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Edelmis Anoceto lee sus poemas:
Edelmis Anoceto, es un escritor de la generación del 90 que vive en Santa Clara, editor, traductor y una persona afable, que habita en un tiempo que no lo deja ser sumiso ni ante su grandeza. Es un poeta completo, escribe buenas décimas y sonetos, y no sólo conoce de métricas y rima, es un constructor de la palabra, detalla un mundo que siempre nos circunda, que algunas veces nos registra y nos conduce a un cuerpo ético, con instinto , con misterio y con belleza; nunca su prosa es efímera, o apasionada sin soportar delirio o grandeza, viene de lo simple y es inherente a su ego, nos deleita porque sabe domarnos, porque no usa su oficio de escritor como una trampa, lo usa desde una posición clarísima: es un hombre que ha leído, que no desborda sus conocimientos como si fuera un profesor de cátedra, asume desde su personalidad, los asuntos que crea, y sus versos no son un cúmulo de ideas que quieren mostrarse dispersas, son un cosmos de registros muy amplios, donde fluyen con mucha fuerza, sucesos evocados desde una perspectiva audaz, que no es una contradicción con ese mundo poético que él nos aporta y que hacen de puentes paralelos entre su vida existencial y entre los cuadernos y libros que hojea. Conocedor de su ley empírica, que no sustrae por azar los sentimientos, nos emociona con fuerza y también con sabiduría. No necesita arropar poses de un intelectual, porque no se cree tanta arrogancia, y cuando saluda desde el verso, aún en plural, es con un corazón grande donde uno personifica , por qué no, escenas de la vida diaria y de otras deserciones que hemos fotografiado, para merecer, como el poeta, una luz que nos distingue ante tanta memoria, sufrimiento y búsqueda de la felicidad, como una interrogante de nuestro paso por estos tiempos de carencias.
Juan Carlos Recio/ NY/ Noviembre 12 del 2009.
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HOJAS IMPORTADAS.
Un día intentas suicidarte y en verdad lo logras.
Recorres con la vista las paredes,
muerdes el pan y ves una mujer en la ventana.
Tenía un gran mapa de Europa en mi cuarto, era una
lápida con fronteras, un fondo de pantalla. Tenía un
libro de alquimia y misticismo para hacer otro de
poemas, de unos poemas sinceros, con las palabras
belleza y puta. No me bastaba nada y eso era
terrible. Todo me bastaba y eso era imperdonable.
Me daba igual el buitre que el gusano, uno en el
hombro y otro en la conciencia. Me daba igual que
me enterraran o que me dejaran a la intemperie. Lo
mismo Joplin que la Libertad guiando al pueblo, sin
bandera y estrella solitaria. Todos los días eran jueves
cuatro de mayo 2006. Hoy mismo por ejemplo.
Música de fondo, pipa y reloj de bolsillo, todo
como souvenirs de aduana, verdaderas cicatrices.
Hoy mismo entro en los cines, en pos de un idioma
que no sé a no ser en sueños. Cómo les digo el sitio
en que estoy preso, un hijo por nacer y un gesto que
aplaudir en los teatros, cómo lo escribo en hojas
importadas. Atiendan a los besos y a las independencias
que se ponen a secar en los balcones con trapitos
de cocina. Tenía un gran mapa de Europa en mi
cuarto con patrias dibujadas y un almirante zarpando
hacia el vacío.
Un día escribes un tratado sobre el disentimiento
humano.
Un día intentas suicidarte y en verdad lo logras.
Recorres con la vista las paredes,
muerdes el pan y ves una mujer en la ventana.
ARENAS MOVEDIZAS.
Era una música amarga, arrancada del paisaje
y era un espejismo a lo lejos, era el vacío
con que se vislumbra una ola
perdiéndose sobre el cuerpo del mar,
su aroma hacia algún espacio irreconocible,
violado solo por las aves
y por su canto infiel cada día
en las arenas cotidianas.
Porque cada día atraviesa los umbrales esa música,
qué será, para observarnos sentados,
ciegos, y de una vez ser un rostro mugriento
posado sobre la piel, allí.
Pero quisimos construir un muro
como un documento que mostrar
y fue un beso en las entrañas,
hundiéndose temible en las entrañas de la noche.
Y vimos caer la partitura que nos decía adiós
desfallecida.
Una música solo comparada a sí misma,
esparcida como los restos de un barco en el desierto.
Era el polvo que las generaciones de aves hacen
confluir,
después del miedo, después del nacimiento,
en el silencio de las casas,
el polvo viajero de las notas antiguas
en los labios del ahogado, después de las libertades.
Vamos a ser los ciegos y vamos a preguntar
esa música qué significa bajo el agua.
DESERTOR DEL CIELO.
Lautréamont se acoge a la noche de Montmartre Norte,
no llega a sus oídos el canto del cisne.
La llovizna vierte su cúmulo sobre el viejo océano
y los presagios taladran la poca luz amanecida.
Quisiera regresar sobre sus pasos
a una muerte más tibia, Lautréamont.
Solo en el cardumen de sueños diminutos,
revierte para mí los augurios
y las sinuosas glorias que ayer sostenían.
Si la llovizna cesa,
el perro sale a olfatear los restos
que viajan entre líquidos del más allá,
hacia los desencantos que significa la escritura.
Hay un cisne en lo inerte de las calles
y en la memoria del hombre que pretende
con sus versos entrar en los vergeles
de Montmartre Norte,
para no ser el cansancio una vez más.
Fue allí donde la muerte nos sedujo
cuando el viento se estancó entre los árboles
y el otoño se extendía a la Provenza.
Fue allí donde quisimos redactar los argumentos
contra el hombre, y a favor del hombre
llamado Maldodor,
nuestras páginas sombrías y llenas de veneno.
Uno al otro engañándonos,
porque es inútil saberse un reconciliador
cuando las sombras ascienden a los ojos.
Fue allí donde dijimos
Las formas de atacar a la fiera y al Creador,
los cantos de alabanza por las inmundicias
celebradas en la piel como trofeo.
En nuestras manos descansan los crímenes gloriosos.
Maldodor, Duchase, Lautréamont,
con qué seudónimo voltear la mirada
sobre esa página eterna de la duda.
En las entrañas ya no ha de importar
el dictado más sublime de las cosas.
Pues el cisne deserta de los cielo promisorios,
deserta para mí una vez más.
__________________________________________________________HOJAS IMPORTADAS.
Un día intentas suicidarte y en verdad lo logras.
Recorres con la vista las paredes,
muerdes el pan y ves una mujer en la ventana.
Tenía un gran mapa de Europa en mi cuarto, era una
lápida con fronteras, un fondo de pantalla. Tenía un
libro de alquimia y misticismo para hacer otro de
poemas, de unos poemas sinceros, con las palabras
belleza y puta. No me bastaba nada y eso era
terrible. Todo me bastaba y eso era imperdonable.
Me daba igual el buitre que el gusano, uno en el
hombro y otro en la conciencia. Me daba igual que
me enterraran o que me dejaran a la intemperie. Lo
mismo Joplin que la Libertad guiando al pueblo, sin
bandera y estrella solitaria. Todos los días eran jueves
cuatro de mayo 2006. Hoy mismo por ejemplo.
Música de fondo, pipa y reloj de bolsillo, todo
como souvenirs de aduana, verdaderas cicatrices.
Hoy mismo entro en los cines, en pos de un idioma
que no sé a no ser en sueños. Cómo les digo el sitio
en que estoy preso, un hijo por nacer y un gesto que
aplaudir en los teatros, cómo lo escribo en hojas
importadas. Atiendan a los besos y a las independencias
que se ponen a secar en los balcones con trapitos
de cocina. Tenía un gran mapa de Europa en mi
cuarto con patrias dibujadas y un almirante zarpando
hacia el vacío.
Un día escribes un tratado sobre el disentimiento
humano.
Un día intentas suicidarte y en verdad lo logras.
Recorres con la vista las paredes,
muerdes el pan y ves una mujer en la ventana.
ARENAS MOVEDIZAS.
Era una música amarga, arrancada del paisaje
y era un espejismo a lo lejos, era el vacío
con que se vislumbra una ola
perdiéndose sobre el cuerpo del mar,
su aroma hacia algún espacio irreconocible,
violado solo por las aves
y por su canto infiel cada día
en las arenas cotidianas.
Porque cada día atraviesa los umbrales esa música,
qué será, para observarnos sentados,
ciegos, y de una vez ser un rostro mugriento
posado sobre la piel, allí.
Pero quisimos construir un muro
como un documento que mostrar
y fue un beso en las entrañas,
hundiéndose temible en las entrañas de la noche.
Y vimos caer la partitura que nos decía adiós
desfallecida.
Una música solo comparada a sí misma,
esparcida como los restos de un barco en el desierto.
Era el polvo que las generaciones de aves hacen
confluir,
después del miedo, después del nacimiento,
en el silencio de las casas,
el polvo viajero de las notas antiguas
en los labios del ahogado, después de las libertades.
Vamos a ser los ciegos y vamos a preguntar
esa música qué significa bajo el agua.
DESERTOR DEL CIELO.
Lautréamont se acoge a la noche de Montmartre Norte,
no llega a sus oídos el canto del cisne.
La llovizna vierte su cúmulo sobre el viejo océano
y los presagios taladran la poca luz amanecida.
Quisiera regresar sobre sus pasos
a una muerte más tibia, Lautréamont.
Solo en el cardumen de sueños diminutos,
revierte para mí los augurios
y las sinuosas glorias que ayer sostenían.
Si la llovizna cesa,
el perro sale a olfatear los restos
que viajan entre líquidos del más allá,
hacia los desencantos que significa la escritura.
Hay un cisne en lo inerte de las calles
y en la memoria del hombre que pretende
con sus versos entrar en los vergeles
de Montmartre Norte,
para no ser el cansancio una vez más.
Fue allí donde la muerte nos sedujo
cuando el viento se estancó entre los árboles
y el otoño se extendía a la Provenza.
Fue allí donde quisimos redactar los argumentos
contra el hombre, y a favor del hombre
llamado Maldodor,
nuestras páginas sombrías y llenas de veneno.
Uno al otro engañándonos,
porque es inútil saberse un reconciliador
cuando las sombras ascienden a los ojos.
Fue allí donde dijimos
Las formas de atacar a la fiera y al Creador,
los cantos de alabanza por las inmundicias
celebradas en la piel como trofeo.
En nuestras manos descansan los crímenes gloriosos.
Maldodor, Duchase, Lautréamont,
con qué seudónimo voltear la mirada
sobre esa página eterna de la duda.
En las entrañas ya no ha de importar
el dictado más sublime de las cosas.
Pues el cisne deserta de los cielo promisorios,
deserta para mí una vez más.
Poemas tomados de DESERTOR DEL CIELO, Edelmis Anoceto.
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3 comentarios:
Un saludo Villareño: que bueno saber de los jovenes poetas de la tierra, eso sería algo que pudieras continuar, darle seguimiento. Abrazo para ustedes desde Madrid.
Chago
Qué bueno encontrar a mi amigo Edelmis aquí. También tengo un blog donde publico poesía y sobre todo villaclareña. Saludos desde Cuba. Mi blog se llama VerbiClara (http://verbiclara.nireblog.com), y serás bien recibido allí.
Gracias, Juan Carlos, por poner estos poemas de un poeta que en verdad no conocíamos por acá, amén de villareño.
No me gusta regalar elogios, pero en mi humilde opinión son muy buenos estos poemas. La síntesis, creo, por medio de un lenguaje oblicuo (sugerente) le da una fuerza tremenda a estos versos. Resalta entre línea y línea el estoicismo. Son además poemas de mucha tensión en cuanto a ritmo y contenido.
Un saludo desde México para Edelmis, y que siga adelante.
Félix Luis Viera
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