miércoles, 25 de mayo de 2011

TRES GOLPES A LA PUERTA
















Es divino reencontrarse un libro preferido de un autor importante, y lo es, cuando tenemos la primicia con la poesía de quien admiramos en persona y también por esa forma de construir su belleza y describirla con encanto. Me ocurre que Julio Mitjans ha escrito, luego de la gran alegría y la enorme justicia de reconocer su obra con el premio La Gaceta. Son muchos años de saber esto, ya antes había contado en un post:




Alejándose del resto, sobre ese nombramiento de príncipe y poeta con la que mi amigo venía a mi mente en versos que si a veces no memorizo no es por olvido, es por la fuerza inspiradora que provoca. Estoy encantado de leer estos magníficos textos, porque y para recrear con su palabra: "No era un sueño, nadie auguraba algo solo alumbraba el resplandor..."
Y como las noticias buenas son para compartirlas, aquí presento al aire estos versos del poeta que descumbren mejor, que cualquier merecido elogio, lo que ya dije:

Tres golpes a la puerta
















Como un tren con destino indescifrable llegaron, traían un cuenco vacío, para el que viene atrás, lo fueron llenando con nuestros días, algunas veces café, otras un aguardiente lleno de distancias, de augurios; llegaron en medio del desamparo y la torpeza, cuando no se esperaba lo mejor que podríamos salvar deshicieron los nudos en medio de la maleza, descalzos para enseñarnos la sabiduría de la tierra, el firme que rompe mar adentro. Sólo tres golpes a la puerta.

A veces


















A veces he querido saciar la sed en las cajas de agua que el poeta vislumbraba al borde del abismo, a veces alguna extranjera me conversa un país lleno de dolor, de continuo los frondosos árboles del pardo le dan otra textura a la tarde, algo así como un lienzo, una premonición en Flandes; pero esas son cenizas hueras, que lector recogerá lejos de la calle monte, lejos del desencuentro y el hallazgo, palabras que después de los leones que flanquean el paseo no develan al mar insomne que tanta muerte tanta vida confiesa.


















II
Se abren las calles como un dolor predestinado, se ha inclinado el hombre una y otra vez, en medio de los desmanes busca un poco de brisa, nada alivia, ni el amor sediento, los astros de la noche no pueden trazar la ruta, se inclina como un velero aventado por la amargura, y crecen sus sueños, camina y camina más, y vuelve sobre la sabana el octosílabo furioso, la existencia que la multitud desconoce.

Primera de Ancestros




















Se confunden las palabras hacia el este, sólo queda mar abierto.


Un refugio de cadáveres cruza entre los barcos y se escuchan nombres antiguos, Nzinga, es decir nuestra última dignidad, y el viento desnuda las palabras, ya no dicen lo mismo que en el lejano litoral, una danza de caminos secretos se abre paso en la inmensidad, una danza que solo encuentra reposo en el sentimiento.
Cada uno de nosotros se asoma a la misma procesión, al ulular traicionero que desnuda nuestros huesos en medio de la travesía, ha sido sedienta la espera mientras el suicidio se cebaba en nuestros jóvenes más bellos, ellos no pudieron ser braceros, no pudieron abrir los ojos sin la luz de la tierra semiárida, sin el ímpetu de la intrincada danza, ellos no pudieron abrazar al hermano como un soplo de esperanza.






















Se confunden, pasaron muchas lunas, mucho mar de insistente ritmo, y nuestros huesos desnudos esperando florecer otra vez en medio de la ceniza y la traición, ya las palabras no fueron lo mismo, otra dignidad aguarda, otro gesto descubre un rostro en medio de las cuatro esquinas, donde el viento bate y ya nadie se atreve.

La indiferencia
























Ya no tuve remedio, en sus ojos estaban los míos, quise saber, aquel rostro, el surco profundo que escamoteaba a la belleza, quise adentrarme en el residuo, en la impedimenta que deja la vida, y solo alcancé el crujir de los sentimientos, el vacío que se impone a toda existencia, la indiferencia de mi sonrisa, que deshace y teje el sentido de todo dolor.

Torcíamos tabaco

























No quería sentarme, el reloj anunciaba regreso, mientras



las sombras armaban otro paisaje entre los frutales y los brazos cansados terrosos, sucios fuertes.



Se adelantó, aún secaba su alivio, los ojos recios no buscaban aprobación, le dijo su nombre a mi padre, después le dijo padre.



quise extender mi mano y la picadura salió de la hoja sin respuesta, torcíamos tabaco.



Dijeron sobre un tráfico, un engaño…, unos estribos dados para la conformidad, sus manos se abrían como el infinito valor de los hombres,



las reses cruzaban los límites, los pasos rodeaban la mesa, yo no existía, hasta que una mano se detuvo en la madera de la silla, se cerraba se abría, en una íntima afirmación, un leve roce, la disculpa cruzó entre nosotros



pidió con que aliviar la sed, nadie más joven para la encomienda



el agua temblaba en mis manos, sus ojos miraban otro destino:



-Dos jinetes en medio de la sabana, los caballos pastando, qué asco…



Los caballos en la sombra que daban los árboles ralos, en eso se detuvo; una memoria que no se sobreponía a la caída del sol, a la conversación.



- como si no nos hubiese sucedido.


Pájaros



















No era un sueño, nadie auguraba algo, solo alumbraba el resplandor a finales de marzo, primavera, anidaron algunos, otros buscaban unos ojos en los que perderse, una salida decían, del invierno trajeron cierta distinción; no pude comprender qué pasaba, decían: una salida, no más; sobre el muro caían las horas, los días, las vidas que en el hastío murmuraban una alabanza, tributos que el mar devuelve; allá a lo lejos, qué silencio, pájaros, abren sus alas, dibujan otro paisaje.


____________________fin_____________




Datos del autor





















Miembro de UNEAC, ha publicado, "Venía diciendo una fábula", 1994, Sed de Belleza, "Alejándose del resto", 2001, Casa editora Abril, ha obtenido los premios Calendario 2000 y, la Beca del Instituto Cubano del Libro Dador. Colabora habitualmente en publicaciones periódicas dentro y fuera del país. Su obra ha sido antologada en varias ocasiones.

viernes, 20 de mayo de 2011

ESCENA NO FILMADA

















Para


Salvador V Guerra, que lee, está vivo:
y eso
lo perdona.


Allá abajo donde la lluvia se cuela
por el tragante
en la esquina
y los restos de la ciudad se atoran
en ese abismo improvisado
algunos ruidos contra el choque del agua
imponen su recordatorio: un destino
todo puede precipitarse hasta en el parto;
y la ecuanimidad de mirarlo
no significa que no pasemos mojados
de un aguacero a otro
de un bandazo
donde el tiempo nos arrincona.











Allá abajo




hay otro más abajo
que nunca vemos
al menos por presente.
Y si fuera que otro mundo
desde arriba nos consuela
y si el consuelo pesado en su engaño
rueda cuesta abajo
sin cálculo ni exactitud
del abismo que impone
por otra esquina
los restos
que sin compartir nos sobran
ante el umbral
la vida y la muerte como dos samurai
en el otro filo de una daga:
han de mirarse alguna vez
aunque sin miedo
bajo el manto de fiebre
en una estación
que siempre nos apunta
y donde también se fugan
destinos muy bien sembrados
azares y limosnas.


















Allá,

cuando el cuerpo sopla
su viento a la misericordia
de cabeza
como muslos
en el andén
donde hasta por rutina
los trenes, y los repetidos itinerarios
se cancelan.
Cada batalla en su distancia
-por su acto-
otro desafío que nos traga.






















Esto




desde el alto ventanal
me ha parecido ver
cae o se resbala
-siquiera pesa-
como un huerfano que soporta
sus dos patrias
entre el lomo y la noche:
cuando llueve a cántaros
y un perro cruza y se sacude
y mi rostro le devuelve a su costura
un poco la fidelidad ya concedida.

lunes, 16 de mayo de 2011

CENTAURO BAJO LA LLUVIA













En el post anterior sobre una obra de tema juvenil y universal sobre el amor, el que no pasa de moda, me hizo ver, en una muestra, lo profunda que puede ser la sencillez, si es bien tratada; repensé en esa posibilidad del agobio que producen en estos días tantos temas existenciales, propuestas estéticas de literatura y arte que, si bien se comportan en el estándar de estos tiempos, muchas veces sobredimensionan las particularidades de la comunicación desde el tono grave, el violento, el áspero, y siempre con la prisa de pasar entre tantos coros que buscan su sitio. Lo cierto es que la obra de Mariana Pérez, marcada por esa forma de mirar desde la ternura, tiene -aunque en diferente estilo- un muy buen resultado a la hora de entender su escritura. En un grupo de textos que hace poco me hizo llegar, además de lirismo y belleza, recordé a Mariana como si fuera la eterna joven que con muchisima franqueza aborda su mundo, abierto a la sensibilidad como una rosa en un jardín, digamos, silvestre y a la vez muy bien encajada en el paisaje de ese espacio de tierra y polen, que, llevado a su estética como poeta, es un panorama que nos advierte un paso que también es el de la certeza de construir con mucho deseo y marcada por la sencillez, pero el paso de una mujer que vive coherentemente con lo que es y por lo que respira, en el verso como luz y en la sombra como resplandor. Sin necesidad de ser estridente, ella domina casi tejedora en el tiempo, su tiempo, sin que sobre o abunde la hojarasca; y sin perderse en el ego de quien pretende descubrirnos todo como si fuera una maga, ella hace, con fina y apasionada combinación, que sus manos y su mente nos dispongan a leer cómo se escucha el sonido del tiempo que atraviesa las hendijas de una casa cercana a sus pies, sembrada igual a una patria como Santa Clara, donde:










una vez
la visitaron los eclipses,
y sienten los «pilongos»
cómo el Astro les niega
el agua bautismal de los inicios.

y transcurre con fluides en medio de esa sinceridad con la que sabe encantar.























Pobre olvido que aplaca las verdades.
Pobre mujer -dirán- añoró sus pisadas,
anteojos del tiempo y del vivir.
Pobre mujer sin bendición
agotada en ese pájaro fatal
sobre un día sin bordes.

aunque su nostalgia es como una foto en blanco y negro de lo que vive también la exactitud con la que propone al lector su discurso, como una pedrada:










Ahora, pidamos a la noche: que el tiempo
no devaste la luz con calzas herrumbrosas;
que silencien los timbres;
que la brújula siga la marcha más confiable;
y, sobre todo,
-así le sangre el tórax
para siempre-
que nunca nos devuelva las pedradas.

La invitación a los versos de Mariana, la mujer que atraviesa el tiempo como una de esas fotos que hacen historia y para ser preciso, indagar más sobre lo que custiona y alumbra según sus palabras pesan:

El centauro en peligro de inocencia
pintaba su paloma en los burdeles,
deshacía la suma en las paredes,
sin apagar del tiempo la crudeza.

_________________________fin________________Juan C Recio.

























U
na paloma sólida y con arma, mestiza,
planeadora en la nube quebrada por el tiempo,
repleta de mensajes -como si fuera un ciento-
quiso elevarse -única- de su paciencia herida.
La paloma-centauro, asediada por tierra, iba
semejante a la novia desnuda ante un alud:
sudorosa, menguada, sin velo, y a trasluz.
Y su afán mensajero repartía en las cosas
esa lluvia que, firme, puso en mayo y sus gotas
una paloma armada sobre un jamelgo azul.
Bajo la lluvia escurrida
con arco fino de plata,
era una paloma incauta
como la tierra; imprecisa
paloma, sin paz, proscrita,
la del vuelo simple, amargo.
Y débil, añoso, abstracto,
mudo animal de su gruta
que lleva el miedo a la grupa,
y sin luz, era el centauro.
El centauro en peligro de inocencia
pintaba su paloma en los burdeles,
deshacía la suma en las paredes,
sin apagar del tiempo la crudeza.
Mayo lo repartía entre banderas
como un aliento rígido (en los cruces,
el cuerpo del centauro se descubre)
y en hombre -su mitad- él se deshizo
para beber, con rabia, todo el vino
que no encontró en dos cauces de agua dulce.
El animal -sin lluvia y sin paloma,
beodo y disoluto, frente a mayo-
iba sin rumbo fijo (en el fracaso,
al centro de la marcha, se acongoja).
Pero el tiempo, que un parto no abandona,
derramó en su cabeza los prodigios
de colores más puros, y el oficio
de hablar al corazón que se desangra:
y el centauro aprendió, con la palabra,
el modo de saciar su sed de siglos.

3-5 marzo, 2009
(Finalista en el Concurso
de Glosas «Jesús Orta Ruiz»)


MARCAS EN EL CAMINO (OSCUROS EPITAFIOS)



Si pregunta por mí, di que me he muerto
Y que me pudro bajo las hormigas.
Emilio Ballagas




«Yo marcaba el camino con granos de maíz
y un pájaro fatal iba picando
justo detrás de mis talones».
-Epitafio tan cruel pudiera rescatarme
de otras burlas.
¿Quién dice que me pudro bajo cientos de hormigas?
La Muerte subraya nombres falsos,
atavismos y tedio
al fin de un almanaque inaccesible.
«Yo quería sentir en mis pisadas
la amplitud de la marcha y del retorno:
las aves picotearon en silencio
aquel rumbo de azotes amarillos».
-Otro epitafio incongruente
y, acaso, no me explique todavía.
Pobre olvido que aplaca las verdades.
Pobre mujer -dirán- añoró sus pisadas,
anteojos del tiempo y del vivir.
Pobre mujer sin bendición
agotada en ese pájaro fatal
sobre un día sin bordes.
«No preguntes por mí:
la escena finaliza puntualmente.
Imposible regreso:
ya las aves trascienden mis dominios».

Enero 2009 - Abril 2011

MORAIMA Y LUCÍA PIDEN PERDÓN
A LA CONCIENCIA

























A los bohemios de Santa Clara,
alucinados por el Feeling


Ella pide perdón a su conciencia
-es sábado tal vez-
y hay eclipse de sol sobre La Habana.
Con esa voz flaquean las alturas
y al eclipse nada le importa.
Ella
como la muerte
confundirá licor y vértigo
mientras la lengua se escabulle
por una desgarradura de la queja.
Ella pide perdón
y el eclipse desborda su infinito,
como si en ese cuerpo tan pequeño
la pasión decantara sinsabores.
Todavía sus alas no cayeron
ni el mar se contorsiona
en juego venenoso.
El brazo en alto atropella las horas.
La mano golpea la frente.
Grita que su conciencia la perdone
y no sabe por cuál paralelismo
otra mujer
proyecta rencorosa los zapatos
porque también le pide perdón a la conciencia
con el mismo alarido,
casi en un cautiverio.
Ella y su voz transmigran
al reencuentro de un tiempo
donde jamás valieron las razones.
A Santa Clara una vez
la visitaron los eclipses,
y sienten los «pilongos»
cómo el Astro les niega
el agua bautismal de los inicios.
Agazapados tras la noche
-confidenciales-
irán llegando los bohemios
para que fluya con alcohol
entre canciones
la vieja penitencia.
Bajo el sol de La Habana,
cuántos sufren,
cuántas conciencias gritan
y palpan del eclipse
aquella súplica brutal.
El espacio y el tiempo
confluyentes
conceden a Moraima su único minuto de perdón:
A medianoche
en Santa Clara
cuando le duelen a Lucía los zapatos.

Febrero 2009.

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Datos de la autora:









Mariana Enriqueta Pérez Pérez. Santa Clara, Villa Clara, Cuba, 15 de julio de 1951. Graduada de Licenciatura en Letras, Especialidad Lengua y Literatura Hispanoamericana y Cubana, por la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, en el año 1983. Diplomada en Cultura Cubana. Ha cursado estudios de postgrado de Narratología y Teoría Literaria, entre otros.
Ingresó en 2007 a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Vicepresidenta de la Filial de Escritores de Villa Clara). Miembro fundadora de la Filial de Villa Clara en la Asociación Cubana de Bibliotecarios (ASCUBI). Miembro del Grupo Ala Décima y del Grupo «Décima al Filo» de Mujeres Decimistas, a los cual representa en Villa Clara.
Entre 2002 y 2006 se desempeñó como investigadora en el Centro Provincial del Libro y la Literatura de Villa Clara. Desde 2006 se encuentra jubilada, pero continúa con la creación literaria, junto a su labor investigativa en torno a la décima.
Ha sido ponente en el Coloquio Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado, de la Jornada Cucalambeana, Las Tunas, en los años 2003, 2005, 2007, y 2009. En 2009 asistió como invitada al XIV Festival Internacional de Poesía de La Habana, y en 2010 atendió a la delegación que visitó a Santa Clara, dentro del XV Festival, y participó en la lectura.
Coordina y conduce dos proyectos promocionales en el Museo de Artes Decorativas de Santa Clara: Revista Cultural «viva» Écfrasis y, desde 2007, la Tertulia «La décima es un árbol», que incluye el sitio web de igual nombre en:




y el Catálogo rimado -impreso y digital- con 42 números hasta la fecha.
Libros publicados: La Nostalgia Domina los Rincones: poesía (Editorial Capiro,1992); Cierta Llama: décimas (Ed. Capiro, 2001); La desnudez oculta: poesía (Ed. Capiro, 2005). Colaboradora del Diccionario de la Música Villaclareña (Ed. Capiro, 2004).
Posee aún varios títulos inéditos, entre ellos los proyectos de libros, auspiciados por la UNEAC, con selección, prólogo y notas suyos: Búscame en el horizonte (Décimas y otros poemas) de Leoncio Yanes, y Hablo de poeta conocido (Valoraciones en torno a la obra y la figura de Carlos Galindo Lena).
Antologías y selecciones poéticas: Mujer Adentro (Editorial Oriente, 2000); antología poética del proyecto Inter-Red 2005 (Buenos Aires, Editorial Nuevo Ser); Antología cósmica de la poesía femenina en Cuba (México, Frente de Afirmación Hispanista, 2007); Antología de la décima tanática cubana, t. 2 (México, Frente de Afirmación Hispanista, 2007); El Salón de los Versos (Santa Clara, UNEAC, 2008); Esta cárcel de aire puro: Panorama de la décima cubana en el siglo XX; I parte (La Habana, Casa Editora Abril, 2010); Navegas Isla de oro: panorama de la décima cubana para niños (La Habana, Editorial Gente Nueva, 2009); Noche cálida en Santa Clara (Santa Clara, Editorial Capiro, 2010); antología on-line dirigida por el poeta salvadoreño André Cruchaga: http://www.artepoetica.net/Mariana_Perez.pdf; Faz de tierra conocida: Antología de la poesía villaclareña (Editorial Letras Cubanas, 2010); Antología Poética (I) Iberoamericana (Editorial Glorieta, Miami-Florida, 2011).
Publicaciones seriadas planas: Huella: Suplemento Cultural del Periódico Vanguardia (1987 y 1989); revista El Cuervo, de Puerto Rico (1993); Revista Umbral Nºs 7, 15, 17; Estudios culturales (Santa Clara, Año 1, Nº 1, 2006); Revista Signos; Cartacuba; Guamo (Nºs 16, 17, 20 y 22); Vanguardia, 13 septiembre 2008; Islas 156, 2009 [en proceso de impresión].
Publicaciones digitales: Hacerse el cuerdo, publicación digital del Comité Provincial de la Uneac en Villa Clara (Nºs 15, 28, 32); publicación digital Librínsula (2005); Belindas, fragmento de novela, en


«Lux Mundi» (cuento):

http://www.margencero.com/libro/libro_form.html

y en El olor de los fulanos, antología digital, Editorial Capiro, 2009; «Maduración» (décima): http://www.poesiabreve.com/

Laangosturadigital: Diario digital de Villa La Angostura y Región de los Lagos, Argentina, en: http://www.langosturadigital.com.ar/

Blog del periodista Luis Machado Ordetx:

http://www.cubanosdekilates.blogia.com/

Blog Cuba Ala Décima (colabora sistemáticamente):

http://www.peglez.blogspot.com/

Foros del periódico Vanguardia:

http://www.vanguardia.co.cu/

blog Guatemala en Décima:

http://guatemala-en-decima.blogspot.com/2008/08/la-pluma-invitada-mariana-prez.html

blog Verbiclara:

http://verbiclara.nireblog.com/

blog Álbum nocturno, del poeta salvadoreño André Cruchaga:

http://albumnocturno.blogspot.com/2008/11/mito-y-complicidad-mariana-prez.html

blog La décima tiene nombre de mujer, de Bárbara Calderón en Chile:

http://contrapuntoenred.blogspot.com/2008/09/desde-cuba-nos-llega-esta-carta.html

blog de la Sociedad Peruana de Poetas:

http://sociedadperuanadepoetas.ning.com/profile/MarianaEnriquetaPerezPerez


Revista literaria Guatiní (Nº 66, 2010).
Premios: Mención en el Premio Anual de Investigaciones, del Centro «Juan Marinello» y Segundo Premio en la Conferencia Provincial de Estudios Culturales 2003 por el trabajo: «La décima es un árbol: el movimiento ascendente de la décima en Villa Clara, a partir de 1959». Concurso de Novela del Taller «Carlos Loveira» (Mención 2002). Premio y Mención en el Concurso de Décima «Limendoux» 2003. Premio «Chanito Isidrón» de Novela en Décimas (2003-Mención y 2004-Premio). Premio Especial «Félix Varona Sicilia» en el III Concurso Nacional Décima al Filo 2007. Primera Mención en el Concurso Poesía de Cordel 2007. Finalista en el Concurso Internacional de Microficción «Garzón Céspedes» 2007. Mención en el IV Concurso Nacional Décima al Filo 2008. Premio Tema Ecológico en el VIII Concurso Nacional Ala Décima 2008. Premio Internacional «Poesía de Amor Varadero» 2009. Premio Poesía de Cordel (décima humorística) 2009. Finalista en el Concurso de Glosas y Pie forzados «Jesús Orta Ruiz» (seleccionada para publicación). Premio (2º) en la Conferencia Provincial de Estudios Culturales 2009. Mención de Honor de Poesía Hiperbreve para Niñas y Niños, España, 2009.
Reconocimientos: Sello «Antonio Bachiller y Morales» de la ASCUBI por su labor de toda la vida; Premio «Manuel García Garófalo», distinción que concede la filial villaclareña de la ASCUBI.

lunes, 9 de mayo de 2011

El amor nunca pasa de moda




















Por Maylan Álvarez






















La contemporaneidad nos abruma. La internet que soñamos, el viajeteo diario, las colas (siempre las colas) para cualquier cosa y los estallidos -en X lugar- de mucha violencia. Y léase violencia en mi acepción cuando de antimúsica luciferinamente alta y a determinadas horas se trata, o del maltrato de la cajera, o, o, (la lista puede variar en dependencia del cubano que lea este artículo).
Pero en medio de todo ello ah, la literatura que salva. (Si pudiera parecer parcializada, remítase a la cantidad de títulos que cada año se venden durante la Feria Internacional del Libro, esa, entre otras razones de peso).
En medio de la literatura que salva el tema más cosmopolitamente abordado: el amor. Por acá o por acullá siempre algún texto nos recuerda que aún existen y persisten los "amantes del amor". Y que no son pocos los lectores y escritores que transitan estos derroteros.
Lidia Meriño (Pinar del Río, 1968) quiere incluirse entre los escogidos. Su más reciente libro, que se prepara por Ediciones Matanzas, da fe de ello. Ciertos nombres de amor… y otros versos desesperados reúne 35 momentos, antecedidos por un "Mensaje al oído" que la escritora dispensa a un público adolescente, necesitado del consejo amatorio, de esas palabras que conquistan para la eternidad al primer amor.
No resulta nada gratis que la autora de Leche con espejuelos ahora proponga una selección que nos remite desde el mismo título a aquellos antológicos poemas de Neruda.
Libros como este no es que no abunden, el término correcto es que escasean en el panorama nacional. (Predominan otros, imprescindibles en nuestro canon literario). No sé si es que estamos amando menos o que ya de estos lances hay mucho escrito o que a los autores les interesan otros argumentos "más terrenales" o que se le tiene miedo a caer en lugares comunes con esto del "te amo y tú me amas".

















Lidia Meriño en la presentación de El libro de todas las lunas.
La Meriño sale bien parada con estas propuestas de amor. Quien le conoce sabe que su entorno familiar amerita textos así. Por eso escribe de lo que vive y repito: le va bien.
Ojalá que al público a quien se destinan estas páginas, chicos y chicas de la era reguetonianana en su gran mayoría, se quiten un rato los audífonos, salgan delante de la PC, dejen de hablar de Dolce & Gabanna por un momentico y aprueben este intento de volar en pos del amor, de los increíbles rejuegos de la palabra hermoseada para "apresar al contrario".
De los poemas y pequeñas viñetas de estos Ciertos nombres… no comentaré. Que otros juzguen y apologeen cuando la publicación y presentaciones del libro se materialicen. Mis palabras solo son un intento para provocar (eso pretendo). Para que la gente sepa que mientras se escriban libros así y sobre todo, se publiquen de la manera cuidadosa con que el colectivo de Ediciones Matanzas ha concebido este proyecto, nada, que hay todavía esperanzas de que el amor, tan vital para algunos, nunca pase de moda.

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Mensaje al oído:



Muchacha, mi muchacha, no quería tu nombre para tallarlo en los árboles, encerrado en un corazón sangrante, desperdiciando su resina olorosa en un suspiro de dolor porque tu nombre es la resina misma y el árbol dejaría de ser ese surtidor de vítores y canción en las mejores horas del día.
No quería tu nombre para herir los pupitres de este curso porque en el próximo podría aparecer otra muchacha con el mismo nombre, pero ya no serías tú, sino vocales y consonantes vacías de significado.
No lo quería para dejar mensajes en los muros que podrían ser derrumbados mañana o pintados alguna vez porque el mensaje es el nombre mismo.
Sólo quería, quiero mas bien, regalártelo en un golpe de viento o en susurro cuando pasas a mi lado y vuelves la mirada sin encontrarme.
Desecharás el llamado como quien escuchó mal o cree que es cosa de tontos o tímidos, sin importancia.

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Datos de la autora:
















La autora


lee sus poemas a los niños. Foto cortesía Lidia Meriño.


Lidia Meriño (Pinar del Río, 1968). Licenciada en Español-Literatura. Miembro de la Uneac. Ha publicado los libros para niños Villa Lomita, (Editorial Cauce, 2002); En el estanque azul, (Editorial Cauce, 2003) y (Grupo Editorial La Hoguera, Bolivia, 2010); Lloviendo (Editorial El Mar y la Montaña, 2005); Cuando el tiempo salió a paseo (Editorial Capiro, 2005) y (Ediciones UNIÓN, 2008); El libro de todas las lunas (Editorial Capiro, 2007); El día de par en par (Ediciones SED DE BELLEZA, 2008), Leche con espejuelos (Editorial Cauce, 2009). Aparece en las antologías: El camarón encantado. La vuelta al cuento infantil cubano en ochenta autores. (Universidad Católica de Pelotas. Brasil, 2007); Otro elefante en otra cuerda floja. Antología de poesía cubana para niños (Ediciones UNIÓN, 2008); Un, dos, tres…te cuento. Selección de autores pinareños (Editorial Cauce, 2009); La mar de cuentos. Cuentos de la mar. Antología de cuentos (Editorial Gente Nueva, 2009); Tiempo de amar. Antología de cuentos de amor, (Ediciones ALDABÓN, 2009) y ¡Mucho más cuento...!, (Ediciones UNIÓN, 2009). Sus poemas “Papalote azul” y “La espuma”, aparecen musicalizados en los discos de la EGREM Raíces y Luceros Vol. II (Cantándole al sol, 1998) y Sonrisa azul Vol. I (Cantándole al sol, 1999), respectivamente.

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martes, 3 de mayo de 2011

LA CASA DE TU VIDA



















El canibalismo de Lorenzo Lunar
(a propósito de La casa de tu vida)

Por Geovannys Manso

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este artículo es cortesía de Edelmis Anoceto,
y aparecerá en el número 33 de la revista
Hacerse el cuerdo de la UNEAC en VC.
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Tal vez no resulte del todo casual, que el propio año del nacimiento de Lorenzo Lunar, 1958, Dulce María Loynaz publicara uno de sus libros más memorables: Últimos días de una casa. Allí, la Loynaz nos advierte: "Y es que el hombre, aunque no lo sepa, / unido está a su casa poco menos / que el molusco a su concha. / No se quiebra esta unión sin que algo muera / en la casa, en el hombre... O en los dos".
Lo cierto es que, parafraseando a Monterroso, cuando la tradición cubana despertó, la casa todavía estaba allí. La casa como espacio mitificado, como escenario y contribución poética, narrativa, como búsqueda, como desencanto, como unión, como puente, como bandera. De esa tradición, no solo cubana, Lorenzo Lunar ha bebido para construir, para modelar La casa de tu vida, una novela de escasas 124 páginas, que obtuvo el Premio Oriente José Soler Puig en el 2009.
¿Qué lugar ocupa La casa de tu vida, en la ya prolífera y exitosa carrera de escritor de Lorenzo Lunar?
Esta es, sencillamente, la novela más ejemplar de Lorenzo Lunar, la más madura, la más humana, la más poética, la más lacerante. Sobre todo eso: la más lacerante.
Lorenzo Lunar construye un texto que se funda en la agonía, en utopías postergadas, en sueños inconclusos, mutilados, que se transfieren de una generación a otra: semejante dolor, solo puede engendrar un texto canibalesco, un texto que se yergue sobre la narrativa cubana más reciente, sin lujurias preconcebidas.
"¿Tú crees que nos den la casa?" "¿Tú crees que ahora que tienes este cargo tengamos más posibilidades de que nos den una casa nueva?"
Estas dos preguntas, que son, a fin de cuentas, la misma pregunta, constituyen el núcleo argumental de La casa de tu vida. Preguntas que nos sumergen en lo más álgido de esas vidas arrastradas a convivir forjándose una esperanza irremplazable. Una esperanza que solo es eso: esperanza, utopía, sueño que se diluye en el tiempo.
Con recursos muy plausibles, asistimos a un ejercicio de sosegada escritura. Lorenzo Lunar apela a breves, brevísimas oraciones, frases, palabras claves, preguntas, recuerdos y anhelos que reaparecen una y otra vez, otorgándole a estas páginas cierta categoría letánica, tornando con ello más verosímiles sus personajes. Asistimos a una aceleración temporal, para luego transitar una línea recta signada por el desasosiego, por la abulia, por los enfrentamientos que suscita el derrumbamiento de toda ilusión.
Quizás este sea el centro luminoso de La casa de tu vida: el derrumbe de la ilusión, el desmoronamiento de los espacios utópicos. Utopía y desencanto, dos categorías esenciales para comprender el devenir de múltiples tradiciones, según nos recuerda Claudio Magris: "La historia literaria occidental de los últimos dos siglos es una historia de utopía y desencanto, de su inseparable simbiosis".
Y temo, que al contraponer estos dos extremos que constantemente pugnan por retomar el curso de la novela, Lorenzo alcanza un sobrio equilibrio que nos seduce por su sustrato poético, y allí también coincide con las tesis de Magris: "Tal vez no pueda existir un verdadero desencanto filosófico, sino sólo poético, porque solamente la poesía es capaz de representar las contradicciones sin resolverlas conceptualmente, sino componiéndolas en una unidad superior, elusiva y musical".
Lorenzo, retomando tonos anteriores, adhiriéndose a fórmulas muy eficaces que le han bastado para crear otros textos no menos trascendentes en sus ámbitos, pudo acceder a narrar esta historia amparándose en la parodia, en el humor, en el sarcasmo; o bien, concebir personajes y espaciosarquetípicos que dialoguen más directamente con un lector global; sin embargo, La casa de tu vida, se torna un alarde de introspección, de entrampamiento de la conciencia, de personajes modelados con finos trazos que los convierten en seres irremplazables, en caracteres no absueltos por la historia. La historia no los absuelve: los ata, los reduce, los disloca, los desequilibra, pero no los vence. No puede vencerlos, porque obedecen a otros órdenes, a otros signos, a otras aguas, a otros amaneceres.
En uno de los momentos más amargos, más desolados de esta novela, Mariana, la esposa de nuestro "héroe", le confiesa: "Yo sé que es un sueño, viejo (...) Lo que pasa es que no quiero perder la ilusión".
Y esta inmensa verdad, dicha así, como si nada, nos penetra el alma como un rafagazo. Allí, en el parlamento de Mariana, Lorenzo concentra la más difícil y sincera de sus intuiciones: "Un escritor necesita edificar la mayor lealtad para sus personajes".
Y Mariana, es leal a su utopía.
Y Leonardo, es leal, como solo pueden ser leales aquellos hombres que rescriben su historia desde la nada.
Y Lorenzo Lunar, es leal, como solo pueden ser leales aquellos escritores que persisten en la escritura, que se aferran a la escritura, hasta confundir la vida, con ese secreto expectante que genera toda novela singularmente provocadora.
Con La casa de tu vida, Lorenzo Lunar sustenta que "la literatura moderna no es un viaje por mar, sino a través del polvo y la desolación..."
Queda acompañarlo en este viaje árido, desolado, polvoriento, hasta lo más recónditode una novela, que no desea ser leída sino como un bolero; uno de esos boleros que nos destrozan el alma...


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