lunes, 24 de mayo de 2010

POEMAS DE AYER MISMO

Foto cortesía Carolina Vilches

A veces uno olvida hasta quienes lo llamaban por su nombre, a veces las distancias desde estos colores, anuncios y estos rascacielos, aparentan bajo su sombra ese olvido, de aquel blanco y negro de los encuentros. La primera vez que conocí a Yoel Mesa Falcón fue en Santa Clara, al centro de Cuba; él junto a Abel Germán Díaz Castro y Heriberto Hernández eran los jurados del Premio fundación de esa ciudad, que tiene hace muchos años como celebración de su aniversario y sin olvido. La segunda vez que conocí a Yoel, fue desde la amabilidad que profesaba a un viajero de provincias como yo, que aún necesitaba cortes de tijera en sus versos, y que creía que leer los poemas me haría mejor pulidor de esos hallazgos de ánimo. Y digo que lo conocí dos veces porque la primera estaba aturdido en la sorpresa del primer premio y de que excepto Heriberto Hernández que es de mi patria chica, no conocía a los otros dos poetas del jurado. Lo cierto que recuerdo muy claro, esa poesía limpia de Yoel Mesa, de quién ya venía con sus propios cortes de tijera, de quien dominaba sus emociones y las dejaba caer, como ese ritmo de rima interna que todo verso aunque libre, necesita para que nos llegue al oído o podamos leer esas razones que el poeta tiene como un tapiz donde su poesía “salido de las manos de un humano” nos hace contemplar hasta su alma.

Luego su destino se fue lejos y no he vuelto a verlo; aunque esto puedan desmentirlo estos poemas que hoy recibo por su correo generoso y sé que en el perfil de ese rostro donde el poeta nos comunica, su mano que traza como una letra que confiesa, porque, no puede existir olvido cuando un poeta verdadero, un amigo, escribe:
no, no está perdida
podrá abrir los cofres
las puertas
los palacios
y hasta un rostro enigmático si este rostro se atreve

Cómo no atrevernos a entrar a ese mundo donde el poeta también tiene:
Sólo una nube
que pronuncia nuestros nombres.

Juan Carlos Recio
NY/Mayo 24 del 2010


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POEMAS DE AYER MISMO

Naturaleza muerta


Un vaso de vino, un cenicero, la tarde, yo aburridísimo
una fecha cualquiera y un carrusel
que dejó de sonar cuando las nubes volaron de los ojos.
Aburridísimo yo, la ceniza, las heces del vino
la tarde
una fecha cualquiera
y un niño muerto
crucificado en un Gólgota de juguete.
Breve viento, estrecha ventana
piares
un minuto tras otro
un pie tras otro
y a dónde ir.
Las paredes me hablan pero no contesto.
El vidrio, la arena, los que inventaron las horas.
Un vaso de vino, un cenicero, la tarde.



Ya no



¿Cuántas cabezas el dragón tiene
y cuántas el león
cuántas estrellas
sobre el azul más sereno del mundo o es
un tapiz
un pobre tapiz aunque bellísimo
salido de las manos de un humano
y no de Dios?
Ah, y las copas
de los árboles como cabezas humanas
y la entraña de la tierra
cual suspiros de una corriente.
Así era el mundo, más bien
lo que había tras las frentes.
Hoy
la hermosa maquinaria se ha llenado de máquinas
y ya no hay monstruos de mil cabezas
ni cabezas que parezcan árboles.
Nadie se detiene a ser contemplado por el zafiro de lo alto.
Nadie pregunta por el Misterio
ni deposita sus labios
en un hilo azulísimo
para tejer un tapiz.



Breve fantasía y fuga



Foto tomada por Arístifes Vega, Río Negro, El Nicho, Manicaragua

Pasó hace ya tanto que los pozos
han olvidado reflejar la nube
que entonces quería ser lluvia y canta
el agua un canto nuevo
pleno de mañanas
de soles sin fin
por nacer…


Sí, Vallejo, tanto y tan poco


¿Tan vulgar la vida?
¿Todo perece?
¿Nada
para llenar el cofre, sólo
un minuto tras otro en consolación
que las horas sean eclipses
y los días persigan la eternidad
sin tocar sus vestiduras?
¿Nada?
¿Todo?


Antiguo tema para arpa y flauta


Es el río de Heráclito el que pasa
es Heráclito en persona el de la barca
y la corriente calla
aunque llega a los oídos en forma de vocablos
y creemos adivinar
un “Yo Soy”.
Nada eres, agua
ni tú, rostro
tampoco tú, Tiempo.
Fantasmas
como la figura del filósofo
y su río
hecho de palabras.
¿Música?
No, no hay ninguna arpa por aquí.
Sólo una nube
que pronuncia nuestros nombres.


Alucinado ma non tanto

Cae la colilla de la mano, pero el índice no señala nada en el charco
lleno de maravillas:
una nube rosa que ha visto la proximidad de la muerte
y todos estos paseantes de cabeza
hijos de Renoir, de Degas
que existen en medio de la luz
y para ella sin saberlo.
Ahora te llamas cementerio
de pensamientos en la ceniza
la saliva y los perros,
únicos seres que te aman.
Tumbas y más tumbas en el camposanto de lo insignificante.
Hay un incendio en el cielo
y acá abajo las hormigas no saben nada.
La mano que dejó caer la colilla se hunde en un bolsillo y palpa la llave
no, no está perdida
podrá abrir los cofres
las puertas
los palacios
y hasta un rostro enigmático si este rostro se atreve
y aquél permite
hurgar bajo la máscara.
Posa su planta en el agua
y la nube
la más bella del crepúsculo
se rompe en burbujas sucias.
Un perro se le ha quedado mirando.
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Yoel Mesa Falcón nació junto al mar hace ya muchos años. Desde entonces ha estado escuchando las olas sin poder apartar los ojos del horizonte. Envejeció trazando signos en un papiro a la luz de un lucero. Conoció y amó, fue amado y olvidado. Será enterrado bajo una pirámide y viajará en un velero por las estaciones de la Eternidad. Quizás los dioses se compadezcan de él.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

gracias amigo por traernos a yoel mesa falcon a quien conozco desde ha tiempo,lo conoci en guines de donde soy y adonde fue a ejercer como especialista de literatura,un gran hombre y un buen poeta,que mas podemos pedir para que permanezca en nosotros.

juan carlos valls

Yoel Mesa Falcón. dijo...

Querido Juan Carlos: En los últimos día he recibido de ti una marea afectiva muy cálida que me ha alegrado mucho. Sabes que el aprecio es mutuo. Recuerdo cuando ibas a La Habana y parabas en aquel cuarto que yo rentaba en esa estratégica posición entre Centro Habana y El Vedado. Seguiremos en contacto y te deseo mucha suerte, aprovecha ese tiempo libre de que dispones actualmente, porque siempre termina por acabarse. Dale mi agradecimiento a Valls por sus palabras. Con un fuerte abrazo yoel(por e-mail)

Anónimo dijo...

Yoel, estos poemas se acercan cada vez más al calificativo de "grande", "poemas grandes", creo que me explico.
De lo último que leí tuyo con relación a estos textos, hay un ascenso cabrón. Rompiste una frontera, una frontera que ya indicaba el valer de tu poesía. Estos que ahora leemos tienen muchas más sangre que los anteriores sin dejar de ser, como he escrito de tu poesía en otra ocasiones, frutales.
Iba a poner de ejemplo unos versos, pero luego me di cuenta de que serían muchos los ejemplos.
Dale, Guajiro. Fe y adelante.

Félix Luis Viera