viernes, 30 de julio de 2010

UNA CORTINA INVISIBLE QUE NO NECESITA SER HUMO

I
Aquella noche estabas entre la soledad y el cielo
como una canción sorprendida
,
mordí mis labios ante el hechizo
para saber si bebía de tus ojos con los míos
y llovieron como panes y peces sobre tu cabeza
unas indistintas maneras que me apresaron.
Amanecí borracho ante la copa de vino
viendo que tu cuerpo pesaba una eternidad de encantos,
y que un amante y otro amante saldaban sus deudas
de amores cómplices.
Si no fuera un sueño no dudes,
me convierto en el lobo de tu sangre
y espero que tú muerdas
con ese aullido largo que siempre avisan a mis ojos.
Son dos reflejos de tu cara,
el primero: la llama en los labios que quema en el cuerpo,
el segundo: el cuerpo en la llama y la soledad que sigue
perenne como una canción sorprendida antes de llegar al cielo.
II
Por los puentes donde tú me desnudas anda un barco de papel,
por los fragmentos que nos unen
y las cenizas que nos separan,
por tu dedo gordo que apunta
en la línea de un mapa que nos lleva
de simple ladrón a una flor que se deshoja,
que nos lleva hecho caballo, alfil,
sobre Harlem
y otros remos que la soledad tumba,
suspendidos de un parque donde hueles el peligro
y desamarrarnos el iceberg de lo cotidiano.
Por las cuerdas de mago donde me desapareces
sin dejar de alumbrarme los instantes
en los que el papel olvida al barco
y se esconde en esa zanja sin bahía
donde solo puedes anclar por mis lamentos.
En la pausa donde tu boca viola el silencio,
ahí quedamos mejor como trapecistas
pero sin cuerdas tensas que alivien,
para decir los nombres de la definición de tus remansos.
Vestida de mi piel tu piel alza toda estatura
en una estación donde solo hueles a graffiti
y todos te llegan y nada parte,
y porque tus piernas ancladas son del color del abandono,
me buscan para convertir ese globo de agua
que un niño como yo explota
solo para que tus dientes muerdan los días por donde paso
con la misma intensidad que el color de mi abandono.
Porque eres perro que ladras
cuando toco en tu lomo de animal recién herido,
porque ladro sin importarme las ropas que dejaste
colgadas en los cráteres de la luna,
y porque los cráteres son,
esos pretextos que exhibimos al pasar a la otra orilla,
donde aún la tierra firme no nos hunde
ese barco de papel que guardamos desde la infancia.
III
Si abres las piernas y me ves,
cuando penetro como mala palabra bien bajo en tus oídos
y sientes una espuma debajo de la lengua,
después podrás lanzarte al vacío y al caer ya es el otoño.
Si besas mis pies ahorcados por tus lágrimas
y solo es el parto de un hombre ,
una manera de curar el desafío.
Si te cuelgas como los fugitivos debajo del polvo de mi garganta
y haces de amante libre de toda sospecha
nadie podrá con esta guerra, nadie alza una derrota,
ninguna víctima podrá desatarnos.
Una penetración y millones de otras,
otro otoño y otras magias,
cada paso sobre la cuerda será parir
un solo cuerpo del tamaño de un latido.
Si te abres y me abres
y la rueda del destino nos catapulta
y tu sexo sigue en mi sexo balanceando su furor de campanario,
nada podrá borrarnos de la historia
como bandidos que siempre merecieron el poder.
IV
Tú cruzas la humedad de mi quejido con la que enamoraste
las huellas en la inocencia del que se encontró con el tesoro,
ladrón y furtivo sin venganza;
debajo de las aguas que se movían
ladronas también de nuestra belleza,
y al mirar en las luces de tu corazón
quedé ciego y vi oscura la ciudad cercana,
y sobre el techo de esos puentes las aves de tus ojos se liberaron.
V
Noche en la que supimos hablar con nuestros ojos,
tú te vestías de un árbol frondoso en el misterio,
su voz que era mi voz quedaba en el placer fuera de la batalla
heridos mansamente;
luego nos volaron la cabeza por estar cautivos
en esos besos como hojas en esos días que no amanecen
para no romper el hechizo de la abundancia.
Noche, tú dominas la sangre y las elegías
y cuando quieres desembocas en el vaivén anchuroso de la locura.
Nadie como tú tiene esta pasión
del que nació de una rosa y se desnuda,
tampoco se viste donde acaba un sueño,
donde un ángel puede perderse de su esqueleto;
amada sensación retorna y tómame
cuando del cuerpo la memoria nos despedace.
Vuelve a menudo y tómame
repetiré sin fuerzas tu magia cruzando el aro,
el fuego, los vientos, tu vestidura de piel,
ardientes como esas almas que siguen
desaforadamente blancas.
VI
En los años que perdí la estrella no me alumbraba
y el mundo de allá afuera hizo de juez moral
sobre los mortales que caminaban de espaldas.
Todos esos años los secretos se fueron al envejecimiento
y cada noche iba al insomnio sin despertarme,
descolgado en una explosión sin rumbo,
un cometa un animal que necesita
reconstruirse en una de mis costillas.
Estas palabras no son escritas antes de pensarlas
y no tuvieron felicidad o dolor,
ese misterio ya no lo entiendo ni como raíz.
La libertad me llena de ignorancia
y de lejos puede que mis padres no sepan perdonarlo
si ellos aún duermen el mismo silencio por separado.
Juan Carlos Recio
NY/ Julio del 2010

lunes, 26 de julio de 2010

Un fulgor sin fronteras


El siguiente trabajo pertenece al libro:Poesía insular de signo infinito, de la colección Ensayo, de la Editora Betania.
Por Aimée Bolaños

En su propuesta de una nueva literatura comparada planetaria, a diferencia de la global con su dicotomía de centro y periferia, Gayatri Spivak reconoce que en esta época de triunfante capitalismo mantener viva la responsabilidad de la lectura y enseñanza de los textos culturales parece, a primera vista, impracticable (SPIVAK, 2003: 102).
Incitada por esa manera de pensar y preguntándome sobre las ficciones de identidad que crean en sus poéticas de diáspora, leo a poetas cubanas: Juana Rosa Pita, Magali Alabau, Lilliam Moro, María Elena Blanco, Maya Islas, Alina Galliano, Carlota Caulfield y Odette Alonso, entretejiendo los motivos del viaje y la memoria del sujeto ficcional diaspórico. Si mi lectura tiende a las generalizaciones, destacaría, como punto de partida, la diversidad irreductible de ese corpus poético, en visión de Jesús J. Barquet:
Iniciada en 1959 y conocida con nombres diversos y polémicos como exilio, emigración o destierro posrevolucionario, dicha diáspora, aún vigente, cuenta con un vasto corpus poético que no permite ser concebido como una entidad cerrada, uniforme y unifocal, puesto que se trata de un corpus dinámico y multiforme en temas y estilos, con múltiples focos de producción dispersos por el mundo (los Estado Unidos, España, México, Francia, Venezuela, Chile, República Dominicana, Puerto Rico, Colombia, Suiza, Sudáfrica, Inglaterra, Suecia), corpus que desde los años setenta vive en constante renovación y enriquecimiento, producto de las sucesivas emigraciones de poetas ya formado en la Isla y de los también sucesivos brotes de autores “autóctonos”, es decir, los formados literariamente fuera del país o que publican sus primeros libros ya en el destierro. (BARQUET, 2002: 20)

Foto de las ponentes sobre Veinte años de una breve antología, Poetas de NY, Baruch College:Perla Rozencavaig, Odette Alonso, Elena Martínez
Por su parte, Odette Alonso presenta un elenco en la sucesión temporal y argumenta que nuestra diáspora contemporánea está dividida en tres grupos: los que dejaron la Isla durante los primeros años de la Revolución, el éxodo de El Mariel en 1980 y las migraciones que se suceden desde fines de la década del ochenta hasta hoy:

Sin embargo, en las mujeres poetas esta división da un salto temporal interesante. Después de la gran migración de los años sesenta y setenta, la hornada más significativa sobreviene a finales de los ochenta y las décadas siguientes, de manera que, para su estudio, es fácil identificar sólo dos grupos:
Antes de la Revolución y década de los sesenta y setenta: Pura del Prado, Ana Rosa Núñez, Amelia del Castillo, Juana Rosa Pita, Mercedes Cortázar, Rita Geada, Gladys Zaldívar, Mireya Robles, Marta Padilla, Nivaria Tejera, Uva de Aragón, Lourdes Gil, Maya Islas, Alina Galliano, Irradia Iturralde, Isel Rivero, María Elena Blanco, Magali Alabau, Lilliam Moro, Laura Ymayo Tartakoff, Carlota Caulfield y Belkis Cuza Malé, entre otras.
De finales de los ochenta hasta hoy: Minerva Salado, Chely Lima, Daína Chaviano, Cira Andrés, María Elena Cruz Varela, Elena Tamargo, Damaris Calderón, María Elena Hernández Caballero, Sonia Díaz Corrales, Odette Alonso, Zoé Valdés, Aimée González Bolaños, Lucía Ballester, Rita Martín, Alessandra Molina y Lídice Alemán, entre otras.
En medio de ellas, como puente, las cubanoamericanas, que por su complejidad identitaria merecen un estudio individualizado. Entre ellas podemos mencionar a Lourdes Casals, Ruth Behar, Achy Obejas y Carolina Hospital. (ALONSO, 2005)
Portada Revista Umbrales, Santa Clara Cuba.
Ante la vastedad del conjunto, la pretensión de ofrecer una mirada mínima coherente se relaciona con problemas historiográficos y teóricos que, siendo amplios y polémicos, aquí limitaré a aquellos que tienen que ver con el tema de la poética y, de cierta manera, con los alcances del canon de una literatura nacional en los términos del proyecto de la modernidad. El corpus poético, y su interpretación, están condicionados por una lectura que no pretende ocultar su voluntarismo en la elección de autoras y textos a la busca de sentidos. La visión de una literatura viva, en movimiento, caracterizada por múltiples tendencias y espacios de enunciación, a contramano de la iconización como un cuerpo textual cerrado, me lleva a otras lógicas culturales, a otros conceptos de literatura y prácticas críticas. Siendo así, la pregunta de cómo esa poesía diaspórica forma parte de la cultura cubana, sobre sus formas de inclusión y participación en la historia literaria gravita en mi perspectiva. En verdad, las notas que siguen son, apenas, un ejercicio de autoesclarecimiento, una forma asumidamente personal de leer un conjunto de textos para intentar contar, armar una trama.

Al entrar en este discurso de la diáspora, vale recordar que si la cultura moderna consagra el protagonismo del individuo, es con el discurso de la alta modernidad que entramos en el tejido imagético de la persona, estando la identidad asociada al desempeño de roles ficcionales sucesivos o simultáneos. En su poesía, las escrituras de sí son características. Así las imágenes de persona, con frecuencia, autorreflexivas, funcionan como operadores con vida propia del sujeto de la enunciación, no solo en sentido genérico existencial, sino también referidas a la condición autoral, inscrita explícitamente en sus espejos-libros, autoficción especular que, en la visión de Vicent Colonna: “Reposant sur un reflet de l’auteur ou do livre dans le livre, cette orientation de la fabulation de soi n’est pas sans rappeler la métaphore du miroir […] le miroir fut une image de l’écriture au travail, de sa machinerie et de ses émotions, de son vertige aussi” (COLONNA, 2004: 119).
Pero a la par que se miran en el espejo para fundarse y transformarse, estas autoras proyectan sus espejos de ficción en el espacio de temporalidad multidireccional, lo que crea una notable diversidad de estrategias discursivas cuando se autorretrata en su experiencia de diáspora, como sujetos híbridos y en su condición de artistas viviendo su pasión por las palabras.
De manera reiterada esa condición viajera marca el discurso para sustentar una poética del tránsito. En esta poética alcanza particular relevancia el viaje transcultural, tan expresivo de la conciencia diaspórica que tiene en su centro un sujeto de múltiples centros. Y puede pensarse que si toda diáspora implica, al menos, un viaje; el viaje, como clásica metáfora de la modernidad, no resulta siempre una experiencia diaspórica. Con aguda percepción, el yo poético de Juana Rosa Pita dice de modo oracular: “Yo no escribo libros de viaje/ como suele hacer el que tiene las raíces/ para siempre adheridas a su tierra.” […] Por eso de viajes ahora no escribo/ sino de la maravilla de pertenecer a un vínculo” (PITA, 2005: 73). En esa tesitura, y a su manera, el yo ficcional de Alina Galliano anuncia con júbilo:


Escribo para decirte que he comenzado el viaje
con esta acción se rompe todo lo ya previsto,
así que he regalado mis recuerdos, las prisas de mis pies,
las puertas que he cruzado, los marcos de ventanas
donde colgué mis ojos retomando paisajes de rostros y estructuras,
robándole perfiles a todas las ciudades que nunca se sintieron de ti favorecidas
al escuchar tus cantos trepar los edificios a modo de escalera
para irrumpir de pronto y trastocar atmósferas;
ahora reconozco que no hay lugar ni puerto
que pueda contenerme [...]
(GALLIANO, 207: 187)

En correspondencia con la compleja trama de la diáspora, las autoras cubanas se reconocen poetas en tránsito, protagonistas de viajes transculturales, al inventar nuevas formas de pertenencia y libre movimiento, entre memorias y errancia. Como tales circulan en diferentes zonas del saber y entre variadas culturas. Pueden estar entre de donde se partió y adonde aún no se ha llegado. En ese contradictorio y rico intervalo, en ese estar entre, las poetas de la diáspora cubana se forman, con sus diferenciadas trayectorias, como viajeras memoriosas que tejen los numerosos imaginarios en el matizado telar de su diáspora.

Con tan proliferantes sentidos aparece el sujeto diaspórico de Juana Rosa Pita en sus rescrituras míticas de la Isla. Como indica Barquet, transforma la experiencia histórica personal, también de una comunidad, gracias al mito, “señalándonos el espejeo o repetición de la historia, y dentro de ella el exilio cubano como una instancia más en la serie infinita de exilios y regresos que el mito de Ulises, en tanto que arquetipo, representa.” (BARQUET, 2002: 68). Pero la autora, como ella misma, hace viajar a Penélope, figura transgresiva clave. “Ni Ulises, ni sus viajes exteriores cantados por Homero poseen la respuesta, sino Penélope, inmersa en su intimidad. De ahí que Penélope-Poetisa emerja literariamente como centro (sujeto y objeto, voz y tema) del poemario” (BARQUET, 2002: 71). Sus viajes, no solo su tejido, tienen la constitución metaficcional de la escritura que, en medio de la crisis de la identidad histórica, defiende el poder genésico y liberador de la imago:



No basta con tejer para la espera
es preciso viajar: volar la pluma
por la ternura encuadernada en sueños:
chalupa más sutil
cóncava y ágil
que las viriles naves de Ulises
intermitentemente prisionero.
Madre isla que estás venida a remos
convertida en solar de pretendientes:
infundiendo los viajes
¿quién guardará tus playas de naufragio?
“Penélope no está: queda su imagen” (PITA, 2003: 59)

Recobrando sentidos a la busca de sí como otro, en el camino hacia nuevas metáforas del viaje, el discurso de Juana Rosa Pita en su conjunto, y no como excepción en la poesía de la diáspora, opera con transmigraciones culturales de filiación universal, en las que las reconfiguraciones de la cultura de origen y la evidencia de una genealogía poética cubana, acaso Martí, Dulce María Loynaz, Lezama Lima, también son principales.
Al inventar espacios y desmarcar fronteras, las autoras trazan una singular cartografía ficcional en la que los mapas exteriores e interiores se presuponen. Por consiguiente, cuanto más miran y describen, más intensamente viajan a su interior, y viceversa, desplegando de modo simultáneo la subjetividad dinámica y sus universos imaginarios.
En su cuestionamiento de la modernidad tardía, que contempla un mundo que se desvanece, la mujer artista instaura diversas miradas, se muestra y reconoce como un sujeto de múltiples yoes, de inconstantes significados y en movimiento. De ahí la presencia también protagónica del espacio, topo no solo de encuentros, anagnórisis y epifanías, sino de dramáticas vivencias de soledad y desarraigo, alegóricas del oficio y el exilio. A partir de fragmentos y vestigios, donde se pueden leer las diferentes estancias del viaje inacabado, hasta remontarse a un omnipresente punto de partida, Odette Alonso atrapa en un poema, que de modo significativo llama “Errancias”, la experiencia subjetiva, hecha de intensos contrapuntos espaciales, a la par, histórico-temporales, vivenciadas por un yo que se constituye en su memoria emocional:
Noches aquellas de la isla
en que el viento colaba su dolor por las hendijas
y el hedor en oleadas nos llegaba del mar.
Fue también el amor invento de esos años
dibujo que supimos pudriéndose en la taza.
Vacío está el buzón de los silencios
tampoco pude ser el buen amigo
ni el hombro de llorar las maldiciones.
Por encima del túnel se empinan las agujas
se pudren los poemas si los echo a esas aguas.
Intento una señal desde las nubes viejas
que acorte la pared definitiva.
Brilla revuelto el sol
atraviesa la isla
deja un olor a café recién colado. [Inédito]

Sobre los espacios, que la poeta intenta habitar y por ellos es habitada, se desarrollan las heterotopías como mapas propios, conectando espacios incompatibles, creados por la memoria y la imaginación. Esos artificios ficcionales que son de lenguaje, también actúan sobre él. Se experimentan otras sintaxis del movimiento y lo inconexo, lo fugaz e intangible, para trabajar las paradojas de la poesía que nombra y deja sin nombre. Así las heterotopías aparecen como espacios del imaginario, oníricos, proyectivos, con frecuencia marginales, clandestinos, de conflictos, omisiones, ausencias, que reinventan hasta el país natal. En no pocos casos, constituyen refugios míticos, donde los sujetos diaspóricos se encuentran en una memoria compartida, habitada desde adentro por las más complejas ficciones de identidad.

Orientada hacia el lenguaje, tal vez única praxis vital con sentido, la poesía de Magali Alabau crea un universo trágico, en el que impera la llamada “identidad terminal” (HAREL, 2006: 44 y 48), aquella que traduce el carácter doloroso del peregrinaje sin destino en las ciudades postcosmopolitas y solo puede terminar con la muerte o la locura, también del imposible retorno. En Hermana/ Sister, su heterotopía junta el metro newyorkino y el manicomio de la Isla, en lo esencial indiferenciados, para crear el espacio tanatológico de la angustia y falta de salida, de la imposible habitabilidad psíquica, espacio fantasmal donde deambulan yo y tú, también figuras fantasmagóricas especulares:
Dibujo tomado de Umbrales, Santa Clara, Cuba

Viejas en los banquillos.
La mujer desesperada.
Mi hermana ahora cuerda
se sienta riéndose de mí.
No entiendo
¿Cómo has llegado?
¿Sin maletas?
¿Cómo? ¿No has envejecido?
¿En qué tren?
Has envejecido
gateando la pared.
Toma esta soga.
Alguien tiene que aguantarla.
La soga de mi cama
te servirá de escalera.
Sonríe hermana mía,
estás en Nueva York. (ALABAU, 1992: 48-50)

Hemos llegado a Ilión, estructurado y, a la vez, desconstructor del motivo del regreso, fabula un viaje de vuelta al país natal y las desgarradoras maneras de ser extranjero en la propia casa, actualizando la pregunta, ya presente en Said, de ¿a qué hogar regresa el sujeto diaspórico?, en verdad, más ambiguo que el viajero clásico. De intensa perturbación histórica e íntima, este poema épico-mitológico-autoficcional se concibe como una odisea contestataria, brutal y traumática, que representa los desastres de una guerra interminable desde la perspectiva de los sobrevivientes. Troya se sobrepone a Ítaca:
Fotos, del archivo René Batista

Yo soy el atrapado entre las lápidas
también soy el verdugo que lapida.
No hay palabras que alcen su voz en mi defensa.
Estoy en la ciudad henchida de gris y de presente.
[… ]
¿Por qué me obligas a ver estos destellos que fueron cuerpos
y ahora pasean por estos cerros de cal, terribles cuencas?
¿Por qué estos rostros quieren emponzoñarse conmigo?
¿Quién profana la voz de los que lloran los muertos?
¿Cómo expresar esta penuria, cómo ser testimonio y testamento?
Están las puertas a punto de cerrarse.
Amiga mía, compañera del alma,
me han condenado a vagar por estas calles. (ALABAU, 1995: 24)
Las ciudades, de tan variado formato y tesitura imaginal, funcionan como figuraciones cosmológicas metonímicas que muestran una peculiar dialéctica de lo pequeño y lo grande, de lo literal y lo simbólico. Si Magali Alabau con su poética de la devastación terminal construye una ciudad fantasmagórica y trágica; Lilliam Moro, en sus Cuadernos de La Habana, restaura la ciudad de la memoria que, desacralizada, continúa siendo mítica, después de los cataclismos del tempo y de la historia, a camino del símbolo por la vía de la enunciación metafórica:

Oh ciudad dibujada con volutas de humo,
movida por el son que conjura la muerte,
nacida de la cópula del sueño de unos dioses:
ángel de la bahía,
alas empegotadas de melaza y penuria,
vulgaridad y alcohol,
permaneces, no obstante, con tus muertos ilustres,
con tus medias palabras contra toda retórica,
porque lo tuyo es resistir.
Quiero decir amor pero digo La Habana,
su metáfora. (MORO, 2005: 22)

Ciudades que, a su vez, encapsulan las casas de la historia familiar y sus desplazamientos, piezas claves en un imaginario de presencia-ausencia, como las casas de agua de María Elena Blanco y esta de “Quimera”, diseñadas en relación analógica con la ciudad:

Foto cortesía, Carolina Vilches, Santa Clara, Cuba.
no se habló nunca más de la ciudad
el padre la enterró viva lustros antes de que desfallecieran
todas sus casas al unísono
[…]
y el nuevo hogar/hotel de solitarios/un nido de pieles
de cebolla
transparencia de ópalo que éramos
expuestos y encerrados en el cáliz de sangre:
cada cual a beber el zumo destilado del sueño
cada cual a sortear su novatada en el foro
cada cual a estrenar sus fieras nupcias con la noche
o bien la divisaba agónica flotando a la deriva
zurcida por tenue hilo de luz a otros fragmentos de isla
y en cierto ocaso me fulminó de lejos cual circe envejecida
cuando aspiraba al alba el aire tropical en lo alto
de una terraza de aeropuerto
(desde entonces he tenido y perdido muchas casas)
(BLANCO, 2001: 17)
O las casas alucinadas de Odette Alonso que recurren en las pesadillas de Insomnio en la noche del espejo: foto cortesía C Vilches

Lloro porque no encuentro la puerta de mi casa.
Alrededor hay una fiesta
hombres encapuchados…mujeres harapientas
música enrarecida.
Soy un niño llorando en la escalera
una pareja ríe
y yo digo señor tengo hambre ¿y mi mamá?
En algún sitio mi madre está llorando
tengo un extraño miedo de que nadie me salve
ni siquiera mi madre que ahora veo más lejos
todavía llorando
(quizás ella tampoco encuentra lo que busca).
(ALONSO, 2000: 61)

El tropo de la casa, como modo de nombrar infancia, familia, estirpe, espacios simbólicos, recurre en la poesía, no solo cubana, con sentidos antropocósmicos y sociohistóricos. En esas casas hay vida espiritual y están habitadas por la historia: espectadoras de la propia vida y espectáculo, teatro de los perfomances personales. Casa y viaje dialogan intensamente en la poesía de la diáspora. Y con la casa, el cuerpo de los viajes interiores de exploración existencial, distintivo de los textos autorreflexivos de Carlota Caulfield:



Mi cara dentro de mí.
Me miro, me registro,
Me descubro.
El espejo no tiene espejo. (CAUFIELD, 1990:33)

Y también el espacio íntimo mínimo de las autofundaciones en el seno de los encuentros de culturas. De tal manera aparece en la poesía de Alina Galliano que crea singulares mapas eróticos-culturales con sus variaciones del cuerpo como espacio cosmológico e identitario. Sinestésico y dialógico, su yo inagotable desenvuelve, a través del cuerpo, una liturgia de sacralización. En el trasiego de otras culturas y la actualización mítica de la originaria, como en el poema IV de En el vientre del trópico, el yo discursivo da vida a sus signos identitarios mutantes que se corporifican en la falta:


Foto tomada de la sala de casa de A Castañeda.

Con una taza de café es posible
asesinar sin crimen las palabras,
habitar una isla en cualquier parte,
devorar la existencia con un gesto tan simple
que Dios podría borrarse por completo
o despertar a su propia limitación
guardando un minuto de espanto.
Con una taza de café es posible
atravesar todo el silencio a un cuerpo,
existir tanta vida sin tragedia
o ser el ojo de la manta-raya
descubriendo la imprevisible costa
del instinto.
Con una taza de café es posible
tocar el borde de la calentura,
la solitaria fiebre de su hábito
o mirarnos de frente con la ausencia. (GALLIANO, 1994: 26)

La poesía surge recordando, la memoria ficcional que no solo compone, sino inventa otras alternativas del ser, bajo otras formas de persona, con frecuencia míticas y hasta heterónimas, pasando no solo de espacio en espacio, sino de un nombre a otro, habitándose en otras identidades.. De esta manera se aprecia en la poesía de Alina Galliano con sus encarnaciones del panteón yoruba y náhuatl, de Juana Rosa Pita en la reinvención de Eurídice y Penélope, de Carlota Caulfield con sus apócrifos de A las puerta del papel con amoroso fuego y los más variados arquetipos mitológicos en Oscuridad divina, una “ecuménica fiesta de lo femenino primigenio” (PITA, 1985: 7), para darle vida a deidades poderosas. También Maya Islas, con sus figuras cósmicas fantasmales de Merla y Altazora, a más de los dobles escriturales -Virginia Woolf, Emily Dickinson- de Quemando luces, diálogo entrañable con figuras de la poesía femenina, tal vez, aquí interlocutora simbólica Elizabeth Barrett Browning:

Todo lo que fuiste, soy;
ya comprendo tu ventana,
el hilo intenso que atravesó tu pecho,
la palabra escondida en tu papel.
Aquí no quemo luces,
más bien las enciendo
para lograr contigo la felicidad furiosa. (ISLAS, 2004: 41)

Y todas en deslumbrantes actos de travestismo, creando alter egos autorales fuera y dentro de las obras. Ellas mismas palimpsestos, sobrescritas y traducidas, haciendo desaparecer las diferencias entre las copias y el original, entre el sujeto del discurso y el de la diégesis, en una práctica de la poesía de radical intertextualidad que reinventa, dando continuidad, la práctica de los dobles y de la heteronimia.

Este discurso autoficcional, de rastros y claves, se relaciona con el discurso del viaje intercultural, intertextual en su sentido intercultural más pleno, figurando el paso lúcido y delirante hacia todas partes que la memoria documenta, imagina y mitologiza. El delicado trabajo con la subjetividad ultrapasa el dominio de lo personal para formar parte de una memoria cultural y de género, en sus variadas acepciones. Percepción, memoria y palabra mantienen una relación tropológica intensa y productiva. De esta interacción resultan los enunciados metafóricos y simbólicos de la escritura. Dominan los movimientos constitutivos del recuerdo que recupera formas y fases de la existencia y las inscriben en trasmigraciones espirituales y culturales de vasto alcance. Se genera así, una especie de cosmografía de la memoria, posiblemente El Libro de Giulio Camillo (Maqueta para un teatro de la memoria), de Carlota Caulfield, una obra paradigmática, en la que a partir de la libre inspiración en el artificio renacentista, la memoria deviene principio compositivo de la mayor relevancia.

En ese viaje memorioso al mundo y a sí, el sujeto epistemológico de la poesía de la diáspora se mueve en la incertidumbre. Sin embargo, ni la injusticia del desarraigo, ni los destinos provisionales aparecen como absolutos inmutables. El mundo poetizado es conjetural, de juegos de la memoria y la imaginación en un arte combinatorio, de las permutaciones, no limitado a una visión única del mundo y de sí. Las formas en mutación de la figura autoral, tan patentes en el discurso de Caulfield, por ejemplo, evidencian esta naturaleza crítica del sujeto en la busca de sus lugares mentales de liberación, abierto a la incertidumbre en su movimiento de desconstrucción de los lugares cerrados de poder con sus certezas preestablecidas, como la hablante/escriba de “Sombras chinescas” cuando reconoce: “Hasta el eje sediento de mi centro/ no existe ningún espejo claro.” (CAULFIELD, 2001, 27)

De filiación postmetafísica, que privilegia la subjetividad con sus contradicciones en acción, la poética del tránsito, con sus diferentes poéticas personales, crea nuevos modos de tercera posición inclusiva y translaticia, que puede abrirse a otras lógicas de pensamiento. Los textos funcionan por asociación y transformación, modelan una lectura que transcurre en zonas de contactos, por tanto, nosotros, lectores, también solo podremos configurarnos en el tránsito. Ostensiblemente se componen en el cruzamiento de diferentes tipos de discursos, relativos al género, también a sus fuentes y registros, para trabajar las maneras con las que el lenguaje participa en la configuración estética de sujetos discursivos fragmentarios y performáticos, como pudiéramos ver en “La furia de la cámara”, cuando la poeta se autorretrata en sus reflejos multifacetados de modo paradójico, de la manera más subjetiva que puede ser también un efecto de objetividad extrema:


Ella es una mujer.
Está aquí
(y escribe poemas)
Ella se arma
(y se desarma)
como en un rompecabezas.
Ella mira hacia la cámara
(y oprime el obturador) (CAULFIELD, 2001: 67)

En ese espíritu, pero con otras implicaciones, Maya Islas invierte las relaciones entre el arte de la mirada y el mundo de la vida, al figurar una imagen abstracta que se concreta en la visión artística, juego de espejos, pero desde la visión de la poesía que, en este caso, instaura un sentido diferido de la vida:
Foto tomada de Revista Umbrales

Pudimos conocer la tormenta
y aún amarla como si fuera un amanecer
descifrando un día justo.
La casa estaba desierta y horizontal
esperando tus preguntas
mientras yo abarcaba la visión
de ser una mujer pintada,
mirando desde un lienzo
la cadencia de los vivos. (ISLAS, 2004, 34)

Al identificarse con las formas del movimiento autogenerativo en el hacer poético, la poesía deviene un saber, con su conjunto de técnicas, que de manera nada convencional objetiva visiones existenciales. El poema recuerda un jardín de senderos bifurcados, por el que transita el sujeto transnarcisista, aquel no exclusivamente autocentrado, sino proyectado a su trabajo creativo, quizás también de cura y renacimiento en la escritura, cuando “L’écrivain est habité par l’oeuvre à venir.” (HAREL, 2000: 30). Entonces, la escriba es sorprendida en el instante iluminado de la escritura, al inscribir y escribir con autonomía, hasta de sí misma, sus signos identificadores en el libro de la memoria imaginaria, registrando las formas fluctuantes y fluidas de su condición creadora.

Con insólitos atributos, este tipo de sujeto aparece en las ficciones identitarias de Maya Islas, transgresora del autorretrato autónomo o canónico, porque más que autorrepresentarse, fabula el paso de lo visible a lo invisible, de la existencia a la visión, en una autoficción especular contentiva de una imagen duplicada y reversible, y vale subrayar esto último, pues como piensa Colonna, más allá del motivo del espejo violento o pacífico “cette réversibilité est la leçon capitale de tous les procédés réfléchissants” (COLONNA, 2004: 120). El poema se concibe como una abertura en abismo o reflejo interno especular de la mujer artista, expandida hacia el mundo de la vida y penetrada por ella en su ficción. Y el efecto es generalizado en el texto, lo organiza en su totalidad significativa metaficcional, de proliferante reversibilidad, no solo en relación a las dos figuras, sino también a los mundos en contacto. Se trata, como piensa Régine Robin, de un “efecto-sujeto”, que figura el sujeto dividido, disperso, diseminado de la escritura y no pretende identificar sujeto y yo lírico en términos autobiográficos. Es una recreación de sí, “une mise en scène fantasmatique” (ROBIN, 2004: 60). En esta dimensión estética, el yo ficcional de la enunciación de este poema de Maya Islas se autorretrata escribiendo, en el instante infinito de la idealización del poema, cuando de modo visionario rehace sus identidades en una especie de vértigo ontológico:
Dibujo contra portada: Queredlas cual las hacéis( antología)

Mientras escribo, sigo un túnel
donde la mujer me espera
para quemarme la ropa en un instante de verdad.
Ya desnuda,
desciendo al mundo de los que oyen;
me quito la pasión, los zapatos de tierra,
el poema me espera extendido en el mar,
como yo,
busca un país sin encontrarlo.
La mujer y su traje de luz
me reciben en su cuerpo imaginario.
En su vientre,
crecemos como dos flores intensas,
dos estados de mente,
dos retratos. [De El Viaje de una Mujer Sola, 1995-1996, inédito]

En la poesía de la diáspora cubana, las imágenes autoficcionales de la artista son propuestas en abierto y aluden a una personalidad capaz de reproducirse, paradigma mítico de Proteo, y genésica, “sujeto en proceso”, tomando el concepto kristevano, alusivo a una condición no cristalizada, inacabada, de la persona que habla y escribe como forma que, en su diseminación, va al encuentro de sí y de los otros, sin separaciones dualistas metafísicas. La autoficción es también receptora y contentiva de alteridad, implica una pluralidad de visiones y experiencias, sobre todo, porque “Para muitas autoras migrantes, a questão da identidade se apresenta em relação ao movimento rumo à pluralidade, uma pluraridade cujas raízes podem se desenvolver mesmo no desenraizamento, na ambivalência, às vezes, e, sobretudo, na capacidade de sair do luto, quer ele seja do país, da segurança unicultural, de um amor” (LEQUIN, 2001: 285.) Se integra así una poética dialógica, abierta a la dialéctica de identidad/alteridad, inclusiva de la diferencia, de “fronteiras veladas que não separam finalmente, mas são também places de passage” (HALL, 2003: 33).
Como autoras migrantes, ellas redefinen continuamente su identidad sin momento fijo de nacimiento, experimentan y objetivan poéticamente un proceso de incesante regeneración que supone nuevas formas de inclusión en comunidades espirituales, refocalizando la representación simbólica de la pertenencia en términos de transformación, como dice Juana Rosa Pita en una síntesis poética de lucidez y sombra irradiante: “Se nace en un país/ y en otro se renace./ Nos cría un fulgor sin fronteras”. (PITA, 2003:133)

En ese fulgor, sobresale el renovado sentido de la escritura, concebida a partir del autoconocimiento y la recreación identitaria, tan ostensible también en “Ciudadanía sutil”, poema de notable densidad reflexiva que parece dialogar con el anterior al enunciar reflexivamente el exilio interior y la migración simbólica en un tipo de poesía donde la metáfora del exilio puede ser metáfora de la escritura:

Dibujo tomado de revista Signos, Cuba.

Cualquier sitio es un distrito del exilio
total de la existencia a oscuras.
La patria es solamente un espejismo
precoz, y persiste reverberando
con gracias mil de oasis,
aunque ya degradada, en el recuerdo.
Pertenencia raigal da el aire nuestro:
pan de nosotros, de la estrella el vino.
Secreto nuestro rastro por la vida
como el de garzas y gacelas.
Nadie ni nadie puede separarnos:
todo exilio menor es ilusión. (PITA, 2005:30)

Evidentemente es una estética más allá de la concepción binaria de la diferencia de predominante referente nacional o de género. La propia condición diaspórica, en su productiva tensión de dispersión y orígenes, no puede ser el polo opuesto de la nación y la nacionalidad, no supone distancia o pérdida irrecuperables, sino un signo de movimiento multiforme en el espacio heterotópico, marcado por contradicciones y antagonismos. Así, la estética diaspórica más que del retorno, el redescubrimiento o la restauración, se constituye como de producción cultural. Patria, tradiciones, cultura matriz no están apagadas. Junto a la memoria realista y mitologizante, patente en la recurrencia del paisaje y la sociedad insulares, la lengua, la infancia, la familia, que incluyen de manera sobresaliente las relecturas de la cultura y filiación literaria, aparecen otras representaciones alusivas a la consumación del luto por la pérdida del “lugar” originario, a otras formas de habitar y ser habitado por la pérdida.

Para escribir las multiformes travesías, la visión del sujeto es transgresiva. Posnacional y posfeminista parece ser. La idea de nación y de mujer de la historiografía moderna no encaja en esta poética, ni la convencional de literatura cubana del exilio. Inmersas en sus formas de asumir la errancia, las poetas ensayan otros accesos epistemológicos al conocimiento poético del mundo que exploran a fondo la ambigüedad, las mutaciones y los procesos. Entre raíces y proyecciones, las poéticas autorales contribuyen a notables transformaciones de género referidas, sobre todo, a una ficción de la cultura y del ser, en la que predominan las indagaciones existenciales, de protagonismo espacial y temporalidad histórica profunda, a veces no declarada o programática. De tal modo, las autoras crean una poesía de ontología histórico-cultural a partir de sí mismas, inédita ficción de la mujer artista (Künstlerroman) en su proceso de formación y búsquedas, vinculada travesía y aprendizaje, tematizando su historia personal como escriba. La escritura es matricial, a veces, única matria. La mujer artista aparece como figura principal, construyendo sus identidades narrativas en la continuidad de vida-creación, que también supone dilaceraciones, saltos, metamorfosis en función de pruebas numerosas, relectura poética de las narrativas de pruebas (Prüfungsroman) en situación de diáspora, variante genérica en la que el discurso femenino hace contribuciones notables. De ahí, la ficción intensa y asumida, la indagación estética en nuevas posibilidades expresivas de la narración y el discurso reflexivo integrado al lirismo, la metapoesía performativa que focaliza el evento de la escritura y la figura autoral, con sus variadísimos nombres y máscaras de persona, desde icónicas autobiográficas hasta heterónimas, mitológicas y fantásticas.

Esta estética es metaficcional, autoficcional especular, explícita o implícitamente metaléptica, de transgresión de los límites entre el llamado mundo real y el mundo poetizado, entre la actividad creativa y el resultado ficticio de ese proceso. La poesía forma una red hipertextual que, libremente y en diferentes direcciones, conecta a las autoras en un discurso poético y de poética. En esta red, las poéticas personales dan fe de una notable pluralidad tonal y de múltiples identidades.

La poesía leída, si bien no ajena o contrapuesta a la poesía del exilio, como práctica de creación transcultural permite entrar en otros mundos posibles de la literatura cubana actual, sobre todo si pensamos que la experiencia diaspórica postcolonial no es una excepción, sino corre paralela a diferenciados procesos de identificación. Todo apunta hacia la reconfiguración de los mapas literarios para acceder, no a un canon hegemónico en permanente tensión con la diáspora, sino a una diversidad de prácticas creativas y receptivas relacionadas entre sí. Historia literaria y género, tienen mucho que decir en la crítica del pensamiento ontoteleológico, sobre todo, en lo que respecta a esencialismos y prácticas de exclusión, trabajando por la convergencia, ya no más la historia de la literatura guardiana del estado de las fronteras.

Inmersas en sus formas de asumir y ficcionalizar la errancia, las autoras participan en una genealogía cultural y poética ostensiva o soterrada, proclamada o tácita, pero no menos influyente. La poesía de la diáspora cubana nos convida a leernos en los desplazamientos y confluencias que nos constituyen, destrancendentalizando los orígenes, ardua tarea de estos tiempos postodo, cuando para júbilo de no pocos, la poesía reverdece.

Y en esa aspiración, que es también un movimiento autocreador, cito la palabra de Alina Galliano, cuando nombra una experiencia poética personal que, entre el mito y la utopía, tiene profunda resonancia, no solo en el imaginario de la diáspora, sino en la historia de la poesía, ahora sin más adjetivos:

Estoy en libertad, ahora comienzo a saborear ese arte del viento cuando acaricia las piedras y las transforma al crear sobre sus superficies la memoria del viaje, lo versátil de vivir sin fronteras, de saber que nadie lleva consigo sus pertenencias y que la vida es una pasión de amor incontenible. (GALLIANO, 2007: 402)
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Referencias

ALONSO, Odette. Poetas cubanas del exilio y la diáspora. Bastiones de un mismo borrón. Comunicación presentada en la XVI Conferencia Anual de la Asociación Internacional de Literatura Femenina Hispánica "Feminismo: canon y marginalidad", Tegucigalpa, Honduras, 19-22 de octubre, 2005.
_____. Insomnios en la noche del espejo. Quintana Roo: Instituto para la Cultura de Quintana Roo, 2000.
_____. Cuando la lluvia cesa. Madrid: Torremozas, 2003.
ALABAU, Magali. Hermana/Sister. Traducción de Anne Twitty. Madrid: Betania, 1992.
_____. Hemos llegado a Ilión. Coral Gables: La Torre de Papel, 1995.
BARQUET, Jesús J. Nueve criterios para armar y una conclusión esperanzada. En: BARQUET, Jesús J.; Norberto Codina (org.). Poesía cubana del siglo XX. Antología. México D. F.: Fondo de Cultura Económica, 2002. p. 7-39.
BLANCO, María Elena. Alquímica memoria. Madrid: Betania, 2001.
CAULFIELD, Carlota. Angel Dust/ Polvo de Ángel/ Polvere D’Angelo. Introduction and Translation by Carol Maier de Angel Dust, introducción de Miguel Ángel Zapata de Polvo de Àngel, Notizia e traduzione di Pietro Civitareale de Polvere D’Angelo. Madrid: Betania, 1990.
_____. Autorretrato en ojo ajeno. Madrid: Betania, 2001.
_____. The Book of Giulio Camillo/ El Libro de Giulio Camillo/ Il Libro di Giulio Camillo. Oakland: Eboly Poetry, 2003.
_____. Movimientos metálicos para juguetes abandonados. Islas Canarias: Gobierno de Canarias, 2003.
COLONNA, Vincent. Autofiction & autres mythomanies littéraires. Paris: Tristram, 2004.
FORNET, Ambrosio: Memorias recobradas. Santa Clara: Capiro, 2000.
GALLIANO, Alina. En el vientre del trópico. Prólogo de Carlos Franqui. New York: Serena Bay Books, 1994.
_____. Otro fuego a liturgia. Prólogo de Aimée G. Bolaños. Epílogo de Octavio de la Suarée, Madrid: Betania, 2007.
HALL, Stuart. Da Diáspora. Identidades e Mediações Culturais. Liv Sovig (org.). Belo Horizonte: Ed. UFMG/ Brasília: Representção da Unesco no Brasil, 2003.
HAREL, Simon. Le fauteuil d’écouté. En: HAREL, Simon, JACQUES Alexandre, ST-AMANT, Stéphanie (orgs.). Le cabinet d’autofcitions. Montréal: Cahiers du Célat-UQÀM, 2000, p.25-44.
____. Braconnages identitaires. Un Québec palimpseste. Montréal: VLB, 2006.
ISLAS, Maya. Merla. Madrid: Betania, 1991.
_____. El Viaje de una Mujer Sola, 1995-1996. [Inédito]
_____. Quemando luces. Madrid: Betania, 2004.
_____. Movimentos de transcultura. Traducción de Véra Lucia dos Reis. En: HANCIAU Jacques, Nubia, CAMPELLO, Eliane T. A., PRATTI DOS SANTOS, Eloina (orgs.). A voz da crítica canadiense no feminino. Rio Grande: Furg, 2001, p. 263-288.
MORO, Lilliam. Cuaderno de La Habana. Madrid: Ars Millenii, 2005,
PITA, Juana Rosa. Cantar de Isla. Selección y prólogo de Virgilio López Lemus. La Habana: Letras Cubanas, 2003.
_____. Pensamiento en el tiempo. Miami: Amatori, 2005.
ROBIN, Régine. Cybermigrances. Traversées fugitives. Montréal: vlb, 2004.
SPIVAK, Gayatri. Death of a discipline. New York: Columbia University Press, 2003.
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AIMÉE G. BOLAÑOS
Cienfuegos, Cuba, 1943). Ensayista y poeta, profesora universitaria, crítica e historiadora literaria. Doctora en Ciencias Filosóficas, rama de Literatura Latinoamericana, Universidad de Rostock, Alemania. Postdoctora en Literatura Comparada, Universidade Federal do Rio Grande do Sul, Brasil. Profesora de la Universidad Central de Las Villas (1965-1997), fue presidenta del Consejo de Redacción de la revista Islas (1968-1997). Ha impartido cursos y conferencias en universidades de Ucrania, Alemania, Brasil, Argentina, Canadá, México, España, Portugal, Francia. Ha desempeñado funciones de dirección y asesorado a críticos e investigadores literarios, también tutorado tesis de licenciatura, maestría, especialidad y doctorado. _ Desde 1997 reside en Brasil, donde se desempeña como profesora de Literatura en el_Instituto de Letras e Artes_de la_Universidade Federal do Rio Grande._Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Ha publicado en las revistas: Bohemia, Revista Cubana de Literatura, Islas, Videncia, En Julio como en Enero, Huella, Lateinamerika, Glosas Didácticas, Espacios, La Colmena, Quadrivium, Sugar Mule, Iberoamericana, Caribe, Hispanista, Alhucema, Letras de Hoje, Organon, Artexto, Cadernos Literários, Interfaces, La Revista del Vigía. Eventualmente realiza traducciones del portugués al castellano. Actualmente se dedica al estudio de la poesía femenina.
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Para leer datos completos de la autora, poemas y libros pulse aquí:
http://palabravisual.blogspot.com/2008/04/aime-g-bolaos.html
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miércoles, 21 de julio de 2010

VAGABUNDO EN LA CIUDAD QUE NOS EMPINA, un acercamiento a Citywalker


Trabajar con las lecturas desde casi un año, para el blog, en vez de guardarlas solo en mi archivo mental, me ha hecho una mejor persona con diferentes amplitudes que rompen el esquema del gusto y se vinculan con los términos poéticos y estilos de los autores. A veces doy un giro de 180 grados de una lírica a otra, del descubrimiento que primero es reto y después disfrute. Estas son las propuestas de un proyecto que busca reseñar esas lecturas para que en este mundo apocalíptico y a la vez cambiante y esperanzador, uno pueda detenerse, sentarse en el aire con los pies colgantes, ajeno a lo que zozobra y listo para agudizar los sentidos que una obra que inspire siempre provoca.

Hoy les voy a hablar de un Vagabundo en una megacity, no uno cualquiera que atraviesa con hambre nada más, ni como una sombra (según el bolero), en una ciudad cosmopolita como New York. Son los pasos de un muchacho que lleva una brújula en busca de un arco iris, que se interroga sobre lo que tiene, no sobre lo que ha perdido. Lo hace con una belleza que prende a seguirlo como si uno tomara un mapa turístico pero en vez de las arterias y avenidas de los rascacielos y esa isla donde Walt Whitman preñó con sus versos a una Manhattan luminosa, Orlando Ferrand, el autor de Citywalker, ha penetrado en las arterias que van al corazón de las personas que la habitan, como seres vistos ante un foco que los retrata y coleando, porque también padecen el insomnio de asumir el tiempo inalcanzable que esta ciudad ofrece instantánea, al que la padece porque allí vive, y al forastero:

Fotos de Juan C Recio
He estado buscando nenúfares en el pavimento
el brillo de un diamante en los ojos de los transeúntes de la ciudad
Ah, muchacho de pueblo
sé precavido con la Promesa de una noche interminable
bajo los puentes
La vida es también un puerto azul
que le tiende la trampa al marinero
Y me alejaré
Y levantaré paraguas contra los aguaceros torrenciales
Y preguntaré a los forasteros
no por lo que he perdido
sino por el retorno de mi Arco Iris
¿Dónde está mi Arco Iris?
¿Hay acaso un Arco Iris en Nueva York después de la tormenta?

Porque en este texto que se traduce como dice su autor: Decidí traducir Citywalker, que es un neologismo que creé en Ingles uniendo estos dos sustantivos—City and Walker—no, con la connotación de “transeúnte” o Caminante de la ciudad en su forma literal, sino mas bien de Vagabundo, término que me parece mas apropiado para el personaje del poema

Lo considero acertado y lúcido porque él no es un andante cualquiera en una ciudad que se empina, es como uno de esos muchachos de pueblos llegados o nacidos para las grandes ilusiones y como un lente preciso aparece con sus versos bajo la intemperie:

Foto cortesía de Orlando Ferrand
Isla, fragmento de luz,
Tierra Prometida cuando sueña el caballero en su vigilia;
Isla donde la tenue luz transforma la nieve
en aguas tibias
Isla, incierta isla
donde el sueño del caballero desciende en picado sobre el mar


Y su tono crece con la presición de un cortador de césped que mira una ciudad perfecta en todas sus líneas y horizontes, pero a la vez una ciudad que puede aplastarte de tal modo como el fragmento citado arriba de su texto Paisaje con Soñador Quijotesco del modo donde uno necesita ser un soñador que doma en la vigilia para no perderse como un número entre la masa gris, para enfrentar:


Foto cortesía de Orlando Ferrand

Gigantes, que se escapan del reloj de arena diminuto
La vida es sólo un sueño en la armadura corroída del caballero
Ellos parecen ser molinos de viento
Ellas parecen ser muchachas, campesinas encantadas


Y el lector comienza a recorrer desde su encantamiento el suyo propio, porque en la fuerza de ese lirismo y en la fantasía de crear una atmósfera donde el autor se sostiene como el personaje capaz de confesarnos sobre sus luces y sus temores, llega esa verdad no oculta para ningún transeúnte, como un canto de amor para poder sostenerse:

Susurré:
Necesito tus manos acariciando mi geografía perdida;
Tropecé en las carreteras de los recuerdos
Sepulté a los muertos;
Ví la caída de ángeles en los callejones con las alas rotas

Es así como el lamento que da por título a este fragmento arriba citado, Padre, Padre por qué me has abandonado, viene como una oración y un místico emblema de quien cruza la ciudad sobre su abismo como un Cristo moderno que sin divorciarse de aquel Mecías cruza sobre las aguas tendencioso e ilustrativo en su mensaje:



Foto tomada de Guía turítica online

Tenemos que reconstruir esta ciudad para nosotros dos
y abrazar el nuevo siglo en los pastos verdes del Parque Central
y caminar sobre el agua


Para, en ese mismo texto, no dejar de confesarse porque el poeta padece el reflejo de las luces y porque detrás hay una vida que también necesita ser alumbrada:

Puedo revelar mis secretos:

Le temo a mi necesidad de anclar mi corazón lo antes posible;
No puedo andar con bastones de oro o de plata; no puedo andar


No es una contradicción para asustarnos, como su estado de ánimo y dentro de un discurso que siempre va descubriendo y listo a marcar un territorio de sobrevivencia y esperanza, en Citywalker uno sabe componerse, no como el ruido inmisericorde de los trenes veloces que pasan calientes por debajo de los pies, sino arriba contra el cielo y el sentimiento donde el poeta nos lleva a mirar:

Foto de Juan C Recio
Y me compongo poco a poco
listo para abrazar al milagro
en el corazón de Manhattan.


No hay final posible anunciado para este libro de poemas, cuando supuestamente se acaba, uno sabe, como El Vagabundo donde se nos personifica el poeta, que sobra el tiempo para redescubrir, como él lo hace con ese asomo de intertextualidad sobre pasajes bíblicos y con este paisaje postmoderno y complejo de una ciudad que no es solo las alturas, que necesita como todas, un Ángel, como en este poema, (donde cito un fragmento):
Foto tomada de Guía turítica de NY, online
ÁNGEL

Esta no es la última parada de este tren
Sólo recuerda el Éxodo

He visto las carrozas del destino
He abierto mis ojos para poder verte
Y mis oídos

Para escuchar tu lenguaje misterioso
Cantando en las calles del barrio
Bajo la lluvia

Y tu subiendo hasta la Eternidad
En tus plataformas retro
Y el trapecio
Y el gesto del mago
advirtiéndote del peligro
de saltar contra los vientos
Y las inundaciones de las zanjas callejeras

Respira, Ángel
Usted necesita un poco de verdadero oxígeno, mi niño
Y la mano de Dios sobre su cabeza Foto tomada de guía turistica NY, online

Recuerdo el tono sepia de sus párpados
Y el cuerpo finalmente encontrado en los embarcaderos
Como si realmente hubieses brincado en tu Mar Rojo,
Ángel
Recuerdo sus casi 20 años
en esa forma casi insomne de pasearte
por el Lado Salvaje de Manhattan
Y las sirenas conquistando la ciudad,
Y el olor a dolor
cerca del muelle agazapando sueños zozobrosos
En la sed de los visitantes de la ciudad,
En el sudor de los corredores de la ciudad,
En el semen de los animales de la ciudad
Buenas noches, Ángel
Todavía construyo un templo;
El Hijo Pródigo en mí tiene que encontrar
Su camino de regreso



Juan Carlos Recio
NY/ 21 de Julio del 2010.

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Citywalker

Foto guía turítica de la ciudad, online


I’ve been looking for water lilies on the pavement
for a diamond’s shine in the eyes of City walkers

Oh, village boy
beware of the Promise of an endless night
under the bridges

Life is also a blue port
setting the trap for the sailor

And I will walk away
And I will raise umbrellas against the rainstorm

And I will ask the strangers
not for the loss
but for the return of my rainbow

Where is my rainbow?
Are there rainbows in New York after the storm?

***************************** foto tomada guía turítica de la ciudad


Landscape with Quixotic Dreamer



for Robert F. Cohen

And loneliness is always a blue port
setting the trap for the sailor

Giants, escaped from the tiny hourglass
Life is just a dream in the knight’s corroded armor

They seem to be windmills
They seem to be enchanted country girls

The magician lets his doves fly and tells the traders:
A man is dreaming while riding a white nag
Lonely nag,
Old and dusty shadow walking around the damp shed

Lonely knight recalling passages
rewriting the Book

And the giants and the sweet country girl just go away;
The knight crosses the bridge.

Island, fragment of light,
Promised Land the knight dreams of in his vigil;
Island where the smooth light transform the snow
into warm waters;
Island, uncertain island
where the knight’s dream nose-dives into the sea.

The dreamer hides in his contour
the windmills’
giants’ arms
gallivants around the princess, enchanted country girl;
He meanders, his eyes opened to the dusty whirling wind.

Island, the knight just went away
Awakened knight in your sleepy waters

Island, dreamed Island,
You are only a place for an endless sequence of shipwrecks.


******************************
foto tomada guía turistica de la ciudad


Eli, Eli, Lama Sabachthani

I walked into the dizzy steps of transient guests,
I walked into the details of your shadow
with the precision of Leonardo Davinci

Stranger
knocking at your door
asking for the Promise of Love I’ve been awaiting

I am hunting in the wilderness
the light of the Messiah seducing my animals instincts,
softly undressing my hidden disappointments

We walked into the night;
I saw the Red Sea defining my muscles

I whispered:
I need your hands caressing my lost geography;
I stumbled in highways of remembrances;
I buried the dead;
I saw the angels fall into the alleys with broken wings

We need to rebuild this city for the two of us
and embrace the new century in the green pastures of Central Park
and walk on water

I can disclose my secrets:
I am afraid of my need to anchor my heart as soon as possible;
I cannot walk with golden or silver canes; I cannot walk
I am thirsty and hungry
engulfed in the midst of many nights of sleepless tribulations

And I turn around my head and gaze at the Riverside Drive
defining this island of multiple nostalgias
slave in Wonderland slowly killing the touch of your hand

foto cortesía de Orlando Ferrand

I am smoking my last cigarette; I am losing it
this is my last run; I am crashing
this is my last shot of tears; I am dying

*************************
foto guía turística NY, online


Do you believe in Love?

I am walking
“Stairways to Heaven” like in the old song
I am crazy, Patsy Cline

I don’t have time for the Promise of late prophets
announcing the Apocalyptic End

I am building a temple
In this body

I am building a temple
me, a churchless man

And I pick up myself and walk
ready for a miracle to happen
in the heart of Manhattan.

*************************
foto guía turistica de NY, online



ANGEL

This is not the last stop of this train
Just remember the Exodus

I have seen the chariots of fate
Opened my eyes so I could see
And my ears

To listen to your mysterious language
Singing in the streets of the Village
Under the rain

And you climbing over to Eternity
On your retro platform shoes
And the trapeze
And the gesture of the magician
Telling you to stop
Jumping against the winds
And the gutter floods

Breathe, Angel
You need some real oxygen, baby
And the hand of God over your head

I remember the sepia tone of your eyelids
And the body recovered from the piers

Like you really jumped into your Red Sea,
Angel

I remember your 20-year-old-something
Insomniac kind of walk
On the Wild Side of Manhattan

And the city sirens,
And the smell of pain
By the water front capsizing dreams
In the thirst of city walkers,
In the suet of city runners,
In the seed of city animals

foto guía turística de la ciudad

Good night, Angel

I am still building a temple;
The Prodigal Son in me needs to find
His way back,

My way to The Promised Land
And plant yellow sunflowers in November
And breeze all the air of the World
To the exhaustion of my always desire to be
Just a good man, just the son of daddy God

And dance in the trapeze for that matter
Bye Babylon

The top of your tower may never reach
the sky blue of Angel’s eyes.

Traducción de los textos de Orlando Ferrand
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Link that lists all the booksellers where Citywalker is available/ Este es el enlace donde se encuentran todas las librerias que tienen Citywalker a la venta:

http://books.google.com/books?id=MJSJEN85cLcC&sitesec=buy&source=gbs_buy_s&cad=0

Link published by Google Books where the reader can enjoy excerpts of Citywalker. A few poems were published by permission of the publisher PublishAmerica for marketing purposes./ Publicado por Google Books, este enlace acerca al lector a la obra “Citywalker” con algunos fragmentos de la poesia y algunos poemas en su totalidad con permiso de la editorial PublishAmerica para promocioonar el libro:

http://books.google.com/books?id=MJSJEN85cLcC&printsec=frontcover#v=onepage&q&f=false

Link to PublishAmerica’s bookstore where “Citywalker” can be purchased directly from its publisher./ El enlace a la libreria virtual de PublishAmerica donde el lector puede adquirir ejemplares de “Citywalker” a traves de la editorial que lo ha publicado:

http://www.publishamerica.net/product90609.html

The link to PublishAmerica, the Publishing House that published my book. It’s one of the most outstanding Publishing Houses in the US. /
El enlace a la editorial PublishAmerica que publico mi libro. Una de las mas importantes en los Estados Unidos en estos momentos.:

http://www.publishamerica.com/
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Artist Bio:

Orlando Ferrand-Rodriguez is a painter and multimedia artist born in Cuba in 1967. His work has been shown in Cuba, Mexico, Spain, Italy, Germany and the United States in different venues from the MassMOCA to the Miller Theater at Columbia University in NYC. Orlando has collaborated with Roshenberg, Heiner Muller, Makiko Ogura and John Stolzberg from the Disney's Studios and has designed sets for theater and film. He's been an Artist in Residence at Princeton University and the University of La Laguna in the Canary Islands. Orlando Ferrand graduated from the Instituto Superior de Arte, Cubanacan, La Habana, Cuba in 1992. He is currently enrolled at Parson’s School of Design and Pratt Institute in New York City.

"I started working on the series Orlando's Tarot Deck in 2004 and most recently, in 2007, on the series of sculptures Clay Explosions. Since I've always been preoccupied with Universal Archetypes, this work represents my own need to reconnect with and live though my own memories and cultural heritage. Both series, Orlando's Tarot Deck and Clay Explosions, represent the healing journey through re-interpretations of the Tarot Deck Major Arcanas, as well as Indian and Afro-Cuban mythologies, in an attempt to gain wisdom and depict beauty by following universal forces at play. Exploring the nuances of memories, I've been able to reunite myself with ancestral links to reach a state of awareness by gaining emotional and spiritual balance."

Orlando Ferrand-Rodriguez
Minibiografía del artista:

Orlando Ferrand-Rodríguez, pintor y artista que se expresa a través de múltiples medios, nació en Cuba en 1967. Su obra se ha expuesto en su país natal, México, España, Italia, Alemania y Estados Unidos, y en diversos ámbitos, desde el Museo de Arte Contempóraneo de Massachusetts (MassMOCA) hasta el Teatro Miller de la Universidad de Columbia en Nueva York. Orlando ha colaborado con Roshenberg, Heiner Muller, Makiko Ogura y John Stolzberg de los Estudios Disney y ha diseñado decorados para teatro y cine. Ha sido "artista en residencia" en la Universidad de Princeton y en la Universidad de La Laguna en las Islas Canarias. Orlando Ferrand se graduó del Instituto Superior de Arte, en Cubanacán, La Habana, en 1992. Actualmente cursa estudios en la Escuela de Diseño Parson y en el Instituto Pratt, ambos en la ciudad de Nueva York.

"Comencé a trabajar en la serie Orlando's Tarot Deck en 2004 y más recientemente, en 2007, en Clay Explosions, una serie de esculturas. Puesto que siempre me han interesado los arquetipos universales, esta obra representa mi propia necesidad de reconectarme con mis recuerdos y con mi propia herencia cultural y vivir a través de ellos. Ambas series, Orlando's Tarot Deck y Clay Explosions, representan una trayectoria de recuperación mediante los arcanos mayores de los naipes del Tarot, así como de las mitologías india y afrocubana, en un intento de adquirir sabiduría y manifestar la belleza obedeciendo a las fuerzas universales en juego. Explorar la gama de los recuerdos, me ha permitido reencontrarme con vínculos ancestrales para alcanzar un estado de conciencia de equilibrio emocional y espiritual"

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lunes, 19 de julio de 2010

Maldicionario, una forma de decir sobre la búsqueda.

Hay muchas formas de acercarse a una persona, aunque físicamente esté lejos, hay otras miles de mirar a su corazón, porque un misterio de fuerza nos ilumina a esa curiosidad. Otras veces mientras conocemos qué piensa el otro, cómo se proyecta, por las cosas que sus manos son capaces de brindarnos, un rostro, un sentido de pertenencia. Cuando ocurre es como encontrar un tesoro que no presume de piedras preciosas o de espinas, lo que importa es que no sea un invento.

Esto me acaba de pasar con Margarita García Alonso, cuando un libro suyo de poesía llegó a mi correo. Hasta ahora solo había visto todo lo visual de sus pinturas, todo el color que pone, a veces a la rabia, o mejor a la emoción de vivir, para ser amada, o para que se sepa de dónde son los cantantes y “otras”, más controversial y veloz que la luz de un relámpago.

Pero, yo casi nunca escucho las palabras buenas o malas que se lleva el viento, vengan de donde vengan; prefiero buscar en lo que se ofrece ante mi vista, en esa forma visionaria de entender a la persona, no por una afinidad, un gusto, un talento, ni otra razón demasiado predecible, prefiero el reto de llegar más lejos, o más cerca, o más profundo, según convoque a pensar, según me inspire o me devuelva ese jugoso matiz sin inocencia, que el buen arte, el verso bien escrito, hace mucho más ruido que cualquier ventolera.

He vuelto a releer Maldicionario, porque sin la malicia de un hechizo u otra cantidad de palabras que pudieran como una pedrada, darnos, justo en la conciencia, Marga arriba a la soltura que solo la libertad de su yo, y una presencia bien intencionada, del verso, el dominio de quien sabe encontrarse en la forma de decir, y donde inconcientemente nos hace parte, de esa búsqueda incesante de retratar estas historias, que lejos de la ficción, -aún si parecieran- nos tocan con mucha fuerza, con una gracia que también sabe encantar:



He sido penetrada por sucesivas enredaderas,
anduve sola traduciéndolas, traduciéndome
a una lengua extraña, incesantemente en dudas,
vaciando palabras, contando letras.

Aquí arribamos después que nos dijera:

Como el río tajante, no el afluente ni el remanso,
como el caudal de agua arribo a la edad donde todo es permitido.
Pez con pluma sumergido en la tinta del desvelo
mancha negra y amarga la lengua.
El “caso” es feo-dice San Juan-
en la montaña presiente que volverán los elementos.
La copa de los árboles desciende a mi mano,
el ramaje, la evaporación subterránea me ilumina

De modo que su tono y ritmo se mantienen, en esa disposición donde se alinean los astros y como el resplandor del cielo, ella va confesando su amor incondicional, sus pérdidas, las comparaciones de tiempo-espacio-lugares-recuerdos-existencia y una manera de vivir que ha sido y es capaz de provocar esta catarsis.

Una mujer así, con todas las vestiduras que se quita, para mostrar sus cicatrices sin complejo ni culpa, es tan bella como una amenaza, y juro que he visto esa belleza que puede arrástranos en la calle, semejante al agua que violenta una raíz, que sale con su porción de tierra, como a veces ocurren dentro de las dificultades, que también provoca la tempestad cuando se avecina, o una mujer que tiene bien puesto su corazón bajo la piel, que se atreve a contarnos todas las verdades que se necesita para llegar a conocerla:


Dibujo de Zaida del Río
Heme rodilla hincada cuando arriba la ahogada.
Heme promesa de aceituna, el centro escondido y duro.
Heme campo de trigo, irreprochable
cuerpo ceñido al paso, hasta la hormiga.
Cuando me violó el hombre sin rostro,
en horizontal posición cerraba mis ojos, tapaba mi boca
acompañaba la tarde con el chirrido de la sabana.
Yo menstruaba por el ojo de la desolación.

En ese campo donde su cuerpo poético me deslumbra, también la he visto como una espiga contra el viento, apasionada y tierna, y por qué no, escapada de todo lo que tal vez devuelva una imagen que teme a la zozobra:

Huí de mí que era la muerte y la escasez
de recursos.
No existe aún una sola razón para quedarme

Aunque también, con esa música de las palabras donde se proyecta, madura y fuerte desde su voz, que es hija-esposa-amante-exiliada, otra razón de peso me conmueve:

Hubiese podido quedarme si no fuera por mi frágil
corpulencia y esa antigua seducción hacia el desastre.
Heme de regreso al hueco de la aguja,
cabeza de alfiler donde las brumas queman,
los mediodías son plomizos lamentos
las tardes deshacen el mundo,
la noche aterra.

Así como un pincel y muchas caras, pueden desarmar los cuerpos que tal vez se oculten en las manchas de lluvia, que tienen la ilusión de los encuentros reales, como insectos que podrían alimentarse de nuestra sangre, Maldicionario, nos pica esa desazón donde no entran los claros-oscuros o los negros intensos de una inutilidad o desarraigo, todo lo contrario, sin ser el bien o el mal, la autora no predice lo que cuenta, ella prefiere ser un testimonio elocuente, de una espiritualidad muy diversa, dispuesta también a hacerse constar.

Hago constar

He escrito mucho y publicado nada.
Al abandonar la isla temí no tener derecho a la palabra,
me habían borrado poco a poco el poro y la saliva.
Debí aprender, con urgencia, otro idioma
no encontré a nadie, en esta ciudad brumosa, con cuatro libros.
Padecí el síndrome de Groenlandia.
Pedí consejos, toqué puertas para pertenecer a un grupo y no se abrieron.
Descifré que la loca quería salir al mundo.
Desde hace meses lo intento y os maldigo.
He venido sola.







Juan Carlos Recio
NY/ Julio 16 del 2010

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Maldicionario



"El gran cansancio de la existencia no es más, tal vez, que el enorme trabajo que nos tomamos para ser razonables durante veinte, cuarenta años y más, para no ser simple y profundamente uno mismo, es decir: inmundo, atroz y absurdo. Una pesadilla, tener que presentar desde la mañana hasta la noche un superhombre, como un pequeño ideal universal, al subhombre claudicante que se nos ha dado."
Céline.


Como el río tajante, no el afluente ni el remanso,
como el caudal de agua arribo a la edad donde todo es permitido.
Pez con pluma sumergido en la tinta del desvelo
mancha negra y amarga la lengua.
El “caso” es feo-dice San Juan-
en la montaña presiente que volverán los elementos.
La copa de los arboles desciende a mi mano,
el ramaje, la evaporación subterránea me ilumina
y considero estéril la pervivencia sin ti.
De Aans la contracifra, su ojo rasgado, el puñal,
el zarcillo, el vino que desciende de la vecindad,
al pliegue de silencio.
El príncipe impone el baile descompuesto
delante de doncellas iletradas que se resisten
a escupirme si doy lengua al trapo
y sacudo mutilaciones en la vía pública.
Miradas bajo un tren que derrapa, pero este cuerpo,
este cuerpo no toca ángel, hastía.
Mal de amada, “malamada” ejerzo en Fuencarral
cabeza baja, buscando el paso.
Mi ancianidad frente al rustico mancebo que parafrasea
profecías, la daga y la burla de la mañana a la noche
durante novecientos días.
Donde metí el pie caí fatal en una muralla de insectos.
El Pinus-conus de Canadá suspendido a la nube
cobija agujas y desaparece en los granos de bellota
donde la sabiduría falsa entretiene al relámpago.
El poder de la burla diezma al rebaño que pasta bajo el vendaval.
Con ruidoso trueno Aans levanta guarida.
Como pieza mal cortada tiño canas -firme el color por tres semanas-
mientras Aans moretea el vacío que desciende a Dos de Mayo,
desvaneciendo toda ilusión.
Mi cabeza encristalada, la comisura del labio caída.
A cada despertar paso cuchilla a la textura,
nada de carne, huesos, restos…
Aans te “vaginaré” demencias, agitaré hilos de letras
te haré caos y maldeciré un libro.


Huidas


“No me he hecho, me han hecho”.
Goethe.



Huí de lo que representaba esfuerzo y sobre todo de esa ventana
donde vi pasar a Madame Bovary, al perro, al
descendiente de vikingo
con el pelo rojizo en las axilas.
Hui del oleo que da látigos a mi vientre,
envenena las manos y salta a los muebles,
se enmaraña en mi pelo como una legión de enemigos.
Hui del aguarrás que come iris, vista, desvelo
Huí de la cola de conejo que seca, mata, e impone
esta imagen de drogada que deambula
hasta el estante de cigarrillos negros.
Hui de la palabra que doma,
del frasco en que piensa la gente,
del murmullo que desmiembra si mi nombre no parece
en la sección de conocidos locales,
autorizados o negados poetas que chocan dientes
en el interior de pequeños embases donde depositan la herencia.
Huí del campo donde jamás asenté cabeza
en noche silenciosa, sin grillo, luna,
huí de donde perdí el gusto por la charla,
enfondada en botas de cuero rustico, enlodadas
por la marcha en el bosque, vi el reflejo
de todo lo que vendrá al humano.
Huí del barranco en el que solía ser Mer de la Manche
sin interesarme el último estreno.
Huí de mi apego a rumiar pasiones despiadadas,
huí de mi madre que cuenta el pulso,
desde la sombra me retiene en muchacha.
Huí de mi hija, huí pavorosa arrastrando el mantel,
la alivié de mi inútil presencia con mi
carreta desvencijada por los viajes que no puedo hacer
a cierta isla, y los largos inviernos.
Huí de las cajas repletas de cartas,
veinte años de exilio en sobres amarillos,
sellos de mariposas de un país que encierra
al Hombre en un friso que nunca acaba.
Huí del indolente, del acuchillador
con la herida redonda del ombligo
la tripa colgando, enredándose en los caminos.
Huí del pasajero incierto que toma vino
en la despedida aclaré que no hago promesas.
Huí de mí que era la muerte y la escasez
de recursos.
No existe aún una sola razón para quedarme.


El ángel rasgado


En sí misma, toda idea es neutra o debería serlo; pero el hombre la anima, proyecta en ella sus llamas y sus demencias; impura, transformada en creencia, se inserta en el tiempo, adopta figura de suceso: el paso de la lógica a la epilepsia se ha consumado... Así nacen las ideologías, las doctrinas y las farsas sangrientas.
E.M. Cioran



Aans apareció como un ángel desesperado,
había atravesado Europa, matado en una riña, buscaba papeles que le permitieran nombrarse entre los humanos.
Por entonces yo remiraba las silabas sin poder hilvanarlas, e hice don de los míos.
Arranqué mis huellas dactilares, la pegué en sus dedos,
le autoricé a fecundar, robar, seguir camino.
Aans se empeñaba en acompañarme,
en aprender mis gestos se amaneraba delante de los espejos,
nunca llegamos a soportar que el otro fuera reflejo.
Cuando le abandoné en el otoño del 2008 vi que lloraba,
conocía como sería cuando llegase a viejo.
Días después se arrojó en el metro de Madrid.
Nadie se salva, ni Aans que borraba oráculos maléficos;
ni Aans que es la antítesis de sueños.
Yo he seguido envejeciendo en la estación donde nada pasa,
recuerdo sus greñas atadas a mi infancia como madejas de nudos
sobre la espalda que carga barcos, sacos de cemento
sube y baja sin construir el cielo que deseamos.
En La Puerta del Sol aplauden a varias generaciones que
bajo excesivo rigor
inclinan la cabeza por miles y miles de ángeles caídos,
mientras chasqueo el papel en que dibujo su rostro.
No he vendido nada, dejaré el café para otro día.
Los mismos seres, los mismos gestos, los mismos chillidos
los mismos negocios, el mismo repetible olvido.
Todo se olvida, hilvanar silabas, hacer frases,
investirme en un personajillo que nombran,
esperando que el cuerpo no sea estorbo.

Afuera nieva y entra ese humito blanco
de madrugada humillada que basta al hueco de su cráneo.


El gato de Schrödinger


Cuando falta la cola o la crin, el caballo está enfermo,
es solo cuerpo que trota sin la posibilidad espiritual del viento.
El sol se fue a putear al fondo de las nubes
después de hacerse el nulo en los acantilados.
Estoy recogiendo fragmentos, quizás se salve algo de la mañana.

El gato de Schrödinger ha desaparecido
supuestamente atado al caballo.

Un átomo radiactivo y una botella de veneno
ocupan el interior de mi cerebro donde nadan
el absurdo, la obsesión y el despilfarro.

Mi desespero no es por el gato muerto, estoy febril.
¿Dónde está el problema, si yo no quiero saber la solución?
El pintarrajeado travesti se pavonea en la acera
con la ilusión de que el enano tuerto se equivoque de estación.
La sombra acaricia entrepiernas, toda ecuación del mundo está en el sexo.


Cinquanta, cinquante, cincuenta- Matanças.



"Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste". Alejandra Pizarnik



Sin cuenta sobre el campo infecundo
me retiro al Mar de la Mancha.
Estoy en el gran exilio, la vejez que aterra
estira el manto, llega sin darme cuenta.
Fijaos, el espíritu quiere permanecer y la lógica
me hunde en cincuenta letras de la cábala.
No ha sido en vano: he llegado a Europa con
tres o cuatro vidas sueltas.
Ni isla ni continente salvan la mitad en Matanzas.
El viaje comenzó en una oscura estación de trenes
el techo plateado el techo de arcilla punteaba al cielo
- me da por imaginar Ur des Chaldéens-
los persecutores llevaban perros,
yo me escondía en los pliegues de la brisa.
La multitud mataba el aire con gritos
agonizaba en el detalle que traducían a una lengua muerta
so pena de perder vida.
Harrân podía ser el puerto donde jamás volvería,
pues el rey Nimrod apenas soportaba el roce de su cabello.
Medía el tiempo en la sucesión de túmulos en papel,
en la noche cerrada me movía, en la arena el viento helaba
“Quitte ton pays…et sois une bénédiction”.
El Éufrates, el Canímar, el San Juan, el Yurumí
cualquier rio borraba huellas, pero el lodo
me impedía avanzar, ensuciaba los escritos.
Puede ser Ur, pero es Matanzas, la que estruenda el eco de Sinaí.
“Cubre el rostro Sara”, -el siroco comienza-
“di que eres mi hermana, abre lienzos y carnes al faraón,”.
Penetrada por Abraham ataba mi cabello
con la argolla del alba nutría las aguas,
rompía tablillas de tierra, mamaba otra lengua,
desmoronada en brazos de la nada.
Dios me enviaba cabras, leche, miel
al epicentro del cantico y el mar de sal seguía en los dedos,
el mar muerto en el cuerpo cada año que pasaba.
Mi hermano degolló carneros, y yo hacia el Este,
¿ dime, me tragará el desierto?
La ciudad donde nací, es el eje de la polémica:
si fui , si fui otra, ahora no recuerdo.
Solo el viaje desde el azulado puerto,
la amurallada Habana hasta el acantilado francés
Madrid donde fui puta dando a la lengua que había olvidado.
Tres países me nombran, en tres me maté a cuchillo.
No hay tumbas, solo grabados en el polvo:
Canaán, Hébron, Matanzas.
Mi madre aparta el arroz sobre las nubes rosadas
mi padre contempla las gaviotas, quizás sepan que estoy en otro lugar.


Madame Bovary



Y tenían por rey al Ángel del Abismo, cuyo nombre en hebreo es Abaddón, que significa El Exterminado. Apocalipsis según el apóstol San Juan.



Enfundada en terciopelo y encajes roídos
por oraciones que aniquilan en medio de la calle
toco la ventanilla de los coches, tiro piedras a la llovizna
de cualquier día en Normandía,
- todos se confunden para el ojo ciego-.
Me he liado un cigarrillo, no tengo ganas de zurcir
guantes, ni de hablar a los viajeros, de nada
en el instante donde sé que hay una aguja en la manzana


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Datos de la autora

MARGARITA GARCÍA ALONSO: Matanzas, Cuba. Reside desde 1992 en Francia. Licenciada en periodismo de la Universidad de la Habana. Miembro de la Organización Internacional de Cyber Periodistas. Poeta, periodista, pintora, grafista e ilustradora. Ha publicado los poemarios Sustos de muchacha, Ediciones Vigía, y Cuaderno del Moro, en la Editora Letras Cubanas. Premios en diversos concursos literarios. Laureada en la Taberna de poetas francesa, y publicada por Yvelinesédition, en marzo 2006. En el 2005 ilustró el libro de teatro A ciegas, de Laura Ruiz; y el poemario Nouvelles de Dan Leuteneger, Collection Emeutes. Numerosas exposiciones y premios de pintura en Francia, Polonia, España, Colombia. Traducción del libro Justo un poco de amor, de la poetisa Florence Isacc; y la portada de la antología de poesía Letras en la piel, Ediciones mis escritos, Argentina, entre otros.
Fotos y datos tomados de Efory Atocha, Blog de Santiago Mendez Alpizar, Chago.