miércoles, 18 de enero de 2012

SIN CRIMEN Y SIN CASTIGO



Todos sabemos ya que no era tuyo
el falso terciopelo de la magia verde,
los pasos contados sobre alfombras,
la daga que divide las barajas,
para unirlas de nuevo con tizne de cisnes.
Lezama.


Su mundo de ficción habita en una mala jugada
y suma colocar la libertad
tipo cuadro sobre mesa de tocador
de un rostro ajeno que mira a distancia.
Esa libertad supone que consiste
en mirarse en lo dejado
pero nada detrás evapora algo que pueda venerarse.
Tampoco es que crea
en esos suicidas del Manhattan Bridge
menos en el crucifico pequeño
donde ni si quiera puede ya colgar su inspiración,
a lo sumo la espiritualidad de unos dientes
una lengua entumecida ante el espejo
que no pasará de ser un minúsculo ataque de grandeza.

Su otra ficción son los espacios de aire,
nuevas atmosferas que desprenderían
los abismos repetidos de atomizar
la fatalidad y la zozobra de los malos pensamientos.
y solo por ello sobrevive.

Desde esa majestuosidad, un rey sin coronas
igual a un rey sin espinas
insaciable al ego que amilana
la locura con la que recorre
ciertos pasillos que almidonaron su añoranza

una de esas de vida cursi

dibujada como fortuna

en imágenes solo asequible a su fantasma.



¿La aridez del vacío
es el primer y último camino?
Me duermo, en el tokonoma
Evaporo el otro que sigue caminando.
Lezama.


Al fin era el reinado

de los falsos cielos rasos

compuestos por tramos

que aparecían siempre para recordarle

su terquedad de ser ceniza a la luz de los incendios.

Provocar, que provoca

ser por ademanes siniestros

una de esas tardes al mediodía

atrapada en ser también una de esas provincias

que gobiernan la identidad

como si también fueran los espectros de zombies

que mueven el piso de sus días

a falta de aquellos carruseles,

nacionales, estrictos

que daban mareos en torno a la rosa,

incluso la oriental

que eran por mala suerte

cultivos de las esperas maltrechas

dispuestos a horadar la sangre

porque en ello su vida

atravesaba como esas congas

ruidosas a su esperma y a su gloria.

Es el rey de la comedia insulsa
y su viaje no es el instinto a la semilla

aunque para confundir corteja aquellas luces

cuando la muerte

atravesada en cruz como una guardarraya

hacían la tentación de estos horizontes

ahora ininteligibles

metáforas  de bordados, lujosos, específicos

para amplios espacios donde sumergir el vacío

en la misma angustia de idéntico decoro..



Pone los pies en la arena
pero su inocencia no desangra

y su cuerpo presenta el itinerario

de rutas que llevan siempre hasta su sangre

un sonido locuaz de su abandono

uno que producen las búsquedas

al caminar de espaldas.

No hay miedo a desprenderse,

su trazo de hielo es ahora su alma

el polvo como el sonido

es apenas otra levedad engañosa

cómplice y dueño

de nada que detrás

evapore algo que pueda venerarse.
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