Por Pedro llanes
Nuez sobre nuez logra cenizar el continuum de la poesía de Francis Sánchez dando una imagen aleatoria de las cosas tal y como se definirían estas de acuerdo con un logaritmo que implicara al tiempo. Las palabras han dejado de ser per se para establecer una relación con la mediatez. De ahí que aparezca el mensaje plano junto al <<hombre interior>> de San Pablo y se diga adiós a cierto narcisismo instalado en las escrituras de los noventa que hubiera podido enrarecer los supuestos del poemario. Francis avanza a través del rocío y la ceniza. Le auguro movimiento dentro de la espiral a su ascenso por la luz y la oscuridad.
rondar a dios
para el sacerdote,
el amigo, Rafael Batalla
I
ser el final
del laberinto
dejando atrás
un sueño, el hilo.
hender las olas
del mar de instintos.
mirar las horas
con el rabillo.
por vagas frases
ir sin sentido.
cruzar la tarde
a pie, el gran río.
pesar en oro,
abierto y fijo
el cuerpo todo
como un oído.
2
alzar la roca
en un latido.
coser la rosa
con un suspiro.
limar el néctar
que enjaula al tilo.
venir de estrellas
que no hemos visto.
3
dejar que el rayo
de luna, a gritos,
gaste mis pasos,
no mis abismos.
escuchar voces
en el cuchillo
blanco en la noche,
risas de niños.
el día que mi padre
quiso llevarme a conocer el mar
decapitaciones
para ileana
1
medusa, no te duermas.
jamás nieve tu flor
en las aguas que secan
mi alma: mi sed: mi sol.
sílaba sorda, suda
gritos y oros del golfo
donde te tienes curva
gris de un eco sin fondo.
2
mediodías maduran
paso a paso en tu ausencia
honda, a golpes, futura:
ebria vas de fijezas.
cubil, dorso de luna,
la abierta res que sueña
todo, te soño espuma
del cielo al dar en tierra.
3
aunque raíz, penumbras,
tiempo y voz tornes piedra,
medusa, no anochezcas
sé el mar, salva estas dudas.
ve el trueno cómo espera
algo de luz...¡resiste!
jamás tu sueño eclipse
mi última muerte eterna.
avatar de la rosa
¿...la vida? Una carga que se me dio sin
pedirlo y que, llegada la hora, devolveré desdeñoso.
OMAR KHAYYAM
1
sobre los cuatro vientos cardinales
sueña estallar el ojo de la rosa.
sueña vena de plata, en mariposa
trocarse, y herida al fin, libre rosales
y horizontes atrás dejar de un salto.
posar más hondo que el cielo más alto.
descarnada inocencia de la espina.
no alumbra allí el silencio que la quema
ni le nombra la noche en su anatema.
todo es espacios, agua cristalina,
y nada anuncia al tiempo, a esta vaga
sed que lo enturbia todo y que me apaga.
2
sé que mí corazón es del tamaño
de un hombre solo y cuarteará la losa,
mi ventana final, la venenosa
agua intocada al centro de este huraño
laberinto....¿podré dejar mi estancia
henchida de una ardiente soledad?
aprendí de memoria mi oquedad:
tras tanto pétalo y más, más fragancia,
la rosa es sólo el centro donde sola
calla atenta al recuerdo del vacío.
cuatro corceles negros por el río
tachan mi corazón de ola en ola
3
espesa el aire táctil lejanía.
mi dolor se adelanta a cada puerta
en un rayo de sed blanca, y despierta
de un golpe el miedo a todos ese día.
hincan jazmines bajo el rostro mudo
mientras nieve se sueña en un desierto.
a no oír juega el niño, a estar muerto:
cuando duerme, su voz deshace un nudo.
ancho establo es la fe sin levadura,
eco partido, al viento vieja mies.
el padre, el mar sube a lavar mis pies
como dios, con un agua gris, futura.
¿qué intersticio esplendente hace girar
del día a mí y desde la noche al día?
la rosa exangue en un rincón latía
por fin cerrada, echándose a volar.
Exhortación a los que han armado
su hoguera juanto a la nieve
1
A la noche y el día aquí dentro
se nos abre el mar
vaporoso follaje de pupilas.
Duerme el trueno de azufre,
la palabra ceñida a contraluz
viene sobre mí, y en sus círculos
desmiente a la espiga desterrada,
apenas era un báculo,
un labio entre los sismos y otoños del espejo.
¡Juntar los remos!
Ya este niño en su cúpula
de amarillas arenas, mañana fue canción.
Mañana fue estandarte
en manos de un espía.
Libélula de sangre,
la mirada melodiosa
hunde otros levadizos puentes detrás del cielo,
ah, casa sola, mal labrada en hielo.
2
¡Juntar los remos!
La hora de la oración
se postra en el manantial, en el relincho de la penumbra
cuando atiza sus huecas alas bajo esta piedra
que quiere ser la vieja frente de Jacop,
la escala de su agujereado sueño.
Fatiga amplia alargándose a través de mi ira.
Aprieten mis pies lejanos trenes de humo,
voces llagadas por los montes del olvido.
Icandescente noche. Porcelana
al centro de la mesa,
eco cargado con frutas maduras y punitivas:
yerguen a un tigre blanco que en otras tardes
saltaría sin prisa por un ojo de fuego.
Vivaquea el vidrio respirado. Si estalla
la lágrima en su concha. Si estalla.
3
Afuera un lirio mitad monedas sobre mármol,
mitad ciervo azorándose en las heridas dobles
por donde huye el perdón.
El lirio se desgaja,
llueve, repite sobre mí
su miedo indestronable.
Todo oro desdoblado entre la muerte
es un ágora húmeda.
Se agrieta en sus adentros la copa numerosa
alzada por el árbol.
Vigía devuelto por las olas.
Nunca acepta
abrirse a otro vino de alas.
Hora de aluvión muda.
Tierra firme es el gallo.
A veces se resbalan y nos muerden las tardes.
Tibias frutas que evoquen quizás dulces inviernos
donde un rostro sonoro desempolva islas.
Junco en el ayer, túnel. Culpa, alegre sonaja.
La garganta de tantas semillas, se desgaja.
4
Todo peldaño
hacia aquel mi centro en desbandada
tunde el sol tu sangre.
Bordes de las manos que se sueltan,
colmas. Albatros sobre verdes desfiladeros.
Echamos por la borda
nuestros pesados nombres.
Toneles de sed.
Las arrias que trafican
el agua de los ojos.
La noche polar fundida en los altos
riscos de la memoria.
Silencio, estrella cuarteada.
Nostalgia de unos ojos blancamente
bajados a la tierra con violencia.
Como un gran eco el ángel
gira sobre sí mismo.
A lo lejos un día amanecemos.
¡A las alas del mar juntar los remos!
Finos versos, lujo de leerlos, saborear la hechura de los poemas, gracias
ResponderEliminarCierto es un lujo. NO habí leído nada antes, su estilo me acerc mucho su poesía y si Pedro Llanes lo recomienda, es por su cálidad.
ResponderEliminarun brzo Salvdor