Templado el
lirio:
dijo que le
dijeron escuchó de otros
habían besado
por encontrar
aquellas
ansiedades dispuestas a salvarlo.
Era la suya
un golpe seco
y el nombre
de su mujer - que no era armadura-
le respondía
ya, a algún deseo
con otro
donde la frialdad lo elevaba.
En lo oscuro su alma como la de su mujer
En lo oscuro su alma como la de su mujer
era apenas
el juego de una voz
una de esas
que aún sordas te lastiman.
Dijo
gardenias, pelos, mal de humor
y caballos
sueltos para que las huellasen algunos de los senderos con lodo
se quedaran para él: enterrado a su abismo.
Más, aquellas gardenias no pertenecían
a algunas de las hojas en blanco
que todos los años dibujó
porque siempre se dibuja algo que no desciframos
con el deseo
de encontrarse en otras vidas
esos cuerpos
que fueron desechadosamantes de una oscuridad menos pusilánime
como si las cicatrices fueran el sustento
de ir de un labio a otro de una saliva a otra
vestido en esa flor de lujo que crece
cuando se busca en los aires lo que la tierra
ha negado tres veces sin que cantemos:
me suena tu corazón cerquita del abismo
y lo mojo como una galleta de sal
que no ha podido librarse de podrir
ni siquiera la fealdad de desvestirse
en senderos donde lodo y lodo son la huella
y lo bello de uno de esos cuerpos dan por oscuro
que ha dado fuego hasta quemarnos.
Dijo algo
que no es posible entender
no puedes
entender se entra al lirio por el perfume
y a los abismos del deseo con deseo.
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