Dibujo de Aida Ida Morales.
Y así vamos de mares y de orillas al límite final que nos espera.
Eugenio Florit
Eugenio Florit
Ya sabemos que en el centro
de toda frialdad
padeces de una pieza rota
una válvula que no te ayuda a escapar;
a ningún otro misterio.
Que no has sido nunca el elegido
¿pero aún no se entiende que esperaras
vivir como un muerto cerca del abismo?
ya sabemos que de ángel a demonio
has vaciado tus vicios
en el color rosa de tanto infortunio
y que no llegarás al consuelo
antes que al polvo.
Hemos visto tu cadáver como flor de loto
hervido en los cocimientos
pócimas y pieles curtidas al sol
pero ni una cicatriz que de verdad
hayas conquistado en la batalla.
Eres del falso enigma
el cielo sobre nuestras cabezas
y en un cuarto sin luz
como una celda de castigo
se abre el mar y se secan tus lágrimas
pero nada vuelve a lo de antes
ni podemos verte ingenuo de niño
en las laderas de un ojo
ni otro invento
que pueda dejar de ser solo cáncer.
Qué viene después de tanto comfort
en cuál silla habrá de sentarse el hijo prodigo
si las venas y los surcos de tu cara ya no espantan.
Una vez te vimos salir detrás de un cine
como pavo contoneándose
y tenías esa cara de celuloide que aborrecimos
porque siempre cortabas las cintas
con tijeras que no eran de un árbol copioso
y al final la discordia nos destrozaba.
Dime quién eres tú, si bajas arrastrado
por esos sueños inútiles que siempre llevaste
a saber si podías purificar las cuentas del olvido;
las mismas que mis padres pagaron tantas veces
y que sus hijos llevan sin casa, a cuesta de un caracol
que ya perdió su imaginario.
A veces, también tiritas y la fiebre te amontona
igual a un escombro al final de esta calle;
a veces tiritas y se cae una estrella
que ha sido solo un hilo de luz
en la cuenca o barranco de donde saliste;
un destello en lo oscuro
un leve ruido de explosión
cuando tus amarguras y tus ilusiones
descienden, desciende,
y eres solo podredumbre y foso
de todas tus insignias.
de toda frialdad
padeces de una pieza rota
una válvula que no te ayuda a escapar;
a ningún otro misterio.
Que no has sido nunca el elegido
¿pero aún no se entiende que esperaras
vivir como un muerto cerca del abismo?
ya sabemos que de ángel a demonio
has vaciado tus vicios
en el color rosa de tanto infortunio
y que no llegarás al consuelo
antes que al polvo.
Hemos visto tu cadáver como flor de loto
hervido en los cocimientos
pócimas y pieles curtidas al sol
pero ni una cicatriz que de verdad
hayas conquistado en la batalla.
Eres del falso enigma
el cielo sobre nuestras cabezas
y en un cuarto sin luz
como una celda de castigo
se abre el mar y se secan tus lágrimas
pero nada vuelve a lo de antes
ni podemos verte ingenuo de niño
en las laderas de un ojo
ni otro invento
que pueda dejar de ser solo cáncer.
Qué viene después de tanto comfort
en cuál silla habrá de sentarse el hijo prodigo
si las venas y los surcos de tu cara ya no espantan.
Una vez te vimos salir detrás de un cine
como pavo contoneándose
y tenías esa cara de celuloide que aborrecimos
porque siempre cortabas las cintas
con tijeras que no eran de un árbol copioso
y al final la discordia nos destrozaba.
Dime quién eres tú, si bajas arrastrado
por esos sueños inútiles que siempre llevaste
a saber si podías purificar las cuentas del olvido;
las mismas que mis padres pagaron tantas veces
y que sus hijos llevan sin casa, a cuesta de un caracol
que ya perdió su imaginario.
A veces, también tiritas y la fiebre te amontona
igual a un escombro al final de esta calle;
a veces tiritas y se cae una estrella
que ha sido solo un hilo de luz
en la cuenca o barranco de donde saliste;
un destello en lo oscuro
un leve ruido de explosión
cuando tus amarguras y tus ilusiones
descienden, desciende,
y eres solo podredumbre y foso
de todas tus insignias.
Dibujo de Aida Ida Morales
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