martes, 12 de enero de 2010

DE LA MALA MEMORIA Y EL VERANO




Hace unos días, que me resultan horas, (acabo de comprar en Santa Clara, en la librería Pepe Medina, al centro de Cuba), el libro De La Mala Memoria Y El Verano, de Nelson Simón. Dos antes del regreso comencé la lectura de este libro publicado por Letras Cubanas, y compruebo, que no es el caso del poeta que de tener un nombre reconocido en las letras se acomoda en ese fantasma siempre peligroso que puede producir la fama.
En el sentido estético desde donde Nelson Simón proyecta sus vivencias, el logro es insuperable, sabe como gallo fino mantener su status de autor que sin malabares ni trampas puede comulgar con lo que le rodea y capta más que sensaciones o bellas metáforas, catarsis de vidas, esencias que son suyas en tanto son nuestras, porque él sabe hechizarnos y nos arropa como si un diario de su vida pasara a acontecer en la nuestra; y con ese feeling el poeta nos descubre, nos lleva a impresionarnos para ser de lectores que también captan sus secuencias de fotógrafo, nos lleva a la poética que inmortaliza, lo que en otras palabras, -quizás vacías-, se quedarían fuera de ese universo con el que Simón acostumbra a congelar instantes, sucesos de un tiempo que hace desde su poesía trascender y no descender, porque no es una escalera para subir al cielo, sino para bajarse y tocar el lado humano, lo trágico, lo difícil de vivir sin que la fugacidad de esos momentos se estrellen y nos deje al azar sin entenderlo.
El poeta sabe que la memoria, si quiere perpetuarse como asunto de lo que se ha vivido, tiene por necesidad que asumir sustancia y belleza, porque los motivos de un poeta -grande e inmenso como él- no son simples lubricaciones de nostalgia, ni postales en blanco y negro que quieren caricaturizar una lectura tan precisa con la que vuelve a sorprendernos, y por qué no, a deslumbrarnos, como en aquellos días de mi adolescencia (que aún me parecen horas), hace 20 años, cuando escuché por primera vez la lectura de sus versos.


Juan Carlos Recio, NY/Martes 12 de enero del 2010
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Cuerpos
con los que tropecé
en las altas horas
en que se sale
a consumir
la noche.
Cuerpos
como piedras
disimuladas
en el camino.
Cuerpos
siempre abiertos,
dispuestos
a entregar su intimidad
como los viejos hostales,
oportunos
como una blanca tableta
contra el suicidio:
para no olvidarlos
es
que los escribo.


VALLE DE VIÑALES,
(fragmento)


A Caridad y Ebenecer.

31

Todo el valle reposa
como en esas postales
que compran los turistas:
Luís y Darío duermen
sobre las blancas parihuelas
del verano. En la piscina, Yusel bucea,
confunde la libertad
con un manso pez, semejante
a los sueños; Carlos bebe
un Ciego Montero- limón
a la sombra trenzada
del Fausto. Yo sigo,
desde el fresco sitio
que ofrece mi cerveza,
contemplando como argenta el acero
de los altos ceibones
y la palma infinita con su ubre de flores
y el sinsonte que corta el techo azul
de esta mañana irrepetible.
Nadie sabrá que habitamos
el oro de estos días.
Nada quedará de nosotros
al marcharnos. Ni la huella en el césped.
Ni la gota de sudor. Ni el roce de nuestras miradas.
Son cosas mínimas que apagará el verano
aunque ya hayan copiado, otras tintas de luz,
sobre nuestra memoria.



CARNAVAL/ RESTOS DEL VERANO.




1

Pronto, los hombres,
abren las puertas de alcohol
de sus cervezas.



2

Esto es el carnaval:
las vanas luces que vomitan
su vanidad
sobre la banalidad
de las almas.



3



Es la nada lo que empuja
las carrozas. Es la nada lo que beben.
Es la nada lo que media entre los cuerpos.
Es la nada que habita en los intersticios de la nada.

4

Caminar entre océanos de gentes
sin rostro ni destino. Huir
de la alegría sin sentido
y de la monotonía que no escapas
aunque huelas a sudor,
a aceite pobre,
y seas el bocado melancólico
entre los dientes
del último deseoso de la noche.


5


Es mejor fugarse de uno mismo
como el aroma
de un frasco de perfume.
No aceptar, que este,
puede ser uno de tus días.




6
En otro azul y otra carne
que joven se me ofrece,
muerdo los vidrios dulces
de la culpa.





7


Se acaba agosto.
¿Volveré a recorrer
Otros atardeceres
Tan distantes de aquellos
Marpacíficos bancos?




8



Tarde de lluvias.
Palomas en los tejados de septiembre
al abrir la ventana



9




Tarde de lluvia.
Paraguas.
Cruzan grises las almas.





10






Ríos de la tarde.
Todo lo arrastra la espera
En sus remolinos.



11






Vuelve a marcharse.
El mar es un pretexto.
Septiembre también
puede ser el mes más cruel.



12






Hay un velo de melancolía
cayendo sobre las cansadas casas
y el lenguaje del agua
repite viejos nombres
en las alcantarillas.
La soledad es un zapato estrecho.
La lluvia y la memoria abren,
otra vez,
los caminos de ayer
y me dispongo a recorrerlos,
resignado.



13




Tocan a mi puerta
Me sorprenden
rostros
que un día
creí conocer.




14



Cantos rodados:
por el cauce seco
de la calle principal,
los hombres
en la tarde.




15



Las parihuelas de oro del recuerdo
dispuestas en la tarde,
y el desfile constante
de los cuerpos amados,
algunos ya sin nombre.




16



La noche se espera en estos sitios
donde, venenoso como un reptil,
el deseo se arrastra.





17



En la acera ocasional,
en el mudo portal
o la columna de sombras:
el arabesco,
el signo incomprensible
del hilo de plata de su baba.





18

Maquilladas mariposas del insomnio;
a la luz del placer
dibujan círculos,
recorren las vacías calles
de la noche.




19



¿Muchacha o muchacho?
El Rimel borra el límite.
Ni la farola, en su pálido
ruedo mercurial,
puede adivinarlo.




20

Cesa la lluvia.
En la ciudad y el alma
quedan charcos.





21

Ribeteadas de un oro falso,
las hojas de los insomnes ocujes
que custodian la avenida.
Lavados rostros de la tarde
Sospecha la calma
empozada en los patios interiores.
Escampada.




22




Diluido el pulso de las calles.
El tibio olor de los hogares,
el mirar sumiso de los perros,
la palabra protectora del amante,
el ansiolítico y el ruedo de paz que propone
en medio de la jungla de la noche;
la música, la gota de oxígeno,
diluidos.
Hacia las gargantas de la ciudad,
todo lo arrastra,
el cuerpo sediento
de la lluvia.





23



Casa enjoyada de silencio.
Quieta carne del amor
expuesta como un prado joven
donde gozar la tarde.
Tumbados
junto a su fuego vacilante
mientras pasan, del otoño,
las primeras lluvias.




24

Presa la paloma entre
sus manos,
mansa.
Indomable,
su cabeza y su espalda
entre las mías,
libre.





25



Gira la noche perfumada
de soledades y de hornos.
Como una mosca dibujas
círculos, masticas vidrios,
las mismas calles:
los hombres dejan rastros de luz
en las aceras.
Lluvia de sombras:
las provincias del alma,
están desnudas.





26

Hacia esos tintes rojos
caminamos.
Un nuevo día. Otro misterio
en los brazos de acero
de las torres.





27



Apretadas las palmas,
como esbeltas islas,
en los océanos de la mañana.





28

Amanece
De sol
es el follaje
de los cocoteros.




Inminencia del invierno/ últimos apuntes
(fragmentos)





22


Cuento las cosas,
dispongo los sucesos
como los granos de café
en el secadero,
para que la humedad
y el moho
de la desmemoria,
no los conviertan
en esos polvos muertos
del olvido.






25

Indiferente el puente sobre el agua.
Como la sierra entra en la madera,
entra el puente en la noche.
Los filósofos perderían la cabeza
si bajan a sus sombras
y ven lo que allí pasa:
cómo copulan el hombre y la miseria,
cómo se multiplican las larvas
fosforescentes
de la soledad,
cómo se rasca el lomo del miedo
frotándose contra los pilares de hormigón.
Correr peligros es un divertimento
y el puente sigue allí,
rígido,
detenido sobre la podredumbre
que se estanca
para probarte que,
algunas madrugadas,
la muerte
también cojea
por estos senderitos
bien disimulados.
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NELSON Simón (Pinar del Río, 1965). Poeta, escritor para niños y editor. Cuenta con una extensa obra publicada en la que se destacan los poemarios Ciudad de nadie( Editorial Loynaz, 1992 y 2008), El peso de la isla(Editorial Loynaz, 1994 y 2002), Con la misma levedad de un naúfrago(EditorialLetras Cubanas, 1996) y A la sombra de los uchachos en flor, premioJualián del Casal 2000 y Premio de la Crítica2001 (Editorial Unión, 2001 y 2002). Obtuvo la primera mención de poesía en el premio Casa de las Américas 2008, por el poemario inédito, <<In vitro>>

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Leer más sobre el poeta Aquí:

http://www.sentadoenelaire.com/2009/11/ciudad-de-nadie.html

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