martes, 17 de abril de 2012

VIDAS POR PAREDES, SUPUESTAS.


En la pared artificial cuelgan de artificios
los modos y costumbres tuyos

sin que dejes o pretendas al insomnio

en su agua de arroz con granos curtidos.

Luego no importa si desapareces

detrás de la misma pared donde impones

senderos también tuyos para ser inclaudicable.

¿Cómo es que vives de hoja marchita

puesta a lucir por vendaval

siempre el mismo desencanto?

Abre tus piernas cuando el río suene
no vaya a ser que no derribes

esas paredes donde imantan las frías horas

cuando en la ausencia los ausentes te degradan.

Nadie asimila su oquedad

porque es difícil ubicarse en el destino.

Es como si de ayer a hoy todo se vuelve mañana
desde tus actos muy torpes porque no lo adivinen.

Hay muchas paredes idénticas que no se parecen a nada

y muros y rostros para el llanto y para colgarse;

lo cierto que las personas nacen

de semilla a flor como la señal de un arbitro.

En el lugar de cita de los solitarios hay mucha gente
y tampoco es para el consuelo.

Has tenido esas caras en la pared aunque lo niegues
y puedes ver en el espejo lo que los demás sólo en mármol:

nombres de los egos transcriptos;

a veces eso provoca echar al viento

las palabras que deciden, ido como un soldado

sin fusil a una guerra clandestina

donde la única inclemencia es saberse la contraseña

sin grandes resultados.

A veces se echa las raíces en una caja de polvo
como una mujer que maquilla su torpeza.

Sentado y listo crees volver al mundo
porque debajo todo lo real maravilloso

no debe a su costumbre tanto espejo.

El viento acompaña sin dobleces

lo que has decidido clavar con alfileres

de una claridad posible a otra

aunque algunos suelan tener

una idea muy antigua del animal invisible

que lleva en el corazón sus gastadas alforjas.

Otros sólo dormitan en el ocio que les apuntala.

Hay un resto de personas como un mar devuelto

ellos atisban los deseos para esconderse;

han visto al ciego con beneplácito

decir desde lo oscuro todo lo profundo.

Nunca provocan la humana miseria
por no desgajarse de su lado miserable

y por falta de valor que les produce su lástima.


Conviene en el lugar de cita de los solitarios
ser aquella bandera a media asta en el silencio

conviene ir al mástil sin agravio

a suficiente altura contra los mundos podridos

porque ellos respiran casi siempre nuestros demonios.

Ir a salvarse no es la salvación
ni dibujar los aposentos donde el rey y la reina

han de lucir sus atributos.

Fuera del sueño no es que se viva o se perece

es la realidad que deja sus fieras heridas

mortales y con disposición a detenerte.

Voces sólo tuyas desde el coro sin la cuarta pared.

 
Lejos a contracorriente los guardianes de la soledad
tienen cada hora y lugar que designes
y a cada pared en su falso dominio.
Si van a entrar esas filas de amoladores de filos

que nunca sean dobleces ni manchas ni sudarios.

Cada hoja de su puño de entrada a salida

haga tu voluntad como al final del día

los trazos hacen al cuerpo en su morada

y de Rey a Reina, no definas ningún luto.

1 comentario:

Ismael Valdivia dijo...

Gracias por esta entrega, Recio. Bravo! Realmente es difícil ubicarse en el destino.
Va con esto mi felicitación a este trabajo que he disfrutado.