SOLO PODIA FUMARSE MIS INSTINTOS.

foto a laderecha cortesía de Carolina Wilches

Como una línea divisoria como un fantasma
una cerca un imaginario de su boca
había que ver como ella ordenaba sus instintos
sin cara de loba ni de presunta asesina
pero uno podía adivinar lo que iba colocando
como en una pipa de marihuana con los pedazos de su olvido.
Como inventariarse una fuga
como fumar sin detenerse y desde una ventana
ir hasta un precipicio por un sueño
donde también se ha visto el humo
desprendido lejos de cualquier sentimiento
y que tal vez no desaparezca
y queda en su boca abierta que nos ofrece
todo el amargo que pudo cortar
sin que mediaran los vinos, las escenas ridículas
y el amor donde las venas se les rajaran entre tanto desperdicio.

Había una forma de adivinar hasta sus vagos instintos
pero no siempre se recuerdan las cosas que el humo se llevó
ni se podrá, solo en la madrugada
echarse a rodar en el sentido donde su oscuridad
te desnuda.
Como una loba bajo la carpa de un circo
con maestría, ella hizo destrezas con mi pudor
y estuvo a pocos segundos de la quemadura
de esa imborrable que te recuerda los abismos
pero pudo más su acto de magia y sus labios mal pintados
como decir que era un cuento donde saludaba sin apariencias
una manera muy absurda de tener un nombre hermoso.

Nadie dijo una advertencia ni impuso una ley donde equivocarme
todo era perfecto en los bordes y en las profundidades
había cráteres, volcanes y algunas hojas secas
pero solo veía ascender en el humo lo agradable y una corazonada.
A veces creo escuchar al fondo de aquella pieza si aún respira
otras he visto su boca como si desfigurara un suicidio
nada hay de cierto entre tanta niebla que solo se borra
ninguna incertidumbre lleva la marca de sus cuchillos.
La única certeza, si algo es improbable, me devora
el recuerdo de la forma en la que ella quemaba mi piel
y el olor a fruta podrida en la humedad del recinto
y el miedo que aún guardo de no ser otro muerto
el hilo de un humo que desciende y decora las paredes.

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