miércoles, 15 de septiembre de 2010

Alejándose del resto



Mis viajes a Santa Clara a la Biblioteca, a los encuentros de talleres literarios, y en una época donde andaba con un manojo de textos por pulir de los poemas que luego formarían mi primer libro: El Buscaluz Colgado... si deseara calificar esos viajes, siempre diría: -de descubrimientos-; de esos primeros encuentros con otros escritores contemporáneos, uno de ellos, Julio Mitjans, se me acercó una tarde después de una lectura en la biblioteca Provincial Martí, (estaba entonces en el servicio militar obligatorio, vestido yo, con un uniforme de pase) y luego de presentarse, dijo que quería conocer más de mis textos y leerme algunos de los suyos.
Luego, junto a Rafael Soriano, Norge Espinosa, Noel Castillo, Jorge Felix, Aramís Castañeda, fuimos ese tipo de grupo espontáneo que necesitaba fluir. Pero con Julio Mitjans, se me hizo recurrente visitarlo, y en muchas ocasiones en la sala de su casa, con un té de acompañamiento, logramos algunas tertulias donde el carácter de pulidor de versos, cuchilla en mano, salió a relucir. Siempre afable, el amigo, quien luego me presentara al poeta holguinero quedado en la ciudad, René Coyra, Mitjans no se quedaba en el elogio, y buscaba las partes débiles del poema, las que le parecían gratuitas. Entonces, con una capacidad de escuchar, de oído atento para el ritmo, y de saber leer sus textos, en ese tono en el que aún lo recuerdo, como un remanso de aguas claras, él me leía los suyos y supe desde aquellos momentos que tenía ante mí, un poeta constante con una red de esas de pescadores que regresan al atardecer, cargados con las huellas de las playas y la sal y con peces. La comparación viene de esta secuencia donde un muchacho veinteañero, sentado en un sillón de la sala de su casa, también lee sus poemas inéditos, y sin sobresaltos, con los rasgos que define unos versos escritos como agua, con el tono suave de quien no trata de dar un paso en falso, limpia su voz como limpia la entonación, que contiene la pausa justa y las ideas concisas, un tejedor también del tiempo, su tiempo.
A veces los temas, tocaban desde la cotidianidad y sus vivencias, esa retrospectiva de quien cuenta lo soñado o visto y lo reproduce sin temor con exactitud, y le pone la sustancia que requiere la imaginación, sin perderse de quién busca con palabras sencillas, la profundidad que usa con lo que queda de la lectura a sus versos, esa sensación de haber visto a quien se sumerge profundo en los encuentros, con mundos, puertas, cuerpos, sentimientos y todo lo que forman su cosmos poético. Otras se da el lujo de hurgar desde su nostalgia, en esos laberintos de adentro, donde por increíble que parezca, uno asoma como lector y no se pierde sino que asume su propio manejo de sus experiencias. No importa si es a veces un paisaje de dolor o del recuerdo de un encuentro que lo ha perturbado, o del enamoramiento y la fuga de un imposible, poco importan sus propios experimentos del poeta que ha cruzado por caminos llenos de polvo, donde su huella, marca también la música que parece desde tonos siempre suaves, sin estridencias, que a su vez lo acompaña, y nos acompaña como un noble ofrecimiento.
Lo que importa, mucho más, es su forma de acercarnos a esas líneas precisas que el poeta traza, horizontes y cercanías, aire, azar a veces, y más que nada, versos escritos con el placer que le provoca, reincorporarse desde un estado de ánimo diverso por sus matices, pero sin perderse en sus propias mezclas, amor y desamor, pasión y memoria; nada se contradice en su poética, él sabe su camino y lo que desea recorrer y te lleva sin trampas a sentir ese deseo, casi como un misterio de descubrimiento, el deseo de escuchar esa voz interior que si desgarra o se confiesa, no es con potencia falsa de quien se empina y nos deja caer, Julio Mitjans, desde aquellos días hace casi 20 años, hasta hoy, escribe de una manera tenue, una manera que profundiza sin escandalizarnos y que uno recuerda, como esa idea de la presencia de un ángel que ha preferido un encuentro de luz, que sabe usar las palabras, y que contiene el suceso: (como en este fragmento que cito de su poema Bajo otra vida el otoño)


Alguien habló de la vida,
y una brisa llenaba el paño, bordeando los torsos
aún escondidos por el pudor
Extraña conversación
sabiendo que la cifra es la soledad
de una boca a la otra, de un tercero
a una conquista definitiva, profunda.
¿Qué podríamos callar?

No quiero callar este deseo de reencontarme con el poeta, ya he alcanzado su espiritualidad en este libro de donde tomo sin permiso unos textos para sentar en el aire, pertenecen a su libro Alejándose del resto, Premio Calendario 2000, donde el jurado, César López, Edel Morales y José Félix León, con mucho acierto lo evaluaron, razón por la que la Editora Abril, en el 2002 lo publicara, casi dos años después de que yo me alejará, supuestamente de mis amigos, justo para volver por esos contornos y trazos que poetas como Julio Mitjans me devuelven alucinado tal vez por ese toque suave y conciso, de no olvidar el resto de lo que he vivido


Juan Carlos Recio
NY/ Septiembre 15 del 2010
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Recogiendo el dolor de nuestra herida
salgamos del dolor de nuestra herida
recogiendo la amargura de nuestro cuerpo
salgamos de la amargura de nuestro cuerpo.
Yorgos Seferis

de Noches que aún me debo



PARA NO PROFANAR el sendero que abro entre las aguas
no diré isla o país:
no me hallarán entre las horas que la tarde
va granando en la ventana,
ni el secreto voluptuoso de mis frutas
calmará la sed.
Hay cansancio en mi heredad
a veces invoco su gracia
a veces los poderosos cascos de la lejanía
sobre su pecho.
Esta pasión debe ser igual
a la de los cuerpos de ayer; nuestros dioses
nunca dirán mi nombre, del toronjil a la ceiba,
de la caoba al silencio ellos sorprenden al bosque
después de cada despedida.
Ha reunido el peregrinaje a la familia
descifradora de augurios en las hojas muertas
en las vísceras secas, y en las playas adonde nadie regresa.
Por las noches en un último acto de fe
se lanzan hacia una luz artificial,
el hermano mayor piensa que todo ha sido un juego,
una ruta tomada al azar, un signo para la infancia.
Sin embargo, los poderosos cascos siguen
hasta dejarme sin dolor.

Alejándose del resto


También tenía un puerto, un esclavo del agua,
un ídolo,
una flor siempre escurridiza.
Quiso quedarse, decíanse los dos.
Van ofreciéndose vivos misterios
como quien viene a sagitar el propio corazón
no la vida que acecha.
Sobre la roca indiferente toman las bridas
uno del otro. Sin saberlo, él se detuvo,
a merced del tráfico dijo algo...
volvieron a besarse:
-Armando.
Era el valle de carbones apagados
donde un perro ladra en torno a un rudo mantel.
Quiso quedarse escuchando aquella melodía
hasta encontrar la sajadura de los antepasados,
la serena expiación, la dicha.
Dejaron que el resto se alejara, un ciclista
pudo ver la sombra, los demás
creyeron que era la noche.

Bajo otra vida el otoño

Fue por azar, aún no sé quién escuchaba primero.
No podría decir: gentiles o tiernos;
eran joyas de la noche,
en sus ojos la llama de una fiesta más dolorosa
delataba el fino oficioso de hacerse consolar.
Alquien habló de la vida,
y una brisa llenaba el paño, bordeando los torsos
aún escondidos por el pudor.
Extraña conversación,
sabiendo que la cifra es la soledad
de una boca a la otra boca, de un tercero
a una conquista definitiva, profunda.
¿Qué podríamos callar?
Paso de esta claridad,
el deseo a la deriva
entre las hojas que el viento arrastra
durante los meses que debieron traernos el otoño.

Noches que aún me debo





Secretos paisajes del ochentiocho, amigos,
no he podido renunciar al dolor, la confianza
o el abismo
entre un peregrino y mi cuerpo.
Lares de ayer merecidos por la desesperación,
allí perdí la palabra que puede
salvarme de la felicidad.
En un río de jóvenes me sumerjo una y otra vez,
al regreso no soy el mismo.
Sólo voy aliviando, arquero, tu sed
con mi sed errante
y no encuentro destinos más inciertos que mi corazón.
Amigo, peregrino,
noches que aún me debo:
puertas semiabiertas
solares yermos, vidas
por las que echamos a rodar una pregunta
sin más respuesta que la víspera de siempre.



de DIME SI TE SOBREPONES


Mientras el agrimensor toca
el arpa para mí.



Hasta aquí regresas porque te he amado
cómo oír lo que dices
si antigua en tus ojos es la noche de los míos.
Perenne el paso del puente hacia las dos riberas
hallamos una sensación durable
la de los días en que la fiebre detiene al tiempo
entre la neblina de los cuerpos.
Haciendo una ventana interior
trazas tu propio paisaje
y humilde develas el cause seco
de todos los amores que antes fueron.
La vida amable
el agua, la luz, la sombra misma
manan en un susurro
desde el voraz soliloquio de los amantes.
No hemos preguntado nada. Frente a frente
la oscuridad de las bellezas iguales
no es un destino sino la puerta estrecha
por donde apenas se oye el ruido de la luz
si abres de pronto.

La tregua

Ya fuimos mucho tiempo estremecidos
por el canto de los padres.
Ahora somos tránsito
río perdiéndose a sí mismo, camino de ser la noria.
Demasiado tiempo estremecidos por nuestro propio canto.

Breve alusión para un mapa
de la isla




para Emilio Ichikawa

Días enteros en la manigua
a favor de las mínimas alianzas:
lo que fue guía, bejuco rastreador
ya es rama, cúspide, raíz aérea
conversación que se expande.
Sopla viento, lleva el mapa de la isla
de un camino a otro, avienta y esparce la palabra
mientras el primogénito traza largamente
el cerco de las aguas.
Ahora que el símbolo se anima en el misterio
de la pregunta, días enteros en la manigua...
Desde todas partes acude ventisca
alivia el dolor del sediento
y no le des descanso a nuestros peregrinos.

Dime si te sobrepones



para sigfredo ariel

La belleza como las aguas del río
deja cansado a quien sigue el torrente.
Mira ese rostro, esa fragilidad antigua
y dime si te sobrepones.
Nadie puede evocar su esplendor como nosotros,
sin embargo fluye, de aluvión en aluvión
no nos pertenece...
Es un secreto de ese rostro, también sereno
desde el dolor que provoca en mí.
cómo es posible tanto dominio.
He asistido al retraimiento de los manantiales,
a la premura de estos versos
en los que un día sólo hallarás el encanto
que ahora los rinde.

un pájaro planea sobre nuestras cabezas,
gira y es la rosa náutica, es mi vértigo
ave que lanza un acertijo y se va.
-Busca dentro de ti:
el sendero cuando tu pecho era una sombra,
por primera vez una manigua,
recuerda
la palabra del amigo abriéndose como un refugio,
sigue hacia los espacios donde aún te reclama
algo más que una pena,
busca en los nombres que a veces dejamos
al cuidado de un árbol, busca
hasta que puedas decir: -no lo he vivido.
Tal vez ese bosque era tuyo.

**************fin******************

Datos del poeta:


Julio Mitjans (Santa Clara, 1965). Miembro de la Asociasión Hermanos Saiz. en 1994 funda las ediciones sed de Belleza. Tiene publicado el cuaderno de poesía Venía diciendo una fábula, 1994. Textos suyos aparecen habitualmente en publicaciones periódicas de cuba y el extranjero.
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15 comentarios:

Sindo Pacheco dijo...

Está bueno eso, juan carlos, gracias por ello, y por tus opiniones en El Lugareño.

un abrazo

gumersindo

gel dijo...

Gracias por cada una de tus lecturas, de las cosas grandes que nos traes con estos rescates maravillosos. Mitjans es una fuente de versos por donde mucho se le mire. Ha sabido ser un gran amigo desde siempre.
Gracias, Juanca, por traerlo.

L Santiago Méndez Alpízar dijo...

L Santiago Méndez Alpízar recuerdo a Mijants, solía meterme con él, cuando lo veia...me alegra saber que sigue insistiendo en la poesía: saludos para los dos, sanos humos

Francisco Jesús Muñoz Soler dijo...

Acabo de leer los poemas, ahora mismo, es una realidad los buenos poetas que han salido del centro de Cuba de más o menos tu generación. Estupendo.

Francisco Jesús Muñoz Soler dijo...

comentó tu enlace:.

Francisco Jesús escribió:
Buena poesía de Mitjans, magnífica tu presentación.

Mayra dijo...

Muy bueno tu post Juan Carlos, la poesía de Mitjans es un universo de matices sin estridencias innecesarias, la he disfrutado mucho. Gracias por proponerlo!!

Margarita Garcia Alonso dijo...

Buenisimo, la presentacion como los poemas, no conocia a Mitjans, que de oidas o uno que otro poema suelto, gracias enormes.
besos a los dos.

I. Hernández dijo...

buena poesía la que acabo de leer aquí-



gracias

Rogelio Ramos dijo...

Lo conocí a Mitjans en Holguín , en unas Romerías y junto al cantor Eduardo Sosa nos pasamos casi toda una noche de versos y canciones. Es cierto que lee de una manera muy particular y que no se le escapa una, si el verso se reciente el tipo hace el gesto del músico cuando desafina el cantante. Casi se lleva las manos a la cabeza. Gracias Juan Carlos por traerlo aquí.

Anónimo dijo...

Fabulosos los versos de Mitjans, parecen obedecer a una sabiduría ancestral, parece recuperar los susurros de una voz remota e interior que nos invita a presenciar su mise-en escena.
Gracias Juanca por cada propuesta y cada acierto¡
Abrazo
Julio Fowler

Anónimo dijo...

Juan Carlos:


muy bueno y justo ese trabajo sobre Mitjans. nunca se le ha dado aquí no el lugar que merece sino ningún lugar. Tu mirada le hace justicia. Concuerdo en lo que dices sobre su poesía. ojalá que él lo pueda leer. No tengo ningún correo suyo.

Un beso grande y un abrazo de Isaily

Unknown dijo...

Poco había leído de Mitjans, ya apenas lo recordaba (lo leído, digo). Estos poemas tienen el don de decir tanto como cualquier lector quiera leer en ellos. Sobrecogen de verdad estos versos escritos como sobre una herida fresca que, paradójicamete, no sangra.

Cito:

"Hay cansancio en mi heredad
a veces invoco su gracia
a veces los poderosos cascos de la lejanía
sobre su pecho".
También tenía un puerto, un esclavo del agua,
un ídolo,
una flor siempre escurridiza.
Quiso quedarse, decíanse los dos.
Van ofreciéndose vivos misterios
como quien viene a sagitar el propio corazón
no la vida que acecha.
Sobre la roca indiferente toman las bridas
uno del otro. Sin saberlo, él se detuvo,
a merced del tráfico dijo algo...
volvieron a besarse:
-Armando.
Era el valle de carbones apagados
donde un perro ladra en torno a un rudo mantel.
Quiso quedarse escuchando aquella melodía
hasta encontrar la sajadura de los antepasados,
la serena expiación, la dicha.
Dejaron que el resto se alejara, un ciclista
pudo ver la sombra, los demás
creyeron que era la noche".

(Este poema en mi humilde opinión es fenomenal, el final suena hasta el fondo, yo le quitaría el nombre propio para que ganara más universalidad).

Gracias, Juan Carlos, por dejarnos leer estos poemas.
Y tu introducción es muy poética y fuerte también. Y acertada:

"desde aquellos días hace casi 20 años, hasta hoy, escribe de una manera tenue, una manera que profundiza sin escandalizarnos y que uno recuerda, como esa idea de la presencia de un ángel que ha preferido un encuentro".

Félix Luis Viera

Damaris Calderón dijo...

Damaris Calderon Campos también comentó su Publicación..

Damaris escribió:
Juan Carlos, gracias por la invitación a tu blog y qué bueno que comentaras a Julio.
un abrazo
por facebook

SENTADO EN EL AIRE Juan C Recio blog dijo...

Gracias a todos por sus comentarios, los poemas de Mitjans y el ser un hombre bueno, lo merecen

Mariana Pérez Pérez dijo...

Juan Carlos:
veo que no olvidas a ningún amigo. Saludos a Mitjans. Leeré completo el texto y los poemas.
Con abrazos para los dos,
Mariana