miércoles, 3 de agosto de 2011

OTRA VEZ DESDE ARRIBA














Arriba donde todo lo que alcanzas

se pierde y brota

de manantial o enigma

que te ha puesto de limosnero

ante el porte de la tristeza.

Sin espejismo, ni otra acción

premeditada por engaño,

desde lo alto

donde todo lo no visto

pesa y pende sin que lo evites

y hasta ha de rajarte en dos

la esfera que llevas por cabeza.

Desde ese más allá donde baja

la intensidad del ánimo

y se escurren las fiestas

dominadas también desde su peso

como las columnas de un templo

que ha acumulado lo solemne

porque la casa de Dios es ese infinito

de hecho atravesada en la historia.










Aplasta el peso aunque la fe

de las almas austeras se aliviane

y el dolor de morir por la patria

es vivir en un espejo

que siempre nos refleja

otro rostro visto desde otro espejo

más pesado que las cumbres

más adictas que su memoria;

y perfectas para ser en dos

las dos mitades

en las monedas de cambio.

Aplasta no ser un ejemplo para nadie.

Quizás un episodio inconcluso

en el que tampoco se hallará el final.















En ese ámbito de ambivalencia y reflejo

la vuelta de las horas igual a los peldaños

bajan por inercia demasiado a ras de la tierra,

y en esa incómoda posición

se pretende aparentar que deslumbramos.

Dicen que así se nos verá desde otros lares

sobre anhelos que fraguan y son

las lecciones también inconclusas

de unos días encaramados en otros.

Dicen que siempre creemos cuando el peso aplasta

es liviano al espíritu en el alma que nos inspira

pero nadie ha dicho que ha visto

si en ello se encierra algún acto heroico

al menos para balancear las piernas

mientras se espera sin adivinar

lo que de ser posible llegue

y que la lengua haga un voto de silencio

porque todos a la vez lloramos el mismo luto

y todos hablan todo el tiempo de todos

como dioses falsos sobre una vida insulsa.

No hay certeza que se convierta en himno

ni en aquel surco por designio abierto

donde pasar como uno de esos aguaceros

sobre las llamas de un cañaveral

eterno en el humo de su mediodía.









Allá arriba la oscuridad y el engaño se iluminan

y cuando asimilamos dejar

algunos caminos por vereda

damos en círculo contra nuestras cabezas

que solo han visto dormitar

una y otra vez los espejismos.


Juan C Recio
Agosto 3 del 2011.

4 comentarios:

salva33125 dijo...

que la lengua haga un voto de silencio

porque todos a la vez lloramos el mismo luto

y todos hablan todo el tiempo de todos

como dioses falsos sobre una vida insulsa.....lo dicho está, lo que me llevo al muro es muy interesante..versos duros, que salen del querer sostener esas piernas que se saben vagabundas de cualquier alba, de cualquier sitio....y que sueñan con el camino,,,ese que marcó como suyo...

Migdalia B. Mansilla R. dijo...

Estupendo. Lo leí como quien lee parte una página o varias de su propia historia,. Gracias pro el enlace amigo.

Mayra dijo...

Buen ejercicio el de exorcisar demonios cuando éstos se convierten en excelentes versos. Gracias por compartirlos!

Erick de Armas dijo...

Gracias