sábado, 31 de marzo de 2012

LOS CUERPOS DE LO OSCURO.


Templado el lirio:
dijo que le dijeron escuchó de otros
habían besado por encontrar
aquellas ansiedades dispuestas a salvarlo.
Era la suya un golpe seco
y el nombre de su mujer - que no era armadura-
le respondía ya, a algún deseo
con otro donde la frialdad lo elevaba.

En lo oscuro su alma como la de su mujer
era apenas el juego de una voz
una de esas que aún sordas te lastiman.

Dijo gardenias, pelos, mal de humor
y caballos sueltos para que las huellas

en algunos de los senderos con lodo

se quedaran para él:  enterrado a su abismo.

Más, aquellas gardenias no pertenecían

a algunas de las hojas en blanco

que todos los años dibujó

porque siempre se dibuja algo que no desciframos

con el deseo de encontrarse en otras vidas
esos cuerpos que fueron desechados

amantes de una oscuridad menos pusilánime

como si las cicatrices fueran el sustento

de ir de un labio a otro de una saliva a otra

vestido en esa flor de lujo que crece

cuando se busca en los aires lo que la tierra

ha negado tres veces sin que cantemos:

me suena tu corazón cerquita del abismo

y lo mojo como una galleta de sal

que no ha podido librarse de podrir

ni siquiera la fealdad de desvestirse

en senderos donde lodo y lodo son la huella

y lo bello de uno de esos cuerpos dan por oscuro

que ha dado fuego hasta quemarnos.

Dijo algo que no es posible entender
no puedes entender

se entra al lirio por el perfume

y a los abismos del deseo con deseo.

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