miércoles, 9 de junio de 2010

EL LIBRO DE TODAS LAS LUNAS

Demasiadas veces al día olvidamos al niño que todos llevamos dentro, puede que esto como lugar común no pase de ser una repetición, o tal vez una forma no espontánea, pero sí responsable, de pasar sobre la realidad inmediata como lo hacen los estrategas que organizan nuestras neuronas y vida de forma tan práctica, y donde el cerebro emula como parece, en una agenda a alta velocidad, y donde el tiempo para la magia y la fantasía, es una especie de rumbo no premeditado; rumbo de choque diría, de modo que si algo nos conmueve, si un rostro, una situación inesperada nos ilumina, aún si no es conciente esa propuesta, pasamos de inmediato a ese estado ilusorio, que solo en los niños por naturaleza y coherencia, es practicado sin conflictos o estados de ánimo especiales.
Lidia Meriño en la presentación de El libro de todas las lunas.
Lidia Meriño, es una autora que al parecer no ha dejado de fantasear e ilusionarse y mucho menos desde formas simples de estructura y lenguajes, comunicar esas emociones espontáneas que simbolizan un lenguaje inteligente y fluido, como los pequeños. Sus formas de tratar el tema tiene que ser una concatenación de hilos perfectos e invisibles, con los cuales comunican los protagonistas de esa voz, suave y fresca sus historias. Si los adultos pusieran sus manos veríamos datos preconcebidos de algunas de las poses que asumen ante esa inteligencia natural, -de los niños, como normalmente suele ocurrir, pose que disimule ante el desconcierto que nunca nos prepara cuando los niños tocan con mejor lucidez, esas realidades que siempre son para ellos formas imaginarias de acercarse a nosotros.
En el libro de todas las lunas, (editorial Capiro, 2007), la belleza estructural funciona como reparto visual de las ideas que el contenido vuelca con favor de un lenguaje muy coherente, que no repite fórmulas simplonas. El lenguaje es muy importante porque es el mundo de los niños no el nuestro, y cuando se logra tan espontáneo como lo hace la autora, no vemos la mano adulta dirigiendo las representaciones emocionales ni las interrogantes de esa propuesta ética. Como su poema Convivencia, ambos mundos, el del adulto y el de la infancia, no están desbalanceados en el cuerpo del libro; si no conociera a la autora: -por ejemplo_, si no imaginara su edad, ni tendría ante su texto la posibilidad de descubrir una edad aproximada, esa donde la conciencia de lo que nos conviene muchas veces impide lograr unos versos inspiradores, quizás dudaría que es adulta. En el caso de Lidia Meriño, donde ocurre lo contrario de “como piensan los adultos”, no hay idea cerebral visualizada como punta de lanza o retórica y la inspiración es consecuente, -lo digo sin equivocarme- con la magia que el libro provoca.

Desde el lector le agradezco este chapuzón de regreso a aquellos primeros pasos de mi niñez, cuando descubría ese mundo alegórico del cual preguntar y aprender, y donde muchas veces, los adultos con inusitada torpeza eran una especie de piedra inamovible que no mostraba en su rigidez, esas formas danzantes que los niños tocan con la lucidez, -repito- , que ninguna persona mayor puede entender si no es por pura coincidencia.
Juan Carlos Recio
NY/Junio 9 del 2010.
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CONVIVENCIA

Tiene el muro
para cubrir sus finas grietas
la inmensa, verde cabellera
del musgo.

Tiene el musgo
para aliviar sus húmedas penas
el inmenso, fuerte pecho
del muro.

SUEÑO



Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.
F.G.Lorca


El niño en su cama, la luna en la rama, la luz se derrama. Si se interrumpe la siesta la noche se vuelve fiesta. De pronto todos despiertan, se forma la algarabía, la noche parece día. El día, que no soñaba todavía despertar, se enfada pues tiene sueño… pues qué digo, ¡pesadilla! Al País de Maravillas llega corriendo un conejo. ¿Y si cambiamos la historia? Es demasiado el enredo. Pues la luna es una novia que lleva el rostro cubierto por una capa de armiño. Aquí reaparece el niño que se ha subido a la rama y entona una serenata con mariachi y sombrerón, sus pistolones son ramos de gardenias y jazmines, jazmines de los jardines que perfuman la ventana por donde se ve la rama en la que cuelga, si sueña, su sueño el niño en la cama.

NACIMIENTO

De la maceta de barro
se escucha en la noche un llanto.
¿Será el dolor de una herida?
¿Sanará la vieja vasija?
Lilas y azucenas, desveladas
por toda la madrugada
en suspiros amanecen...
del tiesto, un retoño, crece.

frustraciÓn

El reloj de arena tenía un encuentro a escondidas con la espuma de mar. Rápido fue liberando los minutos grano a grano, desesperadamente. Entonces… una mano ayuda —aunque el reloj pierda su cita— a que el tiempo no se detenga ahora y comience a caer de nuevo desgranándose en arena.


HALLAZGO

¿Será la gardenia luz que se siembra
para que nazca una planta
de olorosas lunas llenas?

PAISAJE

Cuajada está la luna de noches blancas,
los perros tienen hondas gargantas,
y el viento serenata de ladridos canta
cuando un tendido de estrellas
sobre los techos cabalga.

DANZA

Esa hoja que ves bailar segura
lleva olor de fruta madura.
Esa hoja –del viento cabalgadura–
lleva y trae su danza de lujuria,
volcán, locura.

GALÁN Y DAMA


Un solo galán de noche
basta para perfumar
todas las nanas.

Excilia Saldaña


Galán va por un camino de profunda noche,
desde lo alto una dama de tez pálida le mira.
Juntos andan el mismo camino, la misma vereda.
Él, ramillete de fragancias
para untarle la piel blanca,
ella, manto de luz clara
para alumbrar su caminata.


ECLIPSE

La luna se quejaba de su noche negra, de sus mares sin agua, de tanto silencio. Estaba tan ansiosa por aquellas historias de verdes desayunos y rojos atardeceres y pájaros y delfines que le rogó una cita al sol.
Lentamente asoma, por fin, a mitad del día. Regresa veloz a su noche y a sus mares de arena, pues el día tiene numerosos insomnes, demasiado alboroto, excesivo color.

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La autora lee sus poemas a los niños. Foto cortesía Lidia Meriño Lidia Meriño (Pinar del Río, 1968). Licenciada en Español-Literatura. Miembro de la Uneac. Ha publicado los libros para niños Villa Lomita, (Editorial Cauce, 2002); En el estanque azul, (Editorial Cauce, 2003) y (Grupo Editorial La Hoguera, Bolivia, 2010); Lloviendo (Editorial El Mar y la Montaña, 2005); Cuando el tiempo salió a paseo (Editorial Capiro, 2005) y (Ediciones UNIÓN, 2008); El libro de todas las lunas (Editorial Capiro, 2007); El día de par en par (Ediciones SED DE BELLEZA, 2008), Leche con espejuelos (Editorial Cauce, 2009). Aparece en las antologías: El camarón encantado. La vuelta al cuento infantil cubano en ochenta autores. (Universidad Católica de Pelotas. Brasil, 2007); Otro elefante en otra cuerda floja. Antología de poesía cubana para niños (Ediciones UNIÓN, 2008); Un, dos, tres…te cuento. Selección de autores pinareños (Editorial Cauce, 2009); La mar de cuentos. Cuentos de la mar. Antología de cuentos (Editorial Gente Nueva, 2009); Tiempo de amar. Antología de cuentos de amor, (Ediciones ALDABÓN, 2009) y ¡Mucho más cuento...!, (Ediciones UNIÓN, 2009). Sus poemas “Papalote azul” y “La espuma”, aparecen musicalizados en los discos de la EGREM Raíces y Luceros Vol. II (Cantándole al sol, 1998) y Sonrisa azul Vol. I (Cantándole al sol, 1999), respectivamente.

3 comentarios:

  1. alicia virginia Fernandez Balboa10 de junio de 2010, 9:34

    Me parece una Revista, o como haber estado pasando revista a una inocencia maravillosa, que no es estupidez, porque poder resguardar algo de ella es lo que hace que uno siga luchando cion las manos limpias.Adelante

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  2. querido amigo, gracias por la oportunidad, ya sabes que por aquí no podemos visualizarlo todo, llega sin imágenes, pero lo importante es ya estar navegando por ahí, "sentado en el aire" y eso te lo debemos, a nadie se le ocurrió antes crear esos puentes entre el aquí y el allá, gracias de nuevo.
    un abrazo, Lidia

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  3. Juan Carlos, amigo, qué bueno saber que hay creadores, poetas como tú, con alma de niño.
    Un abrazo y muchas bendiciones para tu sitio y para ti (por Facebook)

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