos reprimen

al servicio de nuestras angustias

y de la fugacidad de nuestras vidas.


No tenemos raíces




















Es verdad que las personas no tenemos raíces
sino piernas y que esta sencilla razón
hay que difundirla hasta hacerla propia
en todas las mentes calenturientas y patrióticas
que se sienten ofendidas por lo diferente.
Es verdad que las personas debemos utilizar la inteligencia
y las piernas para acercarnos a lo divergente
materia enriquecedora de los aromas
que esparce nuestros ancestrales vientos
sobre los campos donde brota nuestra simiente.
Es verdad lo que dice Juan Goytisolo
las personas no tenemos raíces
tenemos piernas y con ellas
podemos recorrer el mundo enriqueciendo
nuestras vidas y nuestros corazones.

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Datos del autor:

FRANCISCO JESÚS MUÑOZ SOLER


















Nacido en Málaga el 24 de Diciembre de 1.957, ciudad que ha resguardado sus días.

Es miembro de la Red Mundial de Escritores (REMES), del movimiento Poetas del mundo, también ha publicado en las Revistas de Literatura digitales Artepoética, Remolinos, Encontrarte, Cinosargo, Letras Nuevas, Palabras de Tramontana, Amigos de la Urraka, Divague, El Laberinto de Ariadna, Herederos del Caos, Perito, 40cheragh , Urraka Internacional, Es hora de Embriagarse, Voces de Hoy, Almiar/Mar de Poesías, Letras, Ariadna-RC Laberinto La Rosa Profunda, Nevando en la Guinea, Espíritu Literario, Laberinto de Torogaz, Pensamientos Likidos, Dulce Arsénico, Contra la Oscuridad, Buracos Quentes, Carrollera, Palabras Salvajes, Antaria, Mondo Kronhela, Efory Atocha, Álbum Nocturno, Imaginante, Poesimistas, Nuev a Literatura, Antología Literaria Actual, La Botica, Radio Sentidos, Radio Web Mundial, Colectivo Clepsidra, Comunidad P. La Revista, Azul@rte, The Big Thimes, Isla Negra, Árbol invertido, Caminos de poesía, Papirolas, Arte pasión y locura, Plataforma Placa, Otros rincones, Letras de Chile, Realidad Literal, Literarte, Botella de Náufrago, Mis Poetas Contemporáneos, La Fábrica de Sombras, El Wrong Side, Anacleta, Sinalefa, Baquiana, Cañasanta.

Bibliografía:
2009- Restauración.
2009- La isla infinita.
2008- El sabor de las palabras.
2008- En tiempos de prodigios.
2007- Caminar para sentirme vivido.
2006- Áspero tránsito.
2000- Intentando conocer el mundo.
1998- Elijo mi libertad.
1998- La mágica unidad de mi vida.
1998- Veinticuatro poemas de amor.
1996- Frágil grandeza.
1986- El sentido de ser.
1983- Significación.
1980- Juventud primera.


Poeta, como necesidad vital y regeneradora de sí mismo, al menos hasta que la curiosidad siga alimentando sus sueños.

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Para leer sobre el autor pulse aquí:

http://www.sentadoenelaire.com/2010/03/restauracion.html
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