viernes, 18 de junio de 2010

Queredlas cual las hacéis jóvenes poetisas del siglo XXI

Por muchas razones las antologías casi siempre son incompletas y nos sirven mejor para enterarnos sobre los autores que no conocemos o, sobre los que solo habíamos leído algún verso memorable. Pero Noel Castillo y Maylen Domínguez han hecho una selección en Queredlas cual las hacéis jóvenes poetisas cubanas del siglo XXI, que ilustra unas manos diestras para recortar y que no escape una época un sentido de pertenencia de estas muchachas, advertidas desde el lirismo, hembras que no están atrapadas en una femineidad que se haga respetar solo por ello. En la construcción de esta antología con 21 exponentes el lector queda con la boca abierta como ante una degustación completa de un sentido también de quienes armaron este álbum, con tijeras, bisturí o vaya usted a saber de que copón divino se valieron los antólogadores; pero era temprano al parecer para esos reflejos del corte preciso y yo pretendo que las dos cosas sean juzgadas, los textos que he seleccionado para uds de estas jóvenes poetas y el buen gusto de Noel y Maylen, advertidos nosotros que somos críticos con ojos de quien no vive lo suficiente como para dar otra vuelta de página sino es en el interés genuino que provoca, además las palabras hermosas con las que Noel Castillo nos desnuda desde su pupila insomne: a estas muchachas que nacieron para bien y para decantar sus verdades.

Juan Carlos Recio
NY/ Junio 18 del 2010.
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HOJEANDO UN ÁLBUM DE 1986…

Hagamos a las poetisas, armemos el álbum. Pupila velada sobre la cartulina –blanca, también, como la cuartilla, a llenar para un concurso–, sobre las tijeras o el bisturí, sobre el celofán. Aprovechemos que aún es temprano (y quizás hasta llevemos dalias en las manos). Como pidiera una de las retratadas: vayamos con ojos más feroces. No somos –como lectores que somos– más que timados, y por tanto nos creemos con derecho a hacerlas, adivinar su imagen, esa que nos embauca en la ilación de versos. Coloquemos cuidadosamente las fotos de estas que a partir de ahora entrarán en la adolescencia. Estamos en 1986, estamos y somos en esta fecha porque el tiempo inasible de la poesía todo lo permite…incluso espiarlas en los puntos disímiles de la isla calcinada por el salitre en la que habitarán. ¿De dónde llegan las fotos, de dónde los versos de las poetisas?1 ¿En qué libro figurará el poema que releo mientras unto de pegamento los bordes de cada imagen?

“Yo era joven entonces y andaba con soberbia
por los bordes del agua quebradiza.
Busqué mi rostro en los metales ciegos
en la panza de las cucharas
en los ojos del cordero desvaído…”

Texto entrecomillado. Discurso pudoroso entonces, vergüenza de ser romántico, temor a la efusión sentimental. De dónde vienen los textos de estas veintiuna retratadas, sino de la tradición, de un decantamiento más que sabido. Para que ellas estuvieran y las hiciera nuestra equivocación de lectores, pasaron más de cien años, y hubo una Tula de virtuosismo métrico malhadado, y una Luisa elegíaca; y Juanita Borrero, antes de pintar a los negritos pillos de Cayo Hueso, besó los labios de mármol de una estatua. Si es cierto (yo creo –yo sé– que es cierta) la pendular historia de las influencias poéticas, remendando a Bloom 2, aseguraría que ellas están constantemente reescribiendo sobre el poema-madre, ora lo niegan, ora lo vacían de significado, ora lo completan según su inopinada costumbre…

“…a la luz de los mecheros entreveía
mi rostro en los libros de adivinaciones
el desastre de la página del decapitado
la tijera, la inhóspita cabaña
el peso del astro en mi cabeza
que el Arquero amenazaba…”


De una lucha desgastante vienen los versos de estas muchachas. Desde el intimismo ahistórico de una Loynaz, a través del prosaísmo provinciano de la bibliotecaria María Villar Buceta; después de tamizar el desparramado –e inadvertido bajo la capa erótica– vocabulario anatómico-médico-doméstico de Carilda. Así llegan sus textos, perennes a pesar de los vientos huracanados de tanto cuestionamiento generacional o sexista. Y por eso quizás, sin pretender serlo, es este un dossier que parte de ambos presupuestos. Estamos en 1986 y las muchachas, las adolescentes, las niñas que aún no menstrúan, se retratan. Ahora mismo estamos hojeando el álbum. Ya intuimos de dónde vienen sus fingimientos poéticos, armemos la imagen. Esta de aquí recién cumplió los quince, pero otras cuatro ya se preparan para tamaña y glamorosa fecha. Quizás ya garabatean alguna redondilla en los cuadernos de clase. Aquellas cinco, o seis, o siete –no las he contado –ya usan corpiño…estamos en 1986, todavía las niñas pueden usar corpiño. Esa no, claro, solo tiene cinco años, ni siquiera escribe su nombre, ni siquiera sabe lo que es un verso, ni siquiera imagina lo desangrante que es, y será cuando así lo decida, vivir en la figuración literaria. Qué decir de la última fotografía recién llegada: solo dos años tiene la que figura al centro, sostenida por la madre. Ya aprenderá a lidiar con la palabra.

Veintiuna muchachas. Ninguna nació antes de 1970. Lindes grupales, rasgos pertinentes de los discursos de género: generacional o sexista…todo por lo que no quisiera incursionar antologador alguno en Cuba, hoy, cuando tanta antología de diverso tipo abunda. ¿Por qué no nacidas en fecha anterior al año de los Diez Millones? Porque estamos en 1986. El tiempo sin tiempo de la poesía así lo ha querido, y ninguna debe ser-estar aún escritora. Porque serán poetisas, las haremos poetisas, solo al leerlas entrando el siglo XXI. Para ese entonces ya habrán lidiado en concursos y recitales; tiempo y espacio suficiente para comprender que el poema-madre es el mismo desde Safo y Nosside, y sepan que así lo entendieron-negaron-completaron también Lina de Feria, como el animalito bajo la piedra, aguardando la llegada de una flor fea que la bota del novio –militar sin quererlo– no se atreviera a pisar; Sonia Díaz Corrales, tras pedir al Ábrego no se ensañase con ella y con los locos; incluso Damaris Calderón (quien para la fecha en que el álbum tome cuerpo, tendrá solo 19 años) aterrorizada como todo equilibrista que osa transitar precozmente por el filo de una hoja. ¿Por qué solo poetisas? Porque las poetisas, contrario a lo que ocurre en el balance de los géneros de la naturaleza, son las menos en el entramado de nuestra literatura. Porque serán y se sabrán distintas a mediados de los año 90:

“…Era joven entonces.
Mientras las muchachas se doblaban sobre
la eternidad de los sembrados
yo atravesé los puentes opalinos…”


Queda clara la diferencia que motivó colocar las fotos como escaques de ajedrez. De dicha superposición añosa vienen los versos, pasarán a través de ellas gracias a la inmaterialidad de sus cuerpos, se alinearán en cuartillas desde mediados de los 90 y darán de qué hablar a quines quieran verlas solo como epígonos de los y las autollamadas poetas de la promoción de los 80. Ganarán en capacidad comunicativa a través de la recuperación de la anécdota, del reciclaje del Kistsch, del pastiche. Parecerán frívolas respecto a sus antecesores inmediatos por preterir el componente ético, el choque generacional y familiar, por inquietarse en extremo por la insularidad, la emigración y las lecturas prístinas. Algunas alarmarán en su intento por dosificar la tropologización, afear el andamiaje catedralicio del poema-madre más inmediato, introducir un no sonido, o un excesivo sonido industrial, o volver a un hembrismo tremendista. Otras, totalmente libres –como no pudieron estarlo sucesivas fiestas de cumpleaños que algún álbum convirtiera en instante detenido– y conscientes de que es la suya una promoción sin líderes, retomarán el impudor confesional, o se metamorfosearán, una vez más, entre otras voces del fingimiento para ser monje, un soldado, una diva del cine mudo. Habrá otras sosegadas discursivamente, herméticas metafísicas, neo-coloquiales, post-conversacionales, líricas asépticas. Algunas, enraizadas en su afinidad electiva, llevarán hasta el verso otra margen sobre margen que de por sí implica su condición: el llamado discurso lésbico.
Hojeamos el álbum que se abigarra. Fotos llegadas desde toda la isla: otra particularidad. Están las que han crecido caminando sobre el asfalto metropolitano de La Rampa, o hicieron pipi junto a los últimos vestigios de La Habana amurallada; las que han destrozado sus zapatos domingueros de charol sobre las chinas pelonas trinitarias; las que han atravesado rotundas la calle del Medio en Matanzas, ansiosas por ver funcionar alguna vez el puente giratorio; las que han crecido escuchando increíbles canciones de la trova espirituana, o changuís de las lomas guantanameras; las apresadas por intramuros en Santa Clara, hacen de las aceras aledañas al teatro La Caridad, su malecón; la que nacida en un batey, ha descortezado con los dientes la caña sobre el mismo surco que le propicia el dulzor. Pero nada saben ellas de lo porvenir. Estamos en 1986, y el poema recidivo late sobre las sienes, sobre los dedos embadurnados de argamasa, se entrecruza con las tirillas de cartulinas desechas:

“Después no supe más.
Mi cántaro rodó sobre los calcios negros.
Cerca de la ciudad me encontraron esa noche
masticando canelas, desmadejada y loca" 3

Discurso femenino aun sin haber sido concebido por una mujer. De ahí las comillas en el texto.4 Muestra de lo engorroso de las clasificaciones, entredicho maravilloso para cuestionar esta propia antología. Paralelo para estas lucubraciones la voz del sujeto lírico. Como la lechera, hemos intentado armar un devenir; como su cántaro esta sucesión de los eventos bien podría venirse abajo, hacerse añicos incluso en pleno siglo XXI, cuando la poesía cubana atraviesa una etapa de reacomodos y sobreabundancia. Se produce así la traslación completa: nos queda el ardid para justificar el empeño, hemos hecho a las poetisas a partir de nuestra experiencia vital, nuestras lecturas; las hemos llevado hasta otro tiempo para cimentar el punto de partida, desde ese lapsus, a su vez, hemos traído el texto hasta el hoy que ellas significan. Nada ha de censurársenos entonces, las queremos tal como las hemos hecho, y hojeamos también hoy el álbum, a medida que ellas transitan los caminos de la isla, felices entre los signos, con el alma en un cántaro de leche.


Noel Castillo
junio y 2005.

1 Poetisas, aclaro. Son poetisas, aun cuando ellas mismas no quisieran esa elemental y castiza denominación, y odien el sustantivo que las pretiriera (marcado por discriminaciones y errores de interpretación). Poetisas son, como mismo las actrices son eso y no actoras, y las emperatrices lo fueron desde sus diademas sin aspirar a ser llamadas emperadoras. Las poetas no existen, la palabra no posee contenido en nuestro idioma, y pretender así llamarlas (o llamarse) es otra forma de (auto)marginación.

2 Harold Bloom maneja el término de “poema-padre”. Nada discriminador como puede apreciarse.

3 El poema en cuestión es “La lechera”, de Sigfredo Ariel (Santa Clara, 1962), contenido en el volumen Algunos pocos conocidos, Premio David, 1986; Ediciones Unión, 1987.

4 Se ha respetado el entrecomillado del texto original.

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ESTA ES TU ALTA CASA

Esta es tu alta casa
frente al mar
frente a la vida de otros que corren por tus venas
donde los adolescentes descuidan sus pasos
y se besan en las ruinas
Esta es tu casa alta
cerca de los marineros anclados en tierra
cerca de las ideas que hacen de la playa
un desembarco
cualquiera podrá agitar el uniforme
gritar que quiere paz
y besarse en las ruinas
frente al mar
Esta es tu casa alta
aquí falta una idea
una bandera blanca
un beso.

ENCIMA DEL MALECÓN

Encima del Malecón vive mi padrino
La enorme bahía de La Habana lo protege
sus puertas siempre se abren a mis ojos
Dentro
los animales aguardan mi conducta
otros animales también muestran sus cuentas
El canto aún no ha comenzado
–es tan absurdo el dulce Inglés–
La Habana entera vive la impedancia de las horas
Yo no me oculto
y vivo todo.

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ACARICIABA EL AGUA LOS OJOS
DEL VIAJERO


Qué cálido, muchacha, que estén en ti mis cosas.
Estuve, tú dormías, puse allí mi equipaje.
Hoy separé mis ojos de tu lugar de tablas
húmedas y la arena aquí está todavía.
Tú sales de la cama, muchacha, a medianoche
y te llevas el sueño muelle adentro
túnica que el salitre por las orillas besa.
Porque pasan la noche tus pies dentro del agua
y adormece sin puertas tu cabaña
qué dulce mi equipaje allí contigo
y el olor como a velas
prendido en las camisas que me traes ahora.
Por el vértigo suave de pedirte
(leve roce de alas al borde de mi boca)
de decirte muchacha, camina entre mis cosas,
pon un color al día que tus manos venga,
de tu casa en los muelles
ver, muchacha salobre, cómo tersa tu vientre
la lúbrica distancia de la próxima noche
en que casi sabemos
que no volverás sola a dormir junto al agua.


QUE NO SEA LA LUZ

que entibies el hogar, mas que el hogar no seas;
que seas el aroma, mas no el aire;
que me engarce en la danza tu donaire;
que ansiosa por danzar nunca me veas.

Que el modo en que me ves no sea el modo,
que mis versos no vayan tras tu verso,
que me plazcas mientras me place todo,
que no sea la luz, lo salobre y lo terso.

Que acuda apenas en visitas breves
a este claustro en que el alma me ha nacido
que el mundo exista igual cuando no llueves

que pueda imaginar que ya te has ido
que dejando tu voz junto a mi oído
no me importe qué ocultes, qué mientas, qué te lleves.

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MANUSCRITO HALLADO
BAJO UNA VENTANA DE BOHEMIA


Soy el viejo soñador de la torre del Dux.
Este es el precio de mi vida.
Desde una ventana Bohemia
tormentosas mujeres deslizan sus trajes,
yo las amo, encadenado como un perro,
fiel a sus inquietudes, a sus temblores.
Dejadme al menos vivir del recuerdo.
Se me ha vedado la risa,
la carne en medio de las fiestas,
vislumbro imágenes ateridas bajo mi pluma.
Fui camino vigoroso que se bifurca
y nunca converge.
Hurté, vestí corazones de negro,
fui rey donde el rey fue mi bufón.
Hoy quisiera alumbrar las rutas, sagrados mensajes
olvidados en el mármol
y el sabor de nuevos labios devorando.
No deseo retornar
mas si volviera,
aguardaré por las naves que me regalaron sus vórtices,
mi hambre se niega a morir.
Dejad a este cortesano contemplar sus testículos
su candorosa farsa:
por hacer felices a las mujeres
las cuartas quintas partes del goce
duran para siempre dentro de mí.

Pero estoy solo, crujiente, siento gotas de luz
prestas a doblarse bajo mis ojos.

¡Y tantas hijas del hombre respiran con olor a nueces!

Es llegado el tiempo de soñar o morir soñando
antes os invito a encintar de placer todas las vaginas.
Giacomo Casanova os reta.
Soy el viejo loco que el diablo aún conserva.
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YO, SAFO…

No lo sabes, amigo,
No soy como pensabas.
Safo

No soy la leyenda sino la mujer.
Se me concibe un Phaón
sin conocer el verso escrito
sobre el mar que me sostiene.
Mentira, Léucades.
Jamás me lancé por el tedio de los hombres.
Yo no hice mis silencios.
La cabalgata de estas horas
se dibujó al pie del olimpo.
Una diosa escrutó los abismos
para beber de mi saliva.
Ciertas muchachas me han cubierto
de sábanas la soledad.
La tarde me descubre mujer escribiendo nostalgias,
pero la sangre del hombre que no soy
me baña las manos en cada caricia.
No miento,
quise estar ausente,
perderme en los naufragios de los viejos otoños,
brindar con Baco el vino triste de los dioses.
No les maldigo el olvido.
Venus gemía esclavizándome a su vientre
y mi adolescencia se rompió al fondo de sus templos.
Estas son las hojas que guardé para esconderme.
Porque hoy vuelvo de mujer
a sentarme en las esquinas.
No pretendo defraudar a los fantasmas que poseo.
Pero el absoluto extravío estalla sobre el arpa.
Amigo,
soy una mujer de Lesbos
sonriendo a la leyenda que me esconde.
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VICTIS HONOS



para Derbys Hiram Domínguez.

Somos una escena trazada
con el blanco pincel enfermizo
de esta época.
CH. Bukoski


mi hermano está enfermo de miseria y soledad
yo intento no creerlo
que él no se lo crea
lo veo bordear mi ciudad algunas tardes
perderse entre calles que ni siquiera son las suyas
mi hermano, el que habita en una piel distinta
busca algo que no existe
pretextos para seguir
yo le dicto razones:
la rabia el verde la memoria
describo creíblemente un día mejor
le miento
él mira implorante, sereno
como esos dioses que nos inventamos
para burlar la desesperanza
yo sólo río
lo hago reír a veces

pero mi hermano, el de otros padres,
creció lejos del mar
entre caminos polvorientos
y ajados seres
no durmió en una cama labrada con ángeles
ni tuvo entre sus manos un original de Ponce
en su pueblito agreste
aprendió a mirar la muerte de cerca
como un acto simple
o el nacimiento incesante de los romerillos
él, como yo, no ha visto la nieve
está cansado hasta de la saciedad de no haber visto
la nieve
no llora
tiene raíces amargas
para asirse con más vehemencia al fango
a veces vuela
la consumación de ese milagro lo salva
pero yo temo a sus alas
a su reiterado intento de alcanzar el sol
mi hermano es un niño
que aún cree en la bondad
un viejo transido que habita
en la demencia de las formas

yo juego a mentirle
a mentirme
lo hago reír a veces….
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DE LOS PEQUEÑOS VIAJES

Añoro aquel idioma de los trenes perdidos.
Recostada al paisaje
mi ausencia iba dejando los pueblos neblinosos.
Pude inventarme un mundo
de espaldas al que entonces creía superado:
sería justa la vida
mientras sintiera que ocultar.
Yo apenas sé escribir lo que mi fondo aúlla.
Amaba aquel idioma,
su estela derramada sobre mi vida frágil.
Si hubo nostalgia sería por vanidad
(ese dulzor reservado a quien elige
y se cree a salvo).
Noche provinciana,
solo tenemos en común
la rancia mansedumbre que hoy me hace claudicar.
Yo apenas sé escribir lo que no puedo darme.
Nada me dice ya un andén,
el mundo es lo que toco bajo la noche inmóvil.
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TORPEMENTE MI REFLEJO

Nunca tuve el retrato de un buen hombre
en las paredes
ni la foto virgen cubriéndome la piel
un nombre
una casa doblada con la intención de los árboles
fueron las calles el sitio hermoso
desde el fondo colgaban cuerpos
ellos tiraban de mis piernas
lanzaban aullidos terribles
fui entonces una ciudad desierta
con piedras de sal y marionetas
preferí el eco
danza de mis vestidos largos
a veces ocupó mi cuerpo
encerrada en aquella huérfana cordura
aprendí a construir castillos con la tarde
el nombre se ha doblado
perpetua estancia de las olas
contemplo el agua
es ella mi reflejo
voy a lanzar la última botella
tal vez me lance a mí misma
soy el retrato pegado a la pared
el recuerdo.


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DEMIáN DEMIáN DEMIáN

Si sobrevive al fuego
es piedra y enmudece.
Entonces deja el rastro en la profundidad
(estratos superpuestos y desentrañables)
se hace al sonido de la tierra.

Un hombre a veces canta solo
y ya no viene al caso mina o nube.
Importan la memoria y la respiración.
Importa imaginarse algún volcán
cómo se funden la piedra y el silencio
o cómo se funde la piedra en el silencio
trocando todo lo apagado en una sola sustancia.
La voz de un hombre
difícilmente sea un don
porque la piedra el fuego y la palabra
solo a sí mismos pertenecen
y se han creado eternos
sin pasado o futuro.

Un hombre no se salva del volcán.
Un hombre es el volcán
y así lo sobrevive.
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QUIéN PODRÁ SALVARNOS
DE ESTA DESOLADA ETERNIDAD,
de los levitantes desfiles que imitan las coristas
cuando sus manos aturden los cantos con solemnes
banderas.
Sabio es el tiempo que nos lanza como piedras a
la muerte
para unirnos al apacible juego.
Pero estamos abandonados,
todas nuestras medallas fueron arrojadas al vacío
y la duda.
Hemos sido laberintos ante la verdad
y cercado el patibulario de los idiotas
que cruzan el agua en lento paso para evadir
su hundimiento.
Percibimos que este noviembre estaremos dormidos
escupiendo la tierra,
porque afuera los vivos trazan las cortinas de humo,
lloran a los muertos y cruzan las calles
siguiendo la ruta de la piedra
donde sólo se salva el lamento
de los que no nos escuchan.


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CONVERSACIóN DE CALíGULA CON

CLAUDIO


Ah, mi querido y estúpido Claudio,
por tu bien te digo:
no vuelvas a contraer tu ridícula cabeza.
Aplaude, aplaude, aplaude.
Por qué te asombras
Si designo al mejor de mis caballos para Cónsul.
Gloria para Roma,
que el reino animal
tenga un lugar en el senado.
Los hombres fallan,
mira cómo escupen miedo
solo por haberle sacado los ojos
a un mortal insignificante.
Sabes, Claudio,
pensé divertirme contigo,
hacerte mi juguete predilecto,
pero me causas una duda tremenda,
al igual que estos dioses que callan y duermen
entre columnas.
No me permitas dudar, Claudio, no lo permitas.
Aplaude, aplaude, aplaude.

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NO IMPORTA ESTAR DORMIDA
SOBRE UN TEXTO DE BRETON

Como si fueras a nacer por un instante
te abres al mundo luego de un intransigente golpe
y el cuerpo desde adentro destila el aire
el respiro contenido en el abdomen
para decir lo imposible de la continuación
Exhalas un gemido que más bien semeja a un grito
Sosegado.
vistes hoy con la impaciencia del insomne
que lleva anclada una daga en el pecho

La mujer ternura desaparece
En una metamorfosis de mariposa
sobrevolando el sueño de otras
como Nadja (alabada la demencia)
desgarrando su ánima y hasta sus soledades
que se confunden con lo que antes era azul
melodía conforme a la esperanza de enarbolarse
en cada gesto
de enseñar los senos de una manera diferente
y así salvar la cotidianidad.
Ven a hablar aquí de tus silencios
de los olores que te han quedado para quemar
en un sahumerio por la ciudad
Ya sé que nadie va a creer por un segundo esta
leyenda que es casi una historia
Ahora la verdad es mentira
y la mentira vende a un alto costo
Apenas tienes unos amigos que están hablando
de la insularidad

No importa estar dormida sobre un texto de Breton
si él no puede ser un hombre
ni hacerte el amor
tampoco basta imaginar que serás algún día
aquella parisina que dibujaba una flor de papel
y que dejó descansar su cuerpo en un manicomio
a solas con los días en penumbra

La certidumbre es permanecer en este cuarto
donde la luz no es suficiente
desde aquí nada más se puede ver lo necesario
Alguien pregunta –¿Qué pasa? –
pero estas palabras no alcanzan a contestarle
menos si comienza a oscurecer dentro
de estas paredes
La noche por supuesto no será noche
ni el día
te llamarán extraña
te convencerán de lo que ellos han inventado
y no existe en realidad


SI USTED ME ENCUENTRA EN LA CALLE

no vaya a suponer que vivo en este libro
que regreso aquí todas las madrugadas
con el cuerpo hirviendo
y el pecho continuo de inquietudes
En los ojos la certeza
de quien sobrevive y es terno
La contagiosa alucinación por la ciudad
aunque peor es mi templo
No vaya a figurar que vivo
que me conoce
porque yo solo soy una extraña
que se alimenta de aquellas pasiones insalvables
Yo no existo
la fabulación a veces se confunde con mi imagen.

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BAJO EL CIELO, EN LA TARDE
QUE SE APAGA

Aquí no hay nada,
vuelvo al reflejo de la tarde sobre la moneda,
no hay nada.
Los árboles enormes se han desvanecido,
no hay nada.
Las estatuas se cuartean
y los niños acuden al pedestal
para guardar piedrecitas de mármol,
dedos y manos de la estatua.
No hay nada,
me gusta contemplar la calle
y verte hacer cosas.
Pones una reja para que no crucen los hombres,
para que los animales no la puedan
atravesar.

No pareces real,
tan vivo,
rodeado de tanta soledad,
de ese vacío.

ARCOS SOBRE EL RÍO
Me dan miedo esos arcos de piedra que un día
se derrumbarán,
arcos perfectos y misteriosos,
hechos para ser contemplados desde una barca,
en pleno río.
La profundidad del remolino hace ver las márgenes
de otra manera.
Me han dado miedo los ahogados
que descansan en los cimientos del puente
esperando que mi barca pase.
Siento sus dulces palabras en mis oídos,
veo sus cuerpos traslúcidos.
Abandono esos arcos, vuelvo a la orilla.
Pero no dejo de sentir esas palabras,
no puedo dejar de ver esas manos,
agitadas en señal de despedida,
o de reclamo.

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DIME Tú QUé AMOR YA MUERTO

Dime tú qué amor ya muerto ha tenido luz así:
estamos en una foto
en un balcón
en mitad de un palacio
y detrás se halla el mar, discretamente.
Por supuesto que el mar nos alentaba
el mar mudándolo todo en cosas aún más bellas.
En mitad de la tarde
por no llorar delante de terceros
volví el rostro.
Habíamos vivido juntas cuatro años
y fue la separación
cuando llegaba al vestíbulo de la realidad
–pero solo hasta ahí–.
Detrás se divisaban estancias mejores
mas un viento me cerró las puertas.
Yo seguía parada en el umbral sin querer confesártelo
por no verte llorando frente a extraños.
Te habías mudado a otro país.
Aquí el viento tiraba las puertas y dejaba tus fotos
Pero no dije nada:
Transcurría nuestra semana luego de un año
me reí de tu acento y de tus nuevas frases
juntas nos divertimos como siempre.
Era muy blanco el muelle con blancas farolas
sucediéndose
el terrado las sillas
doquier pusiese los ojos blanco y blanco.
“Molesta el resplandor”, fingí ante los extraños.
Ya la foto estaba hecha,
sin salir de la pantalla la había celebrado
sin salir de la pantalla dolía concretamente
como duelen tus fotos.
Si acaso te hablo mucho
del pesar que me ha causado esta separación
pues no me creas;
Shakespeare cantaba a un ahogado
con perlas en los ojos y coralinos huesos
pues la alquimia del agua trocóle en joya lo muerto.
Asimismo este amor, ya sin aliento,
un don ha recibido de las playas que juntas
contemplamos:
se llama permanencia.
Aquí te la regalo: una foto, una joya,
no le pidamos más
ya que el pasado es nuestro, la semana
y los mares del mundo donde tú no estarás
o no estaré
pero así basta.

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SANTA INéS

Quiero volver los ojos hacia el camino oeste,
regresar donde el río estrecho y turbio
hizo curvas e islotes en mis brazos;
yo veía en su orilla al universo
pasando lentamente entre los juncos,
y un sonido acerado por el aire
en las delgadas flautas de maíz.

Toda tristeza actual es el olvido
del acorde primero.
Y en la infancia madura,
supuse este destierro ante el anuncio
de una forzada migración de garzas.

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éL NO PUEDE COMPRENDER
LO QUE ME AJUSTA

nadie canta para ti: es obvio y lacerante.
son ahora los venablos que puse en equilibrio
aquello que tiende a lastimarte
–instrumentos que el tedio certifica, voces
hostigando tus oídos con total desfachatez–

yo entonaba con mi swing una melodía adolescente
y éramos felices. me tensaba, cierto
pero eran pronunciadas para ti las mentiras
más hermosas.
Tras largas bocanadas de humo infinitivo, mis harapos
–los verdes, la mezclilla, los condones–
rotaban su strip tease en los espejos
y éramos el inicio de cuanto iba a comenzar:
los cielos, los mundos, los arcanos, la verdad
fue pequeña, duradera,
como un versátil resplandor que nos unía
pero hubo de serte alegremente modulada.

nunca olvidaremos el lirismo que nos volvió finitos
cada vez,
nuestra compañía mortal y delicada,
esta paz que nos acosa.


FRASES EXTENSAS PARA ALEJANDRA PIZARNIK

anhelo estos ojos más feroces:
ellos, perciben quietos
la trayectoria de los dardos.

ellos están quietos y sospechan
la saeta estricta o afectuosa
que aligera hacia mí su trayectoria.

ellos y mi espalda y mis senos y mi voz
estricta o afectuosa
espían descubiertos una sangre conocida:

anhelo estos ojos muy oportunos.

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LA HABITACIÓN QUE DABA AL MAR

Hecha soy porque ascienden
rugidos a mis piernas,
por el centelleo en la fuga de las garzas.

Bajo mi brazo se deslizaba,
pequeño lobo adormecido
en busca de joyas que aún
gotean en la piel.

Llegué tan humilde
que contuve el desafío de su torso.
Afuera insistía el oleaje
contra la débil ventana.

Miré por encima de mi hombro:
Desconocí las líneas de mi cuerpo leve.

Aquel aire expandía el humo en el bosquecillo.
Y al crepitar de una hoja,
bajo el imperio de aquellas alas umbrías,
él amansaba mis caderas.
Y fue la luz, undoso paño que nos veló.

Tras los tules el bebé sonreía
cuando vinieron las olas….

Sobre la sábana, un pez magnifico palpitaba.

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EN EL PATIO DE LUCES MARÍA CANTABA
SUS ROMANZAS


Era el país resbalando por el lomo de un escorpión
y mis manos ardían en pendiente.
María cantó a los salteadores vástagos
a los olmos y las escaramuzas de la leche
en mi cuenco.
Subía a tender ropa con su lengua de lluvia
y diatribas
subía a abrirnos otras puertas.
Yo puse una ventana al aluvión y tuvo voz ocre
de María
en revancha con mis signos oscuros.
Mano exacta para nunca perderme.
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Tomado de la antología Queredlas cual las hacéis jóvenes poetisas cubanas del siglo XXI.
se respetó la ortografía y hice una selección de 17 dentro de las 21. Ediciones Abril, Cuba 2007.
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7 comentarios:

Anónimo dijo...

Francisco Jesús Muñoz SolerEl 18 de junio de 2010 a las 22:30
Resp.: Mujeres poetas/ Teresa Fornaris Aymara Aymerich y muchas otras
Me ha encantado tu propuesta de poetisas, pero me tocas el corazón y no puedo dejar de mencionar las excelentes poetisas Miladis Hernández de Guantanamo e Ileana Alvarez de Ciego de Avila, además de mi conocida y amiga tuya Bertha Caluff de Santa Clara.

I. Hernández dijo...

Muy interesante reunirlas, aunque sean 17 (17 instantes en una primavera?) Hay algunas que no conocía. Por eso digo que este sitio es admirable. Me voy mucho por Ludmila.. Y Reina María Rodríguez?


abrazos,

ihos

SENTADO EN EL AIRE Juan C Recio blog dijo...

Recuerden es una antología hecha por poetisas nacidas de 1971 en adelante. Un abrazo.

Efory Atocha dijo...

Me gustaron los poemas de Katia Gutiérrez & Lariza Fuentes, a quienes no tengo el gusto de conocer, más que ahora. Bueno, como a casi todas.
Aunque no soy amigo de los "maratones de poetas", es buenos tener constancia de lo que escriben.

Saludos, sanos humos.

Anónimo dijo...

Omar MederosEl 29 de junio de 2010 a las 21:21
Resp.: Mujeres que escriben poesía/ una antología de donde seleccioné 17 poetisas, entre ellas: Teresa F
hey, felicidades! mucha actividad literaria eh! Un abrazo

Anónimo dijo...

Omar MederosEl 29 de junio de 2010 a las 21:21
Resp.: Mujeres que escriben poesía/ una antología de donde seleccioné 17 poetisas, entre ellas: Teresa F
hey, felicidades! mucha actividad literaria eh! Un abrazo

Anónimo dijo...

Alberto Edel Morales FuentesEl 29 de junio de 2010 a las 22:17
Resp.: Mujeres que escriben poesía/ una antología de donde seleccioné 17 poetisas, entre ellas: Teresa F
Excelente propuesta, Juanca, de Queredlas cual las haceis, un abrazo