En octubre
es muy raro que nieve, y menos en abundancia. Esa frase de romper el hielo, de
alguna manera no me llegaba, al menos como pretexto. Esta nevada otoñal lo
logró. Es uno de esos estados de ánimo, donde uno necesita reconocer algo de lo
que si lo miramos desde la nueva cultura felizmente adquirida con beneplácito y
naturalidad, es casi igual a darse el empujón emocional. Hoy me siento después
de una caminata bajo la nieve como un guajiro espacial que ha recorrido esos
potreros llenos de escarcha y con caminos entre los arboles rescatados a la
tormenta, con sal incluida, pero con sabia también. Y esto es lo que pensaba y cuento de ese
viaje reciente para no perder la magia de ese aire de altura del que puede sin
temor deslumbrarse por algunos sucesos que definen tal vez, mejor, nuestra condición humana.
De mis frutas preferidas, el mango, pero muchas veces
a falta de un buen mango, guayaba. En 12 años de exilio uno aprende contra el
desarraigo, los olores, colores y aunque mantenga el contacto con amigos y
familia, por alguna razón no es lo mismo de la cosecha del patio que nos ha
visto nacer, a lo sumo caprichos. Este septiembre del 2011, después de dos
largos años de espera, me avisa el editor del libro Sentado en el aire, Edelmis
Anoceto y el director de la editora Capiro de Santa Clara, Irán Cabrera que el
libro está listo para su lanzamiento.
Lo primero
fue llegarme a casa de María López, la viuda de René Batista Moreno el culpable y cómplice de que el libro
llegara a manos de Capiro y sus evaluadores. En el 2008, después de largos años
sin visitar Cuba, hice una visita familiar y ni siquiera me llegué por Santa
Clara, los únicos escritores que me vieron en esa ocasión fueron, Eduardo
Bonachea, Yoel Sequeda, Joaquín Cabezas,
y René Batista. Este último me explicaba sobre la posibilidad de entregar un
libro y de el por qué no debía tener prejuicio al respecto. Para ser preciso,
tenía pena hacerlo, incluso si hasta ese momento, nadie me había ofrecido tal
posibilidad. Dos años después, en otro viaje familiar René me preguntaba por la
copia del libro y me dijo: “siéntate en
mi computadora y escríbele a tu hija y por favor que te envíe por correo
electrónico una copia” Unas horas después ya René tenía el libro y le hizo las
primeras observaciones, entre ellas, me recordaba como la lejanía me acercaba a los míos, los
amigos, la tierra y todas las circunstancias posibles y me citaba: “Me fui sin
dejar nada, sin estar vaciándome de alguna miseria, y me llevé todas las memorias
en un saco de harina y por las noches las veo, y me las guardo en el corazón,
para que nadie diga que estuve ausente y que regreso en una lengua absurda, a
mirar, donde las voces callan”. De modo que antes que se involucrara, las
evaluaciones, -que finalmente fueron tres positivas sin rechazo-, el Editor Edelmis Anoceto, y la correctora
Rebeca Murga Vicens, mucho antes, el amigo que desde siempre estuvo desde la
amistad y la poesía pudo hacerme entender que no existen prejuicios que
justifiquen al menos volver a probar qué pasa con los posibles lectores después
de veinte años sin publicar en mi país, y de alguna manera estos fueron sus
argumentos. El libro no tuvo a pesar de las tres evaluaciones positivas una
aceptación unánime ni mucho, y más tarde debido a la demora según un plan de publicaciones,
otros escritores entre ellos Arístides Vega, se involucraron y de alguna forma
cada opinión sobre el por qué ver finalmente el libro publicado era importante,
se hizo realidad.
Mi primera
presentación fue en la librería Pepe Medina del parque Leoncio Vidal, en Santa
Clara. Mi padre y parte de mi familia me acompañaron, y estuvo lleno total,
amigos de muchos años, y poetas jóvenes
que no conocía. Por primera vez pude agradecerle a mi padre en público, el darme entre sus valores humanos, uno
principal para estar allí, el concepto de la fidelidad a los amigos, como René
Batista, que desprejuició siempre la idea de que publicara, llevado al concepto
literatura cubana, sin otros matices. Pude agradecerle a mi padre porque además
de ser un hijo de campesino, él, siempre me dijo que ser amigo de mis amigos
sin importar del lado de la cama que durmieran, pensaran como pensaran y
vivieran donde vivieran, algo que con los años he moldeado a ser amigo de mis
amigos y de algunos enemigos de mis amigos. En esa presentación donde leí
textos de Sentado en el aire, luego
firmé unos casi 40 libros y finalmente, los del grupo tv Guamo de Santa Clara,
me entrevistaron sobre este libro y mi blog, otro momento que pude disfrutar,
porque conversaba de la importancia de un blog sin ataduras ideológicas que se
salpicaba de las aguas de las dos orillas y del interés de publicar a cubanos
de dentro y fuera, por la calidad de su obra y nunca por una elección
atrincherada sobre su forma de pensar u otros cuestionamientos extraliterarios,
y dije a modo de ejemplo de varios de los nombres a mi juicio importantes,
publicados en este blog que viven allí y de otros muchos radicados fuera de
Cuba.
Luego vino
la lectura en La piedra Lunar, donde Rebeca y Lorenzo y un grupo bastante
grande de talleristas literarios de varias generaciones se reunieron, en esta
librería muy cerca del boulevard Santa Clareño y del parque de Las Arcadas. Me
reencontré con Ricardo Riveron ese día, uno de los fundadores de Capiro, hubo
lectura y recuerdos al club del poste, a William Calero, y a que El Buscaluz
Colgado, mi primer libro, fue uno de las primeras publicaciones de dicha
editora.
Luego hubo presentaciones en Manicaragua, donde en la casa del
escritor, pude conocer a Jorge Luis, un joven narrador que muchas veces me ha
enviado correos sobre sucesos culturales y libros de aquella región, y el
reencuentro con Mario Brito. Edelmis Anoceto, de nuevo, hacia la presentación.
En Manicaragua conversamos de literatura, de escritores y amigos de dentro y
fuera, recordamos al Gume, a Sonia Díaz Corrales, entre otros, y Mario me hizo lectura del fragmento de una
novela inédita.
Finalmente tuve la
presentación en Camajuani, y pude agradecerle a mi madre que estuvo entre los
presentes, su concepto de perdonarse a uno mismo, de compartir y no perder la
naturaleza de lo que uno es, dicho sin acento raro y sin mentir de quienes
somos, y digamos que mi lectura, al igual que las demás presentaciones tuvo el
agradecimiento a quien dedicara el libro René Batista, a mi hija, y entre otros
textos pude leer uno que toca desde el intimismo el tema social: Fragmento de
las tentaciones, que pongo al final de este post.
Santa
Clara, por insistencia y calidez de mis amigos, me regaló en La piedra Lunar, a las 3pm, junto al excelente poeta Yunier
Riquenes, una lectura de ambos, en mi caso poemas del Libro La pasión del
ignorante, por Ediciones Hoy no he visto el paraíso, con el trabajo de Edición
de Margarita García Alonso, quien dirige este empeño de rescatar a libros y
autores y que ya tiene un grupo importante de escritores cubanos sacados a la
luz gracias a esto.
Lectura de
nuevo junto a Riquenes del mismo libro y una conversación en La hora de La
verdad donde el poeta estaba invitado, y Aristides
Vega, quien conduce la peña quiso que lo acompañara, y para decirlo con la emoción de ese momento,
linda tarde a lleno total, reencuentro con escritores y amigos de muchas
generaciones, entre ellos con Berta Caluff, Carmen Sotolongo, Jorge Ángel Hernández,
Noel Castillo,
René Coyra, Isayli Pérez, Marvelis Marrero, Yamil Díaz Gómez,
Norge Espinosa, Eduardo Bonachea, y una
lista bastante extensa de conocidos y jóvenes poetas.
De regreso
hasta mi pueblo, por esa persistencia de reencontrar rostros nunca idos, y como
recurrencia no por azar de nacer en un sitio, por mucho que vivo feliz en las
torres de humo de esta ciudad, New York, donde me ordeño de campesino que aún
tiene cuero y lana, y bebe su propia leche, de regreso conversaba con el chofer
de un Chevrolet del 50, por el parecido con Daniel Alemán, un poeta y amigo, -y el hombre después de
confirmar su parentesco-, me hablaba de los versos que Daniel le leía, y como
para aceptar el reto, de que hay cosas que se entienden desde el corazón , -como
me explicaba el chofer-, le hice una breve lectura de algunos textos y con una
sencillez casi sublime, el chofer me dijo, “le voy a contar a Daniel, y le voy
a decir, estos, los entendí”, y nos reímos como adelanto de recordar a un poeta
como Daniel, a quien admiro mucho y si no recuerdo mal, le hice llegar un
ejemplar, para que de alguna manera, sentarse en el aire, nunca sea un olvido.
Juan Carlos Recio
NY, Octubre 29 del 2011.
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EN UN TREN A
CALIFORNIA.
A Carmen Sotolongo
Miro de
lejos lo que puede mi claridad
y doy con
mis ojos al resplandor,
otra
dimensión de los patios traseros
y de mi
cabeza, que nunca ha estado fuera
del país
donde mis padres abonan su elegancia.
Todos estos
años estuve dentro
aun cuando
he visitado ciudades muy frías y torres muy altas.
Me fui sin
dejar nada, sin estar vaciándome de alguna miseria,
y me llevé
todas las memorias en un saco de harina
y por las
noches las veo,
y me las
guardo en el corazón ,
para que
nadie diga que estuve ausente
y que
regreso en una lengua absurda, a mirar
donde las
voces callan.
Es muy
fuerte instalarse lejos,
es muy común
olvidar la gloria
y esa luz
que choca en los rieles
atravesada
para guiarnos los caminos.
Nunca he
estado lejos,
aunque viva
feliz en las torres de humo,
donde al
igual que un tren
uno lleva
dentro a las personas que necesita,
y mira con
fraternidad desde su precio
a las almas
austeras que pasan y se instalan.
EL PASADO
Dentro de
una boca siempre hay quien espera
hecho fuego,
luego está
con luz hasta que nos abandona.
Se guarda el
pasado,
se oculta
como un cofre con alhajas,
pero alguien
o algo se encargan del descubrimiento.
Nunca
guardes ni el rencor ni el pasado,
esos cofres
no se pudren
y cuando
salen flotando, aunque parezcan luz,
solo son
rostros que se perderán como las ceremonias.
FRAGMENTOS
DE LAS TENTACIONES.
Todos los hombres tienen un laúd y
unos sueños.
Pero, yo con
la historia de mí País a cuestas,
tropiezo.
Sigo lleno
de polvo, desgreñado por todos los caminos
Abú Salma
En mi país
siempre se tiene un hijo preso
que no sabe
vivir donde lo instalaron.
Alquilamos a
la familia como a una guerra
y a todos
los sueños por vender
las casas
que jamás crecieron.
Los sueños
son una pedrada y pueden dividirnos
los deseos
locos de viajar a la semilla.
Imaginamos
que somos un país,
un lucero en
el polvo de una sola cabeza.
Y el
cristianismo es para la intimidad,
el ver pasar
la bandada temerosa de los animales que al atardecer
dialogan con
los veteranos de la ciénaga;
así de
quietos pasan los días
y las
tentaciones divididas según sus colores.
Se juega al
tren que parte,
sacamos la
lengua de la baraja
y en cada coche
se puede viajar con un espíritu.
!Maten los
pájaros que se incendian!
¿Por qué
vuelan al crepúsculo, si él no los mira?
los pájaros
vuelan por la música que ostentan,
solo el
cazador los bendice,
los pájaros
que pasan por mi país y por el crepúsculo
son las vitrolas
de un bar
y la exquisita
cerveza de los dolientes.
En mi país
soy la penumbra,
y al próximo
hechicero le pido su boleto.
Varado
estoy,
entre
alfonsinas de cuarzo,
y en fiestas
que se beben sus sombras públicas.
Varado,
indispuesto por las limitaciones y otras penas,
soñando en
buscar la fórmula de no ser el próximo;
nadie sabe a
dónde navegaría con su correo.
Sacamos la
lengua de la baraja
y cada
apostador hace de su canoa una mudanza.
En mi país
siempre se tiene un hijo preso;
escuchamos el
número en la radio,
a lo lejos
canta un reo.
Los troncos
flotan en los techos del atardecer.
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Gracias por compartir las emociones de tu reencuetro con el suelo patrio y los amigos.
ResponderEliminarJuan Carlos, me ha emocionado mucho esta reseña, será porque, al menos como lo veo yo, para los escritores que vivimos fuera de nuestro país, debe ser algo especial que nuestras obras vean la luz en la tierra que nos vio nacer. Enhorabuena por la experiencia y también por los excelentes poemas que has incluido en el post. Abrazos!
ResponderEliminarEstimado amigo, he disfrutado mucho de tu crónica sobre tu libro y tu actividad literaria aquí en Santa Clara. Me alegro mucho que disfrutaras de algo que es tan importante para un escritor y es saberse acompañado por los amigos y los lectores.
ResponderEliminarAristides Vega
El viernes 30 fue la premiación de nuestro concurso mensual de poesía. Fue una tarde de visitas ilustres, pues nuestro amigo el poeta cubano residente en Nueva York, Juan Carlos Recio, que ya nos había acompañado el viernes anterior, ofreció una lectura de poemas. Juan Carlos, el amigo de siempre, el hombre maduro, el cubano sencillo, el poeta total, leyó textos de su libro La pasión del ignorante, recientemente publicado en España.
ResponderEliminarFelicitaciones por ese poemario, Juan Carlos. Un autor es también promotor de su propia obra. Y bien lo estás haciedo.
ResponderEliminarAbrazos,
Una geometría singular nos conduce en tu crónica, y convida a deshacernos de la gravedad. Mis felicitaciones por "Sentado en el aire".
ResponderEliminarSaludos
JZ