A la izquierda mi padre Juan Alejo Recio, a la derecha su primo Marcelo Valdés
Para mi padre Juan Alejo Recio.
Mientras mi Padre araba
el sueño de la tierra
y las garzas del surco
mis primeras novias antes de los quince años
buscaban el alimento
Con sus picos en el fango.
el sueño de la tierra
y las garzas del surco
mis primeras novias antes de los quince años
buscaban el alimento
Con sus picos en el fango.
mientras su vara se alzaba
y en la baba de los bueyes
yo mecía historias inventadas
de esas de un niño
que quiere volar.
Cuando todo transcurría
ajeno al nombre de alguna consigna
él, con los ojos puestos en el surco
a veces cantaba unas tonadas
como un Sinsonte fuera de jaula
y recuerdo además
esas venas gruesas
que en sus manos eran ríos
subterráneos tal vez
pero ríos que daban con mi ternura
una voz singular en medio de la intemperie.
Mi padre ha sido
el mejor ángel
que ningún cielo regala
ni dejaría de iluminar
y ninguna gloria desecha;
Hace años cuando por culpa de una res
estuvo preso lejos de las garzas y el surco
yo miraba sus alas cortadas
como un banco roto
en un pueblo lleno de miseria
personas que salían de su fantasma
con él que apenas saludaban
y luego se vestían
con una especie de congoja
de las tribulaciones que tienen los muertos
para cortejar su destino.
Más tarde sus alas volvieron a crecer
y bajo un sombrero
su frente se alzaba
con esa libertad que tienen
las almas austeras
que solo pueden
cortar las cintas
en un carnaval donde los rostros
se pintan como son: sin su nostalgia;
almas que también pueden
llevarnos hasta el centro de la tierra
y podamos ver como nace una semilla
como se libran las márgenes
de todos los ríos ocultos
que la sangre provoca
y su voz venida desde lo profundo
me alzaba por los aires
con ese deseo que él tenía
de que su hijo aprendiera a volar.
Allá lejos
bajo la sombra de su sombrero
como un guajiro que alumbra
mi padre sabe
que pienso en esa libertad
que solo desde aquellos aires
aún me sostiene.
llevarnos hasta el centro de la tierra
y podamos ver como nace una semilla
como se libran las márgenes
de todos los ríos ocultos
que la sangre provoca
y su voz venida desde lo profundo
me alzaba por los aires
con ese deseo que él tenía
de que su hijo aprendiera a volar.
Allá lejos
bajo la sombra de su sombrero
como un guajiro que alumbra
mi padre sabe
que pienso en esa libertad
que solo desde aquellos aires
aún me sostiene.
Mi padre es también
uno de esos animales del corazón
que duermen en mi silencio.
Juan Carlos Recio
NY/ Junio 20 del 2010
12 comentarios:
Hermoso Juanca, que bello homenaje para éste y todos los dias a tu padre, pues ciertamente son nuestros ángeles guardianes, y que bueno que hoy sepa que el sueño de que su hijo aprendiera a volar se hizo realidad, su hijo vuela y muy alto, tampoco lo hace solo...Gracias por compartir ésta creación y permitirnos entrar en ese binomio tuyo y de tu padre que también hacemos nuestro, por permitirnos oler los surcos, los bueyes, la TIERRA AMADA...
Hermoso homenaje a nuestros mayores, a la esencia de lo que somos.
Si no hubiera sido por ellos, que seriamos ahora? Mejor no imaginarlo... Mi padre ha sido mapa, brujula, guia perfecto en este camino azaroso que es la vida. Nunca sabremos como pagar su tanto amor.
Maravilloso! Gracias por reconciliarme con este dia. I have goose-spoons! Tengo los pelos de punta! Un abrazo desde Nueva York.
Me hiciste llorar, estos papas guajiros que buena vena nos han legado.
No he podido hablar del mio, de nada de esto hoy...me pone mal.
Te beso
Gracias a todos a nombre de mi padre, un viejo lindo y cariñoso. Un abrazo de corazón. Mil gracias
Muy lindo tu poema! Saludos, Manny
la figura paterna siempre presente en algunos... Hermoso poema.
abrazos
Hermoso poema, Juan Carlos! También mi padre siempre está presente, aunque ahora habite en la energía luminosa del universo. Un beso y encantada de estar nuevamente por aquí.
Tus palabras llevan cotidianidad y amor. Gracias.
Gracias NC, y Mayra. Contento con uds por lalectura.
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