Y otros un puerto de entrada al regreso.
En las horas grises
Cuando mejor nos padecemos
Debajo del resplandor
Porque tampoco vale mucho
Si alguna vez me nombraron.
Un espacio para la promoción de libros y autores cubanos.Sin prejuicio de preferencia política. El criterio de selección no incluye voz de juez moral,ni otra extraliteraria.
se pierde y brota
de manantial o enigma
que te ha puesto de limosnero
ante el porte de la tristeza.
Sin espejismo, ni otra acción
premeditada por engaño,
desde lo alto
donde todo lo no visto
pesa y pende sin que lo evites
y hasta ha de rajarte en dos
la esfera que llevas por cabeza.
Desde ese más allá donde baja
la intensidad del ánimo
y se escurren las fiestas
dominadas también desde su peso
como las columnas de un templo
que ha acumulado lo solemne
porque la casa de Dios es ese infinito
de hecho atravesada en la historia.
de las almas austeras se aliviane
y el dolor de morir por la patria
es vivir en un espejo
que siempre nos refleja
otro rostro visto desde otro espejo
más pesado que las cumbres
más adictas que su memoria;
y perfectas para ser en dos
las dos mitades
en las monedas de cambio.
Aplasta no ser un ejemplo para nadie.
Quizás un episodio inconcluso
en el que tampoco se hallará el final.
la vuelta de las horas igual a los peldaños
bajan por inercia demasiado a ras de la tierra,
y en esa incómoda posición
se pretende aparentar que deslumbramos.
Dicen que así se nos verá desde otros lares
sobre anhelos que fraguan y son
las lecciones también inconclusas
de unos días encaramados en otros.
Dicen que siempre creemos cuando el peso aplasta
es liviano al espíritu en el alma que nos inspira
pero nadie ha dicho que ha visto
si en ello se encierra algún acto heroico
al menos para balancear las piernas
mientras se espera sin adivinar
lo que de ser posible llegue
y que la lengua haga un voto de silencio
porque todos a la vez lloramos el mismo luto
y todos hablan todo el tiempo de todos
como dioses falsos sobre una vida insulsa.
No hay certeza que se convierta en himno
ni en aquel surco por designio abierto
donde pasar como uno de esos aguaceros
sobre las llamas de un cañaveral
eterno en el humo de su mediodía.
Allá arriba la oscuridad y el engaño se iluminan
y cuando asimilamos dejar
algunos caminos por vereda
damos en círculo contra nuestras cabezas
que solo han visto dormitar
una y otra vez los espejismos.
Juan C Recio