jueves, 1 de abril de 2010

La realidad de una leyenda




No piense el lector que al enfrentarse al volumen Limendoux, leyenda y realidad, del infatigable investigador René Batista Moreno, asistirá solo al desmontaje de una leyenda, o a su confirmación en el dominio de lo real. Quien se involucre en los vericuetos de esta historia, accederá a numerosos espacios sin crédito en el relato oficial; al relleno de esos vacíos que, sin embargo, aportan cuerpo y vida al entramado proteico de lo aún no escrito en nuestra Historia. Hablo, por supuesto, de la incorporación de lo popular —en su magnitud intrahistórica— al catálogo de los grandes acontecimientos, estrategias, ideologías, y movilizaciones que definen nuestro algoritmo histórico.

Se ocupó Batista Moreno, en esta investigación iniciada hace más de cuarenta años, de transmutar en una propuesta lógica las hipérboles y distorsiones donde dormía embarrancada la leyenda de Juan Ruperto Delgado Limendoux (reconocido por muchos como uno de los más grandes improvisadores de décimas de inicios del siglo XX cubano) para así traérnoslo, con el custodio de la documentación acreditada y la voz de personas que lo conocieron, hasta el espacio coherente de un libro donde se conjugan sucesos históricos, anécdotas inéditas, claves biográficas y hasta materiales gráficos, para de esa forma reintegrarlo al patrimonio de la cultura patria en toda su humana dimensión.

Se encontrará el lector en estas páginas, armadas como rompecabezas antropológico y casi arqueológico, con las virtudes, defectos, carencias, sapiencia y hasta aberraciones de una persona especialmente dotada para un arte, que supo remontar las desventajas de su raza y extracción social e imponer su talento y genio en los espacios horizontales de la receptividad popular.
La mano experta del investigador supo articular la información, en un alto porciento testimonial, con suma coherencia, de manera que asistimos a una especie de trama novelesca de extracción romántica. Desfilan por esta historia: la niñez desvalida del genio, su díscola condición de artista, los valores patrióticos, que lo llevan a participar como combatiente en la gesta independentista de 1895 y otros avatares bélicos, el componente amoroso, con su crimen pasional adjunto, el final trágico del poeta, muerto de tuberculosis en la prisión, y más que todo, un sinfín de anécdotas donde la psicología del artista aflora en toda su contradictoria complejidad.

Cabe aquí elogiar el olfato investigativo del autor, quien en el lejanísimo 1968 se lanzó a destejer y armar adecuadamente los hilos de esta compleja y casi inextricable leyenda. Esa temprana dedicación, unida a su implacable persistencia —de la que he sido testigo y en ocasiones colaborador— le aportó la paciencia y fe con que enfrentó, durante décadas, la indiferencia editorial frente a su inusual pesquisa. Gracias a ello también alcanzó a entrevistar a las últimas personas vivas que conocieron a Limendoux, pues tal como consta en el libro, todos nacieron en el siglo XIX y fallecieron hace años. De no haberlos “atrapado” René, todos estos “sabios” se hubieran llevado al infinito sus tesoros.

Hechos insólitos hallaremos en estas páginas, como las controversias que en la tropa mambisa organizaba el general Quintín Banderas, así como el rescate —pudiéramos llamar metodológico— de la controversia en toda su gama de variantes lúdicas. A lo anterior se añade el dibujo de la riqueza expresiva que matizaba la vida del campo y los pueblos de entonces, así como la velada —y en ocasiones abierta— denuncia de los prejuicios y perjuicios de la discriminación racial, la politiquería, la venalidad de las leyes y el abusivo sistema penitenciario de una república que naciera mutilada, tras una guerra de liberación que concluyó con una ocupación militar y nunca concretó el proyecto liberador y justiciero que animara su programa de lucha.

Comienza el volumen con un texto del propio Batista Moreno, que esclarece lo torcido de la leyenda y da fe de sus búsquedas, repito que azarosas y fértiles. Continúa con la larga cadena de testimonios (en mi opinión el núcleo principal para la desmitificación de la figura investigada); les siguen los documentos y materiales gráficos de apoyo, que les confieren veracidad a muchas de las informaciones vertidas, y sigue otra parte que también considero medular: dos de las más famosas controversias de Limendoux: con Gregorio Morejón y con Octavio Ordóñez Santana. En torno a estas, que fueran las que más contribuyeron a consolidar y perpetuar la fama de quien se conoció, en su actividad poética, con el seudónimo de El Negro Vate Sagüero, el investigador aporta elementos esclarecedores, pues contrario a lo que muchos piensan, no fueron controversias improvisadas, sino escritas por Limendoux cuando ya era cautivo en el castillo de El Príncipe. La pesquisa deja claro que dichos pugilatos, con el permiso de los poetas implicados, Limendoux los escribió y publicó, en forma de folletos, en la imprenta de la prisión, de donde salieron para hacer un largo recorrido, hasta 1958, con numerosas reediciones que circularon profusamente por campos y pueblos, hasta que la historia de su origen se fue desdibujando en la larga cadena transmisora, de manera que quedó establecida, en el imaginario popular, la versión de que se trataba de combates poéticos improvisados.

Aquellos encuentros poéticos acabarían marcando, con fuerte impronta, la estética del arte repentista, pues inauguraron el estilo de la controversia didáctica de preguntas y respuestas: una modalidad que los artistas del género repetirían sin cansancio durante décadas. Veamos un mínimo y delicioso ejemplo: el intercambio que inicia la controversia Limendoux-Ordóñez Santana:


El Cobre. Cuba
LIMENDOUX: —Usted por aquí paseando,
Santana. ¿Qué hay de salud?
ORDÓÑEZ: —Yo me hallo bien, Limendud,

Y lo andaba procurando.
Hace algún tiempo vagando
estoy como el peregrino
sin hallar en mi camino
un ser que por su cultura
me diga en metros la altura
que tiene el Pico Turquino.
LIMENDOUX: Dicho pico en la espesura
del monte más reluciente,
en los límites de Oriente
ostenta esbelta figura.
Desde la extensa llanura
esparcida ante sus vientos
se divisan sus cimientos
frente a bellos cafetales
y de alto en metros lineales
tiene dos mil cuatrocientos.

Pico Turquino, Cuba.

El resto del libro deja constancia de fuentes, bibliografía, y agradecimientos del autor a quienes aportaron algún gramo de verdad, o de gestión, para que el aparentemente utópico proyecto iniciado en 1968 terminara siendo el libro que ya es.


Limendoux, leyenda y realidad es uno de esos raros ejemplares a que nos viene acostumbrando la literatura villaclareña, desde las realizaciones de Samuel Feijóo, José Seoane Gallo o Ana María Arissó, hasta los días que corren: un documento de género inclasificable, que oscila con buen equilibrio entre el testimonio, la monografía, la novela, la investigación… Y en esa misma ambigüedad genérica radica, quizás, su mayor grandeza, pues lo que sí resulta indudable es que estamos ante un esmerado y acaso desconcertante documento etnológico capaz de aclarar, para la Historia de los procesos culturales, la vida, obra y legado de una de las grandes figuras de la cultura popular de nuestra nación.
Ricardo Riverón Rojas
Santa Clara, 19 de febrero de 2010.
Texto tomado de Al cantío de un gallo, Sección Cubaliteraria.
Agradecimientos por este post a Ricardo Riverón Rojas y René Batista Moreno.
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Desde la Cárcel

A las seis de la mañana
a mi vista se presenta
una reja que aparenta
la confianza más tirana.
Allá siento una campana
y a lo lejos permanece
un desgraciado que ofrece
un porvenir sin igual,
de no poder disfrutar
del día cuando amanece.

Triste, muy triste es ver
un ciego, un manco, un tullido,
triste es ver un desvalido
y sin poderse valer.
Triste es ver una mujer
en su celestial misión,
triste es la maldición
que echa una madre sentida,
pero más triste es la vida
pasarla en una prisión.

La vuelta que da una llave

Nada, nada me divierte,
el bien me parece mal;
me considero fatal
y hoy me deseo la muerte.
Contemplo mi triste suerte,
para mí no hay alegría,
y ese sol que a mí me guía,
me dice que nadie sabe,
las vueltas que da una llave
con el tiempo, vida mía.

No hago más que cavilar
tan sólo vivo pensando
de que las piedras rodando
suelen volverse a encontrar.
Yo he tenido que variar
toda la esperanza mía,
y ese sol que a mí me guía
me dice que nadie sabe,
las vueltas que da una llave
con el tiempo, vida mía.

Nacer para padecer
es una fatalidad,
yo he visto dificultad
que se ha podido vencer.
También he visto un placer
volverse todo agonía;
porque la luz que me guía
me dice que nadie sabe,
las vueltas que da una llave
con el tiempo, vida mía.


No sabe lo que es candela

Un domingo de piñata
sin más nabo ni más coles
se paseaban los frijoles
en platos de hojas de lata.
Se forma una zaragata
entre cantina y cazuela,
el que menos corre, vuela
en busca de algún pan tieso,
y el que no ha pasado por eso
no sabe lo que es candela.

Juan Ruperto Delgado Limendoux
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Riverón Rojas, Ricardo escritor(1949)Datos biográficos: Nació en Placetas aunque fue inscripto en Zulueta, Villa Clara, el 25 de octubre de 1949. Cursó estudios hasta concluir el bachillerato e iniciar los de ingeniería agronómica que no concluyó. Inició su participación en la vida literaria en el Taller Literario “José García del Barco” en Camajuaní en 1975 donde permaneció hasta 1979. En 1976 ingresó en la brigada Hermanos Saíz y en 1990 en la UNEAC. Fundó en 1990 las Ediciones Capiro y dirigió la Casa Onelio Jorge Cardoso para la atención al escritor hasta el año 2004, actualmente es el director de la Revista Signos. Integra además el Consejo Editorial de la Revista Umbral. Formó parte asimismo del Consejo de Redacción de la Revista Contacto (1980-1990) y fue Jefe de Redacción del Suplemento Cultural Huella entre 1989 y 1991. Integró también del grupo editorial Hogaño del municipio de Camajuaní entre 1975 y 1979. Ha publicado en numerosas revistas y periódicos y participado en numerosos eventos del país e internacionales.
Premios:Premio y menciones en el Concurso “Abel Santamaría", de la UCLV en los géneros de Poesía, Décima y Cuento en las ediciones de 1975, 1976, 1977, 1978 y 1980. Tercer premio en Décima en el Concurso 9 de Abril, convocado por el municipio de Sagua la Grande, 1978. Mención en Décima en el Concurso 9 de Abril, convocado por el municipio de Ranchuelo, en 1978. Premio Provincial de Literatura “Villa Clara", convocado por la Dirección Provincial de Cultura, en Poesía, en 1979 y 1980. Premios en Poesía y Décima, en los Encuentros Debates Provinciales de Talleres Literarios de 1979, 1980, 1982. Premio 26 de Julio en Décima en 1986. Mención 26 de Julio en Décima en 1993. Premio UNEAC de Testimonio "Pablo de la Torriente Brau", 2001. Mención en el Premio Iberoamericano de Décima Cucalambé. (años 2001 y 2003) Premio Beca Ciudad del Che 2005.Premio Internacional de Poesía Nosside Caribe 2005. Fundación Nosside, Italia. Mención. Premio «Nicolás Guillén» de Poesía 2006. Editorial Letras Cubanas. Finalista. Premio Ser en el Tiempo 2006. UNEAC de Villa Clara. Premio a uno de los tres mejores libros publicados en 2005. Permio Memoria, 2007. Centro «Pablo de la Torriente Brau». Testimonio. Premio «Nicolás Guillén» de Poesía 2008. Editorial Letras Cubanas. Finalista.Bibliografía activa:
Oficio de cantar, poesía. Ediciones Hogaño. Camajuaní, 1978.Y dulce era la luz como un venado, poesía. Editorial Letras Cubanas, La Habana,1989.La luna en un cartel, poesía. Ediciones Capiro, Santa Clara, 1991.La próxima persona, poesía. Ediciones Capiro, Santa Clara, 1993.Azarosamente azul, poesía. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2000.Pasando sobre mis huellas, testimonio. Ediciones Unión, La Habana, 2002.Memoria de lo posible, poesía. Universidad Católica de Pelotas, Brasil, 2004.Lo común de las cosas, poesía. Editorial Betania, Madrid, 2005.Bajo una luz que no existe, poesía, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2005.Otra galaxia, otro sueño, poesía. Ediciones Unión, La Habana, 2005.El Ungüento de la Magdalena. Ediciones La Memoria. La Habana, Cuba, 2008.
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Poema leído por Ricardo Riverón Rojas, proyecto FAZ:

1 comentario:

  1. Recuerdo un libro de décimas populares que tenía mi madre en Cuba, que bonito trabajo, es una especie de guajiro de ciudad, con mucha memoria y buen feeling, buena lectura tu blog.
    Sergio Gónzales, K, USA.

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