Gracia y sentimiento en la poesía de Efraín Riverón
Fragmento del prólogo por Roberto Manzano.
Efraín Riverón es un poeta consumado, a toda hora, y dentro de cualquier espacio. Lo ha probado con una larga trayectoria lírica, de rica expresión, llena de gracia y sentimiento. Sus libros han crecido bajo este aliento de gloria íntima.
Las formas no poseen secretos para él. Sabedor de que la vocación lírica se resuelve materialmente en formas, por las que hay que transitar con garbo y decoro, nunca ha dejado de cultivar todos los instrumentos, y con resultados encomiables.
Pero también ha demostrado tener bien aprendida una lección infaltable, sin la cual de nada valen las formas ya domesticadas: la autenticidad, aunque no aparezca en los manuales de estética, es una categoría básica de toda genuina expresión humana.
Ser auténtico es el primer triunfo artístico. Ser auténtico es el primer triunfo moral de la comunicación. A través de lo auténtico lo ético y estético se funden, y recuperan la unidad del corazón que canta.
Todo este saber, y la integridad de este comportamiento, le vienen de cepa ilustre. Desde que abrió los ojos vio alrededor suyo la sencilla grandeza del canto, la explosión llena de gracia de lo legítimo, el fósforo mágico de la poesía popular.
Y en la incandescencia del lirismo repentino, y en la página profunda de los maestros de la lengua, y en el intercambio vivo con los creadores que le han sido leales compañeros, fue pulsando su hueso trémulo, su flauta interior de emocionado viviente:
La vida se cumple de hito en hito, yendo de cosecha en cosecha, de pérdida en pérdida, de cristal en cristal, hasta que la copa exhibe al viento su azulado entregarse para siempre. Así, ha crecido la poesía cálida y abundante de Efraín Riverón, como una clara inflorescencia.
Ahora, en este libro, se le ha acendrado lo subjetivo. El caudal de tensión maravillada asciende. Desfila agudamente todo lo existido. El poeta ha arribado a la edad del recuento. Retrocede a todo los sitios. Claro está, la infancia es meca de privilegio. En ella revive.
Hay un crecimiento del nivel asociativo orgánico. Las vísceras, los huesos, las funciones sirven de paralelos con los movimientos, las turbaciones, los dolores, las cuentas que saca el espíritu. El cuerpo habla el lenguaje del espíritu. Todo es espíritu.
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Insinuaciones
I
Corral de piedras, la lija
Del tiempo te ha rebajado.
¡Cuántos soles han cuarteado
Tu vértigo de rendija!
Hay cierto temblor a bija
Sobre tu mohosa piel,
Y de cordel a cordel
El aire que te circunda
Con una voz vagabunda
Habla de tu redondel.
II
Ojo del silencio, dejas
El hito de tus censores,
En el polen de las flores
Y lo ágil de las abejas.
De tus maniáticas rejas
Desencarnas el recodo,
Porque en aparente modo
De verdades y mentiras
Miras, ¿qué miras? Y miras
Viendo, callándolo todo.
III
Charcos con luna, los grillos
Rayan la atmósfera pura.
Se mal huele una apertura
De silenciosos cuchillos.
Se desnutren los pasillos
Por una escasez de pasos,
Y entre momentos escasos
Se apaciguan las estrellas
Y se aburre sin botellas
La apariencia de los vasos.
IV
Cuerpo que sube, circula
El tiempo -nativo insumo-,
La madera se hace humo
Y sale al aire y deambula.
La atmósfera que pulula
Es de algodonada piedra,
Y a flor de la luz que medra
En todo lo que evidencio,
son campanas de silencio
Las pisadas de la hiedra.
V
Frida de siempre. No hay ala
Sin tu sonrisa en un vuelo
De pinceles ¡Cuánto cielo
Borra tanta sombra mala!
¿A qué recuerdo te iguala
La nieve de tez oscura,
Reencarnándote en la pura
Cristalización del lecho,
Para eternizarte el hecho,
Imagen de la pintura?
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Para los que piensan que no eres
Que el agua del silencio te empezó,
Que hasta el cero profundo de un "Ya No"
Noviamente callada descendiste.
Quién dice que no cuentas, que partiste
A la sombra sin carne a pura O
Y la nieve en su siempre te invernó
Los sollozos, las quejas. ¿Triste...Triste?
Vaya el ciego apurado en su madera,
El animal sin rostro o lo que fuera
Y códigos y dioses a la nada.
Que arriba azul, para tu luz despierta,
Jamás ceniza en la ceniza muerta,
Corazonea tu risa despejada.
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Antes y después de ser
Romántico, testarudo,Vanidoso. Defensor
De Kafka. Restaurador
de las almas en lo crudo
De mis desdichas. Lo mudo
No siempre, tan sólo a ratos.
En las uñas los maltratos
De mis dientes, marcadores
De mi ansiedad. Sin colores
Ya los sueños. Mis retratos.
Apagados de repente.
En mis ojos un vacío
De añil. Pedazos de un frío
Desolador en mi frente.
Agua de adiós agrisiente.
Penumbra a gatas. Con paso.
De elefante en el fracaso
De cierto quehacer sin tino.
¡Amén del día y el vino!
¡Amén del vino y del vaso!
¡Amén de tantos amenes
Lloviznados! Cruz de ira
Contra clavos de mentira
Y de introvertidas sienes,
Andén que de otros andenes
Toma el color sin permiso.
Eso sí, nada remiso
Por fuera, nada en lo interno,
Por lo que vivo de infierno
Y busco de paraíso.
Por lo que sé y lo que enseño,
Por lo que fui en cada tramo.
Dócil para lo que amo
Y rebelde para el sueño.
Por el día que desgreño,
Y reparo lo que doy
Tal vez yendo a que no voy,
Camino hacia donde debo
Y a sorbos de sol me bebo
Todo lo que he sido y soy.
Guájiros Abela.
¡Vaya que luz, qué argumento
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______________________ FIN______________________
1 comentario:
Bellos poemas, gracias Juan Carlos. Muy bella tu presentación y muy acertada.
abrazos.
sindo pacheco
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