Por Geovannys Manso
Santa Clara.
Mientras tanto, pero mientras tanto
yo tengo que hablar, cantar y gritar
la vida, el amor, la guerra, el dolor.
Silvio Rodríguez
Siempre supe que Alexis Castañeda terminaría escribiendo un libro semejante: pleno de nostalgias, de historia, de aquellos detalles que solo él guarda en su prodigiosa memoria. Sus métodos no son, no pueden ser, los del historiador académico. A veces le basta una nota, un pequeño fragmento de una crónica, todo en perfecto desorden en sus gavetas o en su librero. De ese «desorden» aparente, él totaliza estas verdades que nos ha ido entregando en libros anteriores, tal como ocurrió con sus primeros poemas: salvados por «otros» de la oscuridad.
Pero lo que no saben ciertas personas, es que Alexis Castañeda no necesita hacer preguntas. Él ha estado -como el Orlando de Virginia Woolf- en cada sitio, en cada momento, en cada espacio: sin descanso, con fervor vivificante, presenciando los cambiazos de nuestra historia cultural.
De este espíritu surgen las páginas que hoy conforman La vena del centro: narradas por un testigo fidelísimo que no le teme a la memoria y que tampoco «copia» una presumible verdad inamovible. Alexis teje su verdad, polemiza; por ello, a ratos su discurso se torna crítico, zigzagueante. No le basta nombrar, definir, enumerar. Prefiere restituir, incluir, redefinir; y sobre todo: edificar una gran zona de nuestra cultura, tan vasta, como su presencia diaria entre nosotros.
Así, en La vena del centro se transparenta esa continuidad tan propia de nuestra tradición. Encuentros y deudas van conformando su unidad. Devela, con pasmosa claridad -sin alardes, sin vacíos-, las particularidades de cada etapa: desde los inicios recónditos de la colonia, hasta llegar a una Santa Clara que pareciera predestinada a la trova, a la bohemia, a las tertulias, a la guitarra. Donde trovadores y poetas han sabido construir una sensibilidad, un ritmo, un espíritu que renace sin necesidad de imposiciones.
Alexis historiza, narra, poetiza, suscribe, analiza, dictamina, rescata, unifica y nos convence: Santa Clara ha vivido apegada a la trova, y la trova, ha vivido al amparo de esta ciudad, de esta región central del país. Grandes sucesos han ocurrido. Grandes trovadores han escrito sus canciones, han convivido con otros trovadores, han regresado o se han marchado para siempre, llevándose la trova consigo, llevándose estos espacios, estas luces, estas sombras que nos definen.
Esta es la historia de una pasión: la de muchos hombres que han erigido un patrimonio musical que no podemos preterir, que debemos salvar y aplaudir, que debemos estudiar y comprender.
No es otra la vocación de estas páginas.
Tararee. Cante. Afine su guitarra. Está por comenzar el concierto.
Disfrútelo. Emociónese. Conviva.
¡¿Quién puede decirnos que no sea la vida, una Canción...?!
Foto de portada del libro cortesía de Amparo Ballester, por el lente de Héctor Darío Reyes
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http://www.sentadoenelaire.com/2009/11/revelaciones-del-silencio.html
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1 comentario:
bien por el y el articulo, gracias, ... conozco de esas horas de música , poesía y vivencias compartidas
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