viernes, 19 de febrero de 2010

LA PUPILA INSOMNE





La Pupila Insomne.

Tengo el impulso torvo y el anhelo sagrado
de atisbar en la vida mis ensueños de muerto.
¡Oh la pupila insomne y el párpado cerrado!..
(¡Ya dormiré mañana con el párpado abierto!)…




Tuve buenos maestros en mi niñez hasta la Secundaria y Pre-universitario, de geografía, historia, y literatura principalmente. Fue antes, mucho antes de que les llamaran emergentes u otra cosa que sonara impersonal. Ellos, no escaparon a cierta forma de consigna, les era imposible, pero en una buena parte, fueron sustancialmente provechosos; y aunque nunca les dije algún agradecimiento por esa ganancia, tampoco los traté con otro apodo que no reverenciara su trabajo.



Tengo una hermana de nombre Esther, que nunca le gustó la escuela y siempre iba descalza por un palmar en la zona del campo donde vivíamos, iba hasta una presa cercana a recoger flores de patos chinos y escribía en los troncos el nombre de su enamorado de turno y recitaba siempre un poema nuevo, aprendido de pronto entre su arranque amoroso y su deseo silvestre de hablar con el viento. Esther mezclaba poemas de muy diferentes estilos y autores, por ella, supe antes que nadie, de los sonetos de Nicolás Guillén, sin que se me hiciera un ruido de héroe, poeta nacional, o toque de rumba. Con ella supe de la música de esa zona para mí desconocida del poeta con todas sus flores de abril. Fue mi hermana quien recitó, ante una de las palmas y en solemne homenaje a su primer amor perdido La Casada Infiel de Lorca, y luego cuando demoraban sus días tristes por alguna esperanza o promesa de amor que no se declaraba, escuché, que a ella, como a Cesar Vallejo, le dolían los huesos como si se le hubiesen quedado mucho tiempo a la intemperie bajo la lluvia; o cuando perdió su virginidad, lo supe por esos versos de Marti, donde una niña se ahoga en su pena. También escuché de Góngora, de La Avellaneda, Rubén Darío de Heredia cuando la llamaban y ella tenía que alejarse de su patria de palmas.


Sin olvidarse claro de recitarme cada cierto tiempo, aunque el calor del mediodía nos apedreara, Veinte poemas de amor y una canción desesperada, porque ella con frecuencia también tiritaba como un astro.


Fue por mi hermana, a la que miro ahora desde una foto de hace 20 años, la primera que me enseñó a pensar en el valor de la poesía, en el sentido de la vida, aunque a veces entre boleros de Portillo de la Luz y algunos poemas de Buesa, mi hermana se quedaba ausente como una patria mal iluminada, -y yo, cogedor de yeguas al fin, me escapaba al monte con desgano.

Un día, cerca de un arroyo ella me habló de La Pupila Insomne, y no recuerdo ante cuál palma, pero me dijo que se sentía más enamorada de Rubén Martínez Villena, que de su novio; en ese entonces no sabíamos ni mi hermana ni yo, sobre la carta publica en respuesta al artículo, Nuestro Rubén de Jorge Mañach, por la ironía de este último al desvalorizar su poesía y compararlo con Rubén Darío; carta donde el poeta le dijo al crítico "Yo destrozo mis versos, los desprecio, los regalo, los olvido: me interesan tanto como a la mayor parte de nuestros escritores interesa la justicia social".


Y ahora, (porque según mi hermana, al hacerle referencia sobre este post), me recuerda lo que me contó aquella tarde con sus ojos del amor que le suena lejano, se enamoró de su gallardía -y no es leyenda sino la historia de mi hermana-, que comprendió al poeta que prefería anteponer su deber a la Patria, que a sus metáforas. Y ella, tan justa y social, también lo reconocía y escribió en una de las palmas su nombre como si lo hiciera con letras de oro.



Mi amigo Arístides Vega Chapú, me ha acaba de regalar, entre otros libros, La pupila Insomne, (editado en el 2008, por la Casa Editora Abril), me reencuentro al poeta, ya no me llega de la voz de mi hermana y su actitud solemne de recitadora ante el palmar de su locura, y al igual que con los sonetos de Nicolás Guillén, he volcado junto a él, como una furia que no ciega, un ojo avizor de quién descubre con certera claridad y buen apetito; muy similar a aquellas cicatrices casi imborrables que mi hermana grababa de sus amores en las altas palmas. De la furia del poeta y de su autenticidad, de su solemne sentido de mirarse por dentro, de desgarrar desde su amor, el odio, por si creía verse inútil, sin que saltara ante la pólvora. Solemne, como un dedo que apunta al infinito.

Juan Carlos Recio Martínez, NY, 18 de febrero del 2010.

_______________________________


IRONÍA

Toma, toma mi lira; quiero darte,
como recuerdo de mi fe pasada,
esta lira infeliz que fue mi espada
y que fue mi broquel y mi estandarte.

Póstuma ofrenda de mi inútil arte,
la dejo ante tus pies abandonada,
aunque a golpes tu planta idolatrada
con ofendida majestad la aparte.

Mas cada golpe de tu pie furioso
le arrancará un sonido melodioso,
y a tan rudos tormentos y martirios

acaso corresponda de memoria,
con una endecha en que cifré su gloria…
y en la que digo que tus pies son lirios.

EL CAZADOR
Dibujo de Pedro Osés

Regresaba de caza, mas extravió el camino,
y alegre, al trote vivo de su cabalgadura,
llegase hasta el albergue pobre del campesino
con una corza muerta cruzada en la montura.

Esa noche la cena se prestigió de vino,
la niña de la casa retocó su hermosura,
y al tierno y suave influjo del calor hogarino
nació el más suave influjo del calor de la aventura.

Y él marchóse de prisa la mañana siguiente…
Quizás entre la noche –celestina prudente-,
hizo algún juramento que le entreabrió la puerta;

mas él no recordaba….Marchó por la campiña,
alegre, como vino; y el alma de la niña
cruzada en la montura como una cierva muerta.


PRESAGIO DE LA BURLA FINAL.




Yo tengo la absoluta seguridad que un día,
cuando ya no me resten fuerzas para marchar,
cruzará mi camino la verdadera vía
orientada a la gloria que pude conquistar.

En ella estará todo: (alguien que me quería,
mi ensueño; mi destino; mi gozo y mi pesar;
la vocación ignota). ¡Oh, ruta que era “mía!...
¡Y ya será muy tarde para poder andar!

Entonces, abrumado bajo mi propio ocaso,
ante la burla horrenda que agrave mi fracaso,
comprenderé lo inútil de todo lo que fui;

me punzarán la frente recuerdos como abrojos
me tragaré la lengua, me cerraré los ojos,
¡y en un olvido largo me olvidaré de mí!...


EL FARO


Abajo, roca y aguas: el multífono grito
de las olas que rompen; y a su caricia ruda,
con un cendal de espumas la base de granito,
alternativamente, se viste y se desnuda.

Y arriba, yergue el faro su construcción aguda;
-el faro, que es la estatua del Cíclope del mito-
altivo, como el símbolo de una soberbia muda;
solemne, como un dedo que apunta al infinito

¡El faro!...Luminoso rey de las lejanías…
Titán que vio por siglos la muerte de los días.
Contemplador de mudos solares misereres,

la vesperal tristeza petrificó sus músculos,
¡y aún aguarda en el cerebro –loco de atardeceres-,
El sueño de la última llama de los crepúsculos!...

CANCIÓN DEL SAINETE PÓSTUMO

Escultura de Rigoberto Valdés Garcia

Yo moriré prosaicamente, de cualquier cosa,
(¿el estómago, el hígado, la garganta, ¡el pulmón!?)
y como buen cadáver descenderé a la fosa
envuelto en un sudario santo de compasión.

Aunque la muerte es algo que diariamente pasa,
un muerto inspira siempre cierta curiosidad;
así, llena de extraños, abejeará la casa,
y estudiará mi rostro toda la vecindad.

Luego será el velorio: desconocida gente,
ante mis familiares inertes de llorar,
con el recelo propio del que sabe que miente
recitará las frases del pésame vulgar.

Tal vez una beata, neblinosa de sueño,
mascullará el rosario mirándose los pies;
y acaso los más viejos me fruncirán el ceño
al calcular su turno más próximo después…

Brotará la hilarante virtud del disparate
o la ingeniosa anécdota llena de perversión,
y las apetecidas tazas de chocolate
serán sabrosas pausas en la conversación.

Los amigos de ahora –para entonces dispersos-
gravitará el concepto solemne del “jamás”;
vendrá luego el consuelo de seguir la existencia…
Y vendrá la mañana…pero tú, ¡no vendrás!..

Allá donde vegete felizmente tu olvido,
-felicidad bien lejos de la que pudo ser-
bajo tres letras fúnebres mi nombre y mi apellido,
dentro de un marco negro, te harán palidecer.

Y te dirán: -¿Qué tienes?.. Y tú dirás que nada;
más te irás a la alcoba para disimular,
me llorarás a solas, con la cara en la almohada,
¡y esa noche tu esposo no te podrá besar!

INSUFICIENCIA DE LA ESCALA
Y EL IRIS

La luz es música en la garganta de la alondra;
mas tu voz ha de hacerse de la misma tiniebla;
el sabio ruiseñor descompone la sombra
y la traduce al iris sonoro de su endecha.

El espectro visible tiene siete colores,
la escala natural tiene siete sonidos:
puedes trenzarlos todos en diversas canciones,
que tu mayor dolor quedará sin ser dicho.

Dominando la escala, dominador del iris,
callarás en tinieblas la canción imposible.
Ha de ser negra y muda. Que a tu verso le falta

para expresar la clave de tu angustia secreta,
una nota, inaudible, de otra octava más alta,
un color, de la oscura región ultravioleta.


EL GIGANTE

Dibujo de S. Feijoo


¿Y qué hago yo aquí donde no hay nada
grande que hacer? ¿Nací tan sólo para
esperar, esperar los días,
los meses y los años?
¿Para esperar quién sabe
qué cosa que no llega, que no puede
llegar jamás, que ni siquiera existe?
¿Qué es lo que aguardo? ¡Dios!
¿Qué es lo que aguardo?

Hay una fuerza
concentrada, colérica, expectante
en el fondo sereno
de mi organismo; hay algo,
hay algo que reclama
una función oscura y formidable.

Es un anhelo
impreciso de árbol; un impulso
de ascender y ascender hasta que pueda
¡rendir montañas y amasar estrellas!
¡Crecer, crecer hasta lo inmensurable!

No por el suave
placer de la ascensión, no por la fútil
vanidad de ser grande…
sino para medirme, cara a cara,
con el Señor de los Dominios Negros,
con alguien que desprecia
mi pequeñez rastrera de gusano,
áptero, inepto, débil, no creado
para luchar con él, y que no obstante,
a mí y a todos los nacidos hombres,
goza en hostilizar con sus preguntas
y su befa, y escupe y nos envuelve
con su apretada red de interrogantes.
¡Oh Misterio! ¡Misterio! Te presiento
como adversario digno del gigante
que duerme sueño torpe bajo el cráneo;
bajo este cráneo inmóvil que protege
y obstaculiza en sus paredes cóncavas
los gestos inseguros y las furias
sonámbulas e ingenuas del gigante.
¡Despiértese el durmiente agazapado,
Que parece acechar tus cautelosos
Pasos en las tinieblas! ¡Adelante!
Y nadie me responde, ni es posible
sacudir la modorra de los siglos
acrecida en narcóticos modernos
de duda y de ignorancia; ¡oh, el esfuerzo
inútil! ¡Y el marasmo crece y crece
tras la fatiga del sacudimiento!


¡Y pasas tú, quizás si lo que espero,
lo único, grande, que mereces
la ofrenda arrebatada del cerebro
y el holocausto pobre de la vida
para romper un nudo, sólo un viejo
nudo interrogativo sin respuesta!

¡Y pasas tú el eterno, el inmutable,
el único y total, el infinito,
Misterio! Y me sujeto
con ambas manos trémulas, convulsas,
el cráneo que se parte, y me pregunto:
¿qué hago yo aquí, donde no hay nada, nada
grande que hacer? Y en la tiniebla nadie
oye mi grito desolado. ¡Y sigo
sacudiendo al gigante.
_______________________________



Alquízar, 1899-La Habana, 1934) Escritor y político cubano. Comunista, tomó parte en la lucha contra la tiranía de Machado, dirigiendo la huelga general que provocó su caída en 1931. Su obra fue publicada póstumamente. Es autor de poemas (La pupila insomne, 1936), cuentos y ensayos (Un nombre, 1940).
________________________________

Para leer más información sobre sus datos biograficos, su vida y su obra pulse aquí:

http://www.habanaelegante.com/Summer99/Villena.htm

http://www.almamater.cu/sitio%20nuevo/paginas/voces/2009/marzo/villena.html

___________________________

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bello post, me gusta su blog, gracias

Anónimo dijo...

Gracias Juan Carlos por ofrecernos a un Villena de la mano de tu hermana. Visto así y despojado de toda gravedad política emerge su grandeza lírica y cívica. Todavía recuerdo el buen consejo de Galindo Lena para que lo leyera de un modo parecido, lejos de las formalidades oficiales de entonces. Fue así que pude descubrír la maravilla que atesoran estos versos.
Un abrazo
Julio Fowler

Anónimo dijo...

Gracias Julio, y por esa anédota de Galindo, que tengo por acá para subirlo al blog muy pronto. Y gracias por tu fiel lectura, seguimos con este puente, un abrazo
JC Recio