lunes, 28 de junio de 2010

EL CRISTAL

Hay historias que son vistas como en un cristal, cada detalle nos devuelve vida, fragmentos y personajes que puedan acompañarnos. Cuando somos pequeños es más fácil conseguir toda una imaginería de personajes. Ada Isabel Augier Miyares, ha escrito un libro de texto inteligente, con historias breves y con ilustraciones de esas que se hacen a mano en un aula. Es un libro para la enseñanza, pero tiene en esa brevedad de las historias, un mensaje que logra llegar con mucho acierto. Por supuesto que tanto Ada como yo, hemos crecido un poco más de a quienes le hablan los personajes, pero me ha gustado saber que si uno no pierde esa mágica de sueños con la que primero comenzamos a forjar el carácter, y si la lectura te deja pensando en un pasado que “parece que fue ayer” cuando juegos de vaqueros, muñecas y peces encantados, dieron nuestra primera pelea por saber que es un conflicto dentro de una narración y cuál desenlace nos ilusiona, alguno tal vez menos cercano al drama de la realidad, que ya bastante tienen esos duendes con convivir con unos adultos, que aún equilibrados, suelen tener una cara más hinchada que la de uno de los cuentos del libro El Cristal, de esta autora que también escribe poesía y que alguna vez sentaré en el aire. Hoy les dejo con tres historias breves, para que no olvidemos nunca el niño de adentro y porque siempre hay una música parecida a la poesía en esto de imaginar que nunca crecemos.


Juan Carlos Recio, NY, Junio 28 del 2010.


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El granjero

El granjero siempre tenía el mismo sueño, encontraba un grano del tamaño de una manzana...y luego despertaba. Una mañana mientras trabajaba en su granja encontró un grano muy grande, entonces lo sembró. Durante el día y toda la noche cayó lluvia, granizo y gruesos copos de nieve. Por quedarse a mirar lo que crecería el señor quedó gravemente enfermó. Le atacó una gripe que lo dejó en cama por varias lunas. Soñó nuevamente pero esta vez veía una grieta en la tierra, al fondo estaba el grano que mostraba una plantica diminuta. De tanta alegría se levantó y en lugar de la semilla encontró un grueso tronco.


Los amigos

Érase una vez un flamenco y un hipopótamo que compartían el mismo charco. Un día el flamenco le preguntó a su compañero

- ¿Por qué estás tan inflado y tan afligido?-
- Es que camino despacito y no llego a tiempo a la fiesta de las ranas y los sapos!, me inflo de aire pensando en el momento delicioso y así pasan los días.
Tú pudieras ayudarme! – afirmó el hipopótamo
Atamos una cuerda de tus patas a las mías, y así cuando tu corras yo lo haré más rápido.

Así fue como experimentaron, pero cuando el flamenco se echó a correr, el hipopótamo se fue al piso en dos segundos; quedando el doble de inflado y afligido.
El flamenco que quería ayudar a su amigo le habló de su nuevo plan. Llegaría muy elegante a la fiesta de las ranas y anudaría en sus patas al menos diez de ellas, simulando ser medias perfectas.
Para recompensar la astucia de su amigo el hipopótamo tocaba la flauta y las flores del charco le devolvían olores exquisitos.
Cuentan los más viejos hipopótamos que todos en la familia continuaron inflados pero nunca más estuvieron afligidos. Desde entonces muestran su cara noble y satisfecha.

Pía

Una niña que se llamaba Claudia solía sentarse de cuclilla a la orilla del mar. Cuando aclaraba la mañana tomaba su bicicleta color violeta y cogía el camino de la playa…una tecla! una tecla!, teclas hacían una melodía en el fondo del mar.
¡Un piano que perteneció a algún barco viejo o un piano que nadie quería! – pensaba la niña inclinada en la orilla.

Hubo una mañana muy oscura porque había eclipse, Claudia no olvidó su cita con el piano y esta vez quería mirar. Había mucho viento y el cielo estaba cubierto de nubes. Sintió miedo y se marchó a su casa.
A la mañana siguiente se levantó antes, era el día esperado. Apareció el sol iluminando el fondo del mar. De repente todo era verde, todo naranja y azul. Buscó por mucho rato pero no halló nada. Cuando se sentía ya muy cansada salió de una cueva de corales un pececito pequeñísimo…una tecla!, una tecla! – se escuchaba. Aquí esta mi piano! - pensó la niña.
Desde aquel día le llamó ¨Pía¨. El pez ¨Pía¨ nunca se hizo mayor pero cantaba a su amiga escuchándose una tecla...una tecla.....una tecla.

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Ada Isabel Augier Miyares, 06 de abril de 1973. Cubana, Residencia Definitiva en Chile.Licenciatura en Psicología (en proceso).UNIACC. Santiago, Chile.Licenciada en Educación, Especializada en Defectología.
Facultad de Defectología, Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona (ISPEJV).
La Habana, Cuba.
Este es su primer libro El Cristal, editado en Chile. Su obra poética es inédita.

jueves, 24 de junio de 2010

DEL COFRE ESPIRITUAL DE René Batista (I)

Como mi amigo René Batista, quien hace poco sin previo aviso nos abandonó, no sin antes dejarnos en mi caso muchas lecciones para trabajar en serio por la literatura y todo lo que uno entienda rescatable de su identidad cultural, estoy sentado en el aire sin descanso; y porque nos dejó una obra de recopilación muy extensa, que viene a ser ahora la caja de su cuerpo, una especie de cofre espiritual de donde ir sacando verdaderas joyas, y porque el mejor homenaje es como dice en la dedicatoria de su libro de Testimonio éditos e inéditos a su amigo Ricardo Riverón Rojas: “por la eternidad de estos recuerdos”. Por esto y porque no hay silencio que pueda nombrar sus trabajos, imposible en cualquier tiempo que se viva, fuera o dentro de esa tierra donde nací que los mexicanos creo llamarían Matria y que yo prefiero llamarle desde el lugar común, pero con todo y la repetición necesaria, mi Patria Chica. Es ahora y no después que quiero comenzar desde la posible siembra de una semilla fuera de las fronteras de aquella comarca, para ver como crece parecido a esas espigas en un campo de trigo o de arroz con la seguridad que hasta los pájaros vendrán a asomarse a estos escritos.

En la introducción René Batista nos acerca a lo que uno puede encontrar en su libro de testimonios, sobre materiales inéditos o casi inéditos en su totalidad, confiados a él en forma de albacea o a personas cercanas a su entorno cultural, que sabían que él, como todo historiador que aprecie su trabajo, recataría del olvido. En este libro se puede encontrar desde un hermoso poema de Rolando Escardó regalado a Nivia de Paz por el propio autor, y la anécdota del suceso, como el de Clementina Vidal y el soneto de Enrique Serpa. Sobre los poemas mecanografiados por el doctor, Antonio Díaz Abreu y la autocaricatura de José Álvarez Baragaño. También, en este caso por entrega a René para ser publicado en la Editora Hogaño, el original del décimario de Leoncio Yánez, Casimira; que no pudo ser publicado por la desaparición poco después de dichas ediciones. Aparecen además una carta de petición a Nicolás Guillén para un artículo especial para la revista también de nombre Hogaño y el artículo que al mes y un día llegara de regreso a ese pedido. Un artículo de Samuel Feijóo entregado para mecanografiar a René Batista, para ser publicado en la Revista Signos, sobre los talleres literarios, el cuál quedó hasta la aparición en este libro de testimonio, en el olvido total.

Al final de esa introducción reproduzco las palabras de René sobre las particularidades de algunas de esas amistades que él cultivó, y que era como una regla digamos de inteligencia y sobrada fidelidad, por la que tuvo siempre abierta la tapa o entrada para ese cofre.

Juan Carlos Recio
NY/ Junio 24 del 2010.


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Algunos de estos escritores los conocí personalmente, y nos unió una gran amistad. Me refiero a Leoncio Yanes –mi padre espiritual – y a Samuel Feijóo, con quienes conviví cerca de diez años; a Nicolás Guillén, siempre cariñoso y respetuoso conmigo: y quien, al dirigirse a mí, me llamaba <<pariente>> por llevar ambos el mismo apellido (Batista).A Escardó lo conocía por su libro Las ráfagas, publicado un año después de su muerte; a Baragaño por su poemario, Poesía, revolución del ser y algunos artículos publicados en el semanario Lunes de Revolución; a Serpa por sus hermosísimas crónicas Días de trinidad y su novela La trampa.

Los artículos que aquí aparecen dan fe de cómo estos documentos fueron entregados a terceras personas, de cómo después llegaron a mis manos, de la relación de los talleristas con destacadas personalidades de la cultura cubana, de un contexto histórico-literario de a fines del siglo XX, de ricas anécdotas y de nuevos conocimientos acerca de la vida y de la obra de estos autores. Queden estos documentos –guardados en mi papelea durante tantos años – atrapados al fin por la letra impresa, tan digna ella en su carácter de permanencia.


El autor
José Álvarez Baragaño*

Fue a mediados de 1975, cuando el doctor Antonio Díaz Abreu ofreció al taller literario <<José García del Barco>>, de Camajuaní, una conferencia sobre la vida y obra del poeta José Álvarez Baragaño, de quien nos mostró después de la disertación, una autocaricatura y tres poemas inéditos.
Mi encuentro con Baragaño tuvo lugar por los años 1949 o 1950, en una casa de huéspedes que estaba en la calle Reina, creo que en los altos del número 159, casi frete al edificio del desaparecido periódico El País. Yo cursaba por entonces mi primer año de Pedagogía en la Universidad de La Habana. Nuestra amistad comenzó, seguramente, por alguna presentación del dueño de la citada casa de huéspedes, pinareño como él, que le profesaba una honda admiración. Lo cierto es que en poco tiempo nos tomamos un buen afecto, como una amistad que hubiera arrancado desde la infancia.

*Poeta, ensayista y periodista (1932-1962). Obras publicadas: Cambiar la vida (poesía, 1952); El amor original (poesía, 1955); Wilfredo Lam (ensayo, 1958); Poesía, revolución del ser, 1960); Himno a las milicias y sus poemas (poesía, 1961).

Su vida era muy desordenada. Muchas veces Baragaño regresaba de la calle a las dos de la madrugada, me encontraba estudiando la materia que habría de examinar al día siguiente, me preguntaba la hora y, al parecerle temprano, se marchaba nuevamente. Regresaba luego de yo acostarme y permanecía durmiendo hasta pasado el mediodía. ¿Qué hacía después? Leía, leía quizás hasta el anochecer. Era un lector infatigable, de esos que subrayan párrafos y hacen acotaciones. Y también escribía poesías que inmisericordemente condenaba al cesto de los papeles.

Recuerdo que en una oportunidad tomó la máquina de escribir y redactó tres poemas: <<Opio nocturno>>, <<Fausto>> y <<Yo soy un poeta>>. Luego de analizarlos detenidamente, no satisfecho con ellos, los echó al cesto. En ese momento tuve deseos de recogerlos, pero sentí pena y esperé a que saliera de la habitación para hacerlo. Actualmente, estos poemas me son útiles para el estudio de su poética, para seguir críticamente la evolución de sus ideas surrealistas. Este pequeño poema que no tiene título, y que yo me empeño en llamar <<El Viejo gordo>>, se originó así:
En una oportunidad en que él quiso despedirme a mi regreso a Camajuaní, me acompañó hasta la estación de ómnibus que estaba por la calle Zulueta. Durante los minutos de espera nos sentamos en un café que había en el mismo edificio de la estación. Allí observamos asombrados a un parroquiano que consumía un descomunal emparedado y había puesto su tabaco en equilibrio sobre el cuello de una botella de cerveza. Aquello provocó cierta hilaridad en nosotros. Entonces Baragaño tomó papel y lápiz y surgió el poema;

El viejo gordo
distrae una espiroqueta
detenida y sangrante
sobre un tabaco
de color consagrado.
El fémur de una rosa
grita, golpea
en marejada de yodo
mientras el tabaco
sobre el cuello
de la botella
recita un poema de Eliot.

Mientras yo leía el poema, él se hizo una autocaricatura. << ¿Qué te parece?>>, me preguntó. <<Es buena, perfecta, y el poema me gustó mucho>>, le respondí. <<Pues quédate con ambas cosas>>, me dijo, y rió alegremente.

Publicado en el suplemento Huella, no 7, diciembre de 1987, Santa Clara , Cuba.

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OPIO NOCTURNO

Hoy el pez canta más alto, más alto
por el nombre tuyo destrenzándose en el agua
con la paz de las ínsulas coronadas como armiño
y el último grito sonando entre los ángeles.
Ángeles de huesos blandos como el cadáver de un niño
o la mirada blanda de los ancianos agonizantes.
Quedaron las imágenes restituidas al viento
por el grito que sonaba más cerca de los ángeles.
Qué voces levantan, qué vientos desatan
para que gocen tus pupilas extrañas
la fea pesadumbre del viento azucarado.

Para que el ciervo no nombre ya tu nombre
yo tiendo mis espuelas en el aire de noviembre,
salto, salto desnudo de alambradas
hasta el último ventanal de tu muerte redonda.
Las horas van cayendo, cayendo
como caen los puentes, las torres, los templos,
fantasma del payaso ojeroso
que levanta sus dedos de uñas musicales
como un gesto de duda hasta el pecho del alga.
Tú eres el anciano de cabellos como carbón rosado
y la música sonora, extraña, hechizada
por serpientes resbalosas como un nervio de angustia
lanzado hacia el tambor del pecho muerto.
Si los ojos de Toslstoi levantaran manadas
de conejos, canguros, y serpientes levemente ruidosas
qué cerca sentiría tus manos
hacia aquí, hacia el pecho, la música, la ojera.

Ya nuestros pájaros amarrados al sol
tiemblan equilibrio de flores contraídas
comiendo con los muertos la más cruda amapola
nacida junto al óxido de montes imantados.
Por qué, por qué gritan las rosas,
los montes,
las guitarras.
Por qué,
si ya la más extraña rosa vulnera sus sentidos
y una mancha de sangre ennegrecida
detrás de los cristales,
mientras mis manos arponean tu sexo,
extraños pájaros crecen bajo el alma,
fugitiva paloma no tiende a comprender
como se embisten los rostros de las rosas,
si tú tuvieras los mismos temblores en la mano
que tienen mis labios cuando flechan ciruelas
cantarías la fiebre lenta de la aurora
como en los labios se coagulan vesubios
finos y húmedos como un rostro lampiño.

Si tuvimos un techo de amapolas
o la anatomía serena de los toros
tu sangre con la mía
incorporará las luces más tercas del espasmo.

La música ha de sonar
como el sonido de las estrellas quemadas por el canto,
la rosa del naufragio
en quiméricos mástiles gastados,
en intacta caída de metales bajo el viento,
las flechas sudorosas tiemblan, tiemblan.

Por las ramas del agua bajan peces dormidos.


FAUSTO

Fuera, que soy un pedazo de astro
que se ha besado con los escorpiones del viento,
con la orilla podrida y la armadura del vacío.
Tú, Demonio de sales imantadas,
huracán contraído en serpientes sin rosa
tras molares henchidos, tras cráneos de madera
que cantan un vaso de versos volubles al viento
de un Octubre simiesco.
Tú, Demonio de plata:
¿Qué túnel te esconde detrás de mis paredes,
royendo musicales piras cantadas por la esfinge
de un ignoto caramelo cubierto de mentiras.
Qué pasa por el túnel
que tiene tras de mí sus cascos y guaridas
y esos murciélagos de yodo
coronados de pulsos podados por la vida.
Dónde finaliza la lucha
entre la paloma y el pez,
este pez frío que llevo yo en mis hombros
como buscando en mí mismo la frialdad de un sexo
o algún prisma que ayer olvidara
detrás de los manteles.
Dime: ¡Oh, Demonio-lucero, campana y contraseña,
dónde están los doce fuegos
de una fruta sangrando bajo el labio del cielo.

YO SOY UN POETA

Yo soy un poeta:
Mientras el señor Einstein no diga otra cosa,
yo solo seré eso:
un poeta.
Un poeta agudo como la carne de Cristo,
que ve el juego de pelota que surge de las liras
de algunos versificadores de mondongo celeste.
Soy un poeta,
que matemáticamente equivale a decir
un filósofo, un cuentista o un escarabajo.
Téngase en cuenta
que la química total
de una mosca
puede caer dentro de la sopa
del más fino y mejor escritor del planeta,
y yo soy un poeta,
algo así como una espiroqueta escalando
por las narices del café oriental
o la música sinfín de un automóvil
sobre el que Henry Ford columpiara su sexo.

Y así dicen los poetas
pueden ser asesinos
con los cabellos de una margarita
y que lloran de miedo
ante el carrousell mojado
de las prostitutas.

El poeta,
queridos alumnos perdónenme tantas definiciones,
pero es que cuando nos autodefinimos
comprendemos de fondo y superficie
que se mezclan con la deificación del facto
del camarada Hegel,
es un pedazo de caracol
en busca de su anterior
y más universal arquitectura.

El poeta ¿y qué es un poeta?
puede vestirse de margarita
con el solo fin de tocar
el pene de todas las abejas
que no son, por casualidad, femeninas.
Esto, lo que dije,
no es una afirmación,
simple filosofía estoica.

Por ejemplo si supiéramos
los ingredientes que son necesarios
para la creación de un poeta
y el proceso que deben sufrir
estos ingredientes, sin duda
sabríamos como hacer un poeta,
pero nuestra ignorancia al respecto,
a pesar de las investigaciones de Rutthefort,
y las bombas de Hiroshima,
se constituye en armazón
sólida y vertical que nos
imposibilita –y ya surge Descartes
todo conocimiento verdadero
sobre lo que es un poeta.

Bueno, en estos momentos voy a bañarme,
a las siete y media en punto
continuaré disertando sobre el tema,
si antes el camarada Einstein
no da su opinión.
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Con su fiel amigo, en el sillón donde solía sentarse

Por Alexis Castañeda:

Hoy (día 2 de Mayo del 2010) a las 5 de la mañana, falleció René Batista Moreno, uno de los más cercanos y consecuentes colaboradores del sabio cubano Samuel Feijóo, juntos rastrearon buena parte del país acopiando evidencias de la cultura popular, sobre todo la campesina. A René de deben cerca de 30 títulos donde destacan verdaderas joyas representativas de nuestro acervo como Los bueyes del tiempo ocre, Ese palo tiene jutía y la compilación de la décima humorística en Cuba Yo he visto un cangrejo arando, a él se debe también la recién publicada biografía de Feijóo El sensible zarapico y una recopilación de poemas dedicados al Héroe de Yaguajay. René obtuvo en 1971 el premio «Julián del Casals» de la UNEAC con el poemario Componiendo un paisaje, en 1992 el Premio de la Ciudad de Santa Clara con Camilo en el Frente Norte y recientemente resultó ganador de uno de los premios Memoria que otorga el Centro Pablo de la Torriente Brau, ostentaba, además, el Premio Ser Fiel, la Distinción por la Cultura Nacional y había sido aprobada su condición de Artista Emérito de la UNEAC. Con su muerte pierde la cultura cubana a uno de sus más fervientes estudiosos.Otros datos:Publicó además, Las parrandas de Camajuaní; Los poetas de Camajuaní; Juan Ruperto Delgado Limendoux: combates poéticos.


martes, 22 de junio de 2010

Una leyenda llamada Bola de Nieve



Enviado desde Santa Clara, cuba, por Alexis Castañeda Pérez de Alejo:


El Gala Hispanic Theatre, de Washington DC, presenta el estreno mundial de El Bola. Cuba's King of Song, cuyo libreto escribió el dramaturgo cubano Héctor Quintero.
Escrito de, Carlos Espinosa Domínguez, Misisipi viernes 18 de junio de 2010.

Acerca de Bola de Nieve (Guanabacoa, 1911-Ciudad México, 1971), el poeta Nicolás Guillén comentó que no podía ser interpretado por la historia porque había pasado ya a la leyenda. El genial intérprete, compositor y pianista ha abandonado temporalmente ese ámbito legendario para instalarse en otro no menos fabuloso, el escenario. Lo ha hecho a través de El Bola. Cuba's King of Song, un espectáculo que días atrás tuvo su estreno mundial en el Gala Hispanic Theatre, de Washington DC. Allí se mantendrá en cartelera hasta el 27 de junio, y con él la compañía cerrará su temporada número 34.

El libreto de El Bola fue encargado al cubano Héctor Quintero, quien además de ser un magnífico dramaturgo, tiene una larga e ininterrumpida relación con la música. Conviene recordar que durante doce años fue director del desaparecido Teatro Musical de La Habana, y además ha compuesto los temas musicales de muchas de sus obras. Asimismo actualmente dirige el Complejo Cultural Dos Gardenias, de La Habana. No se trata, sin embargo, de la primera colaboración del autor de El premio flaco con el Gala Hispanic Theatre. En temporadas anteriores fueron representadas allí dos de sus obras, Contigo pan y cebolla y El lugar ideal, así como el espectáculo Raíces Cubanas 2, estructurado a partir de escenas de distintos textos teatrales suyos.
Acerca de su más reciente trabajo como dramaturgo, Quintero accedió gentilmente a escribir una breve descripción: "A lo largo de los años, el Gala Hispanic Theatre, de Washington DC, ha llevado a escena varios de mis títulos. En esta oportunidad, su director, el teatrista argentino Hugo Medrano, me solicitó le escribiera un espectáculo que tuviera las características de mis comedias y que girara en torno a la figura de Bola de Nieve. Eso hice y el resultado es una comedia de situaciones en donde aparecen datos biográficos y una buena parte del repertorio musical de ese inolvidable artista cubano que fue Ignacio Villa, más conocido como Bola de Nieve. En el mismo intervienen actores, cantantes, bailarines y músicos".

El elenco de El Bola tiene como cabezas de cartel a Enrique Divine y Marcelino Valdés. El primero es de Venezuela, donde intervino en los montajes de Jesus Christ Superstar y Crónicas desquiciadas, y en Miami, en la popular novela de Telemundo Dame chocolate. Valdés es habanero y pertenece a la familia del famoso Vicentico Valdés. Su labor artística se ha desarrollado en Miami y Nueva York. En la nómina de artistas que intervienen en el espectáculo también figuran Carlos Castillo, Anamer Castrello, Karen Morales, Gino Tassara y Jonas Minino. Hugo Medrano, responsable de la puesta en escena, estudió en la Escuela de Teatro de La Plata y completó su formación con José Luis Alonso, José Tamayo y Miguel Narros. Ha dirigido más de un centenar de obras dramáticas y musicales en Nueva York y Miami, así como en Argentina, Costa Rica, España y El Salvador.
De acuerdo a los comentarios publicados, las opiniones de los críticos sobre El Bola están contrastadas. Haines Egas elogia calurosamente el espectáculo y lo recomienda "a todos los amantes del buen teatro, de la buena música, de la nostalgia y del romance". Y expresa que "Medrano seleccionó un magistral elenco para realizar este montaje que trata sobre los divertidos incidentes entre un director teatral y su esposa, de una extravagante diva transexual y su tía, una santera cubana, durante la producción de una revista musical sobre la vida del Bola. La diva la caracterizó el venezolano Enrique Divine. Su fantástica actuación e interpretación por momento nos hace dudar, ya que sus muy bien logrados y sutiles movimientos femeninos nos hicieron visualizar a una verdadera diva de esta época".

Opiniones contrastadas

Bob Anthony escribió un comentario del cual reproduzco un fragmento en su idioma original: "Gala comes through with a real winner with its El Bola-Cuba's King of Song that would have audience members checking with their travel agents for a trip to the island if our ridiculous State Department would allow. It is a bouncy, romantic, absolutely thrilling musical that carries one to the joie de vivre island in the Caribbean. Playwright Héctor Quintero presents a fine picture of this Cuban musical icon in this musical which closes this season for Gala although they will have summer programs for the youngsters in the Tivoli area (...) This is a highly recommended musical that should be enjoyed by both the Hispanic and non-Hispanic area residents".

Por su parte, Nelson Pressley desde las páginas del Washington Post expresa: "Apparently that was not the whole El Bola story, though, which leads director Hugo Medrano to divide most of the rest of the songs between Mariana --the flamboyant and often funny transgender performer-- and Madrina, an earth mother who brings in the cult religion Santeria. If Cuban writer Hector Quintero's script flatly reports on El Bola's repressed homosexuality, Mariana gives this a lively stage life, and it is Mariana who sings Piaf's "La Vie en Rose" (a number El Bola performed to some acclaim, apparently). Enrique Divine enters as a campy figure in drag, but his conviction and robust falsetto voice, to say nothing of his can-do attitude in a number of eye-catching dresses, makes the performance unexpectedly commanding (...) The scenario is ridiculous, but like El Bola himself, it seems to sense its weakness and smile, charming you into indulgence. It almost works".

Barbara Mackay escribe en The Examiner: "The production, which suffers from an unbalanced script, deserves credit for its sensational singing, its exuberant Latin dancing, and its extraordinary music, provided by four musicians (Sin Miedo) under the direction of Didier Prossaird. Y luego apunta: "Director Hugo Medrano mentions in his director's notes that in this play Quintero was "affectionately making fun of two characters familiar in Havana today --a transsexual and a santera." It's hard to see how that dramaturgical detour away from Villa helps tell the story of the unique musician who claimed to prefer expressing emotion to impressing people.// Perhaps there was just not enough biographical material to write solely of Villa, but the most memorable moments in this show are still Villa's spoken words, his exquisite lyrics and music, and the ironic sense that this self-deprecating genius --who seems always to have been photographed with a big grin-- was most adept at capturing moods of loss, longing and sadness".

Por último, cito este fragmento del comentario escrito por Chris Klimeck: "The closest El Bola comes to stoking curiosity about its subject is when it allows Marcelino Valdes, who evinces a low-key charm as Villa, to perform songs like "Tú me has de querer" accompanied by bits of Villa's stage patter and barely interacting with the other players. His performances exist mostly in a vacuum from the rest of the cast, as though set inside Héctor's mind. In its present form at least, that's probably where El Bola ought to have stayed".
El Bola. Cuba's King of Song se presenta hasta el 27 de junio, en funciones de jueves a domingo, en el Gala Hispanic Theatre, 3333 NW 14th Street, Columbia Heights, Washington DC. Reservaciones: teléfonos 800 494 8497 y 202 234 7174.

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Los orígenes de su apodo se dividen en dos opiniones. Para muchos, lo ideó Rita Montaner en una noche de espectáculo en el habanero Hotel Sevilla en 1930 o 1931, cuando la acompañaba al piano en "El manisero" y "Siboney". Para otros, como el periodista Fernando Campoamor, fue idea de un médico del barrio, Carlos Guerrero. Las historias populares cuentan que a Ignacio le molestaba el apodo, ya en la época en que aún no era famoso, cuando en su barrio esperaba ante el Teatro Carral para sustituir al pianista de la función cuando éste faltaba, o bien para acompañar los filmes mudos que por entonces allí se proyectaban. Los muchachos del barrio, en burla, lo llamaban por los motes de "Bola de Fango" y "Bola de Trapo". No obstante fue realmente Rita Montaner quien hizo popular el apodo, que se vio por primera vez escrito en público en México, cuando la cantante hizo que pusieran en el cartel de presentación: "Rita Montaner y Bola de Nieve".

Al llegar a La Habana tocó junto a Lecuona en el teatro Principal temas compuestos por éste, como "El cabildo de María la O" y "Como arrullo de palmas". Continuó en una gira por la isla y en 1936, como parte del elenco del compositor que lo había lanzado en Cuba, paseó su arte por toda América Latina, Estados Unidos, Europa, Rusia, China, Corea, además de participar en algunas grabaciones con ellos... Compartió escenario con grandes artistas, como la española Conchita Piquer; Teddy Wilson, Art Dayton y Lena Horne en Filadelfia; Ary Barroso y Dorival Caymmi en Brasil; la cubana Esther Borja; la argentina Libertad Lamarque...
La primera ocasión en que cantó exclusivamente composiciones de su autoría fue en la ciudad de Matanzas, donde interpretó temas como "Carlota 'ta morí" y "Mamá Inés", que rendía honor a su propia madre. En 1950 se inició en la cadena de radio cubana CMQ "El gran show de Bola de Nieve", en el que cantaba acompañado por una orquesta e invitaba a artistas nacionales e internacionales de renombre. El triunfo de la Revolución Cubana en 1959 no disminuyó su actividad y nada se le impidió, incluso ofreció conciertos gratuitos. Aun prudente en temas políticos, simpatizó con la revolución y continuó dedicándose a su arte y a expandir la música cubana por el mundo.
En 1965 el restaurante Monseigneur del centro de la capital cubana fue reparado y convertido en el Chez Bola. Este sitio se convirtió en habitual para sus actuaciones y le permitía estar más cerca del público. Bola de Nieve cantaba principalmente en español y cuando era preguntado por su nacionalidad, siempre se definió latinoamericano, aunque también interpretó numerosas canciones en inglés, francés, italiano, catalán y portugués.
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lunes, 21 de junio de 2010

Rostros de una mujer sin máscaras




Como tantas otras mujeres decididas y posibilitadas en hacer trascender el imaginario que expresa la suma de experiencias desde un rico mundo interior, Niurka Rodríguez de la Cruz (Santa Clara, 1968) persiste en mostrarnos, una y otra vez, los rostros de una misma mujer, que bien pudiera ser ella misma, pero que a su vez son todas cuantas han aparecido en esa singular geografía en que sueños y realidades se ubican en un espacio poético en que todo lo referido lo damos como cierto.
La lírica de su esbozo logra el trazado de rostros hermosos y perfectos. Apoyados más que por el dibujo, meticulosamente simple, por una elaborada textura, el uso de los efectos de la luz y los colores que aportan a una composición donde se asumen y juntan fantasías y realidades.
Como si una mujer jugara a disfrazarse ante un espejo y con el constante cambio de accesorios, peinados y posturas del rostro, lideradas por las diferentes miradas de resaltados ojos, lograra convertirse en muchas otras mujeres, Niurka afronta estas imágenes, con gracia y hasta con cierta inocencia, para profundizar y exponer sus ricas vivencias.
No teme usar su rostro —como otras se han atrevido a exponer su cuerpo— como imagen de la formulación de un discurso interno que expone cuanta sorpresa se ocasiona a sí misma, frente a ese espejo al que no llega a revelar bellezas, ni perfecciones propias de su género, sino a mostrar dudas e inseguridades, historias y sueños y toda variante posible de rostros con que las mujeres pueden sentirse inseguras o heroínas, deseadas o rechazadas, víctimas o victimarias.
Desde un acercamiento anecdótico en que los sentimientos son expuestos sin tapujos, secundados por un tratamiento simbólico, estas mujeres indagan, interrogan e interpelan, desde las diferentes realidades que asumen.
Son intemporales, sin una pertenencia a clase social histórica, sin nacionalidad más allá de la posible de adivinar en ese juego que propone la pintora de obligarnos a crearle una historia a cada una de estas féminas, pese a que la tienen y la esconden no por pudor sino porque prefieren ofrecerse al deleite y la reflexión según el presupuesto vivencial de quienes decidan incorporarlas a su referente.
Como mujer que ha asumido la vida desde una cotidianidad diferente, en tanto no sólo se ha complacido en criar a sus dos hijos, mantener un vínculo matrimonial, una colocación que le posibilite una independencia económica, su vida se ha ido acomodando a espacios únicamente visitados por las mujeres más osadas y desprejuiciadas.
Una vida bohemia, hasta donde lo puede sostener una mujer que enfrenta la cotidianidad de una familia, le ha permitido entrar en contacto con otros artistas: pintores y trovadores, poetas y actores. Las fabulaciones de sus personajes testifican esa diversidad y osadía, ese encuentro con miradas diversas que tienen por común la observación desde una hipersensibilidad de un mundo lleno de conflictos.
Desde una particular reflexión ella expone el conflicto de su género con un tiempo irreal, quizás porque abarque toda la existencia de ellas en la tierra. Y desde ese conflicto con el tiempo se adentra a los internos, a los sostenidos con ella misma, a veces apoyada en un fino humor que no falta, sobre todo, en muchas de las poses con que prefiere exponer a estos personajes.
Rostros que parecen mirar justo sobre esa balanza en que realidad y sueños, utopías y nostalgias, describen con acierto las muchas historias que desde la carga poética que sostiene la belleza femenina cuestionan todo cuanto les rodea y sigue siéndoles hostil o atractivo.


Arístides Vega Chapú
Santa Clara, junio 2010

domingo, 20 de junio de 2010

LAS VECES QUE MI PADRE ME SENTABA EN EL AIRE.


A la izquierda mi padre Juan Alejo Recio, a la derecha su primo Marcelo Valdés

Para mi padre Juan Alejo Recio.


Mientras mi Padre araba
el sueño de la tierra
y las garzas del surco
mis primeras novias antes de los quince años
buscaban el alimento
Con sus picos en el fango.

mientras su vara se alzaba
y en la baba de los bueyes
yo mecía historias inventadas
de esas de un niño
que quiere volar.
Cuando todo transcurría
ajeno al nombre de alguna consigna
él, con los ojos puestos en el surco
a veces cantaba unas tonadas
como un Sinsonte fuera de jaula
y recuerdo además
esas venas gruesas
que en sus manos eran ríos
subterráneos tal vez
pero ríos que daban con mi ternura
una voz singular en medio de la intemperie.

Mi padre ha sido
el mejor ángel
que ningún cielo regala
ni dejaría de iluminar
y ninguna gloria desecha;
Hace años cuando por culpa de una res
estuvo preso lejos de las garzas y el surco
yo miraba sus alas cortadas
como un banco roto
en un pueblo lleno de miseria
personas que salían de su fantasma
con él que apenas saludaban
y luego se vestían
con una especie de congoja
de las tribulaciones que tienen los muertos
para cortejar su destino.

Más tarde sus alas volvieron a crecer
y bajo un sombrero
su frente se alzaba
con esa libertad que tienen
las almas austeras
que solo pueden
cortar las cintas
en un carnaval donde los rostros
se pintan como son: sin su nostalgia;
almas que también pueden
llevarnos hasta el centro de la tierra
y podamos ver como nace una semilla
como se libran las márgenes
de todos los ríos ocultos
que la sangre provoca
y su voz venida desde lo profundo
me alzaba por los aires
con ese deseo que él tenía
de que su hijo aprendiera a volar.

Allá lejos
bajo la sombra de su sombrero
como un guajiro que alumbra
mi padre sabe
que pienso en esa libertad
que solo desde aquellos aires
aún me sostiene.
Mi padre es también
uno de esos animales del corazón
que duermen en mi silencio.

Juan Carlos Recio
NY/ Junio 20 del 2010

viernes, 18 de junio de 2010

Queredlas cual las hacéis jóvenes poetisas del siglo XXI

Por muchas razones las antologías casi siempre son incompletas y nos sirven mejor para enterarnos sobre los autores que no conocemos o, sobre los que solo habíamos leído algún verso memorable. Pero Noel Castillo y Maylen Domínguez han hecho una selección en Queredlas cual las hacéis jóvenes poetisas cubanas del siglo XXI, que ilustra unas manos diestras para recortar y que no escape una época un sentido de pertenencia de estas muchachas, advertidas desde el lirismo, hembras que no están atrapadas en una femineidad que se haga respetar solo por ello. En la construcción de esta antología con 21 exponentes el lector queda con la boca abierta como ante una degustación completa de un sentido también de quienes armaron este álbum, con tijeras, bisturí o vaya usted a saber de que copón divino se valieron los antólogadores; pero era temprano al parecer para esos reflejos del corte preciso y yo pretendo que las dos cosas sean juzgadas, los textos que he seleccionado para uds de estas jóvenes poetas y el buen gusto de Noel y Maylen, advertidos nosotros que somos críticos con ojos de quien no vive lo suficiente como para dar otra vuelta de página sino es en el interés genuino que provoca, además las palabras hermosas con las que Noel Castillo nos desnuda desde su pupila insomne: a estas muchachas que nacieron para bien y para decantar sus verdades.

Juan Carlos Recio
NY/ Junio 18 del 2010.
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HOJEANDO UN ÁLBUM DE 1986…

Hagamos a las poetisas, armemos el álbum. Pupila velada sobre la cartulina –blanca, también, como la cuartilla, a llenar para un concurso–, sobre las tijeras o el bisturí, sobre el celofán. Aprovechemos que aún es temprano (y quizás hasta llevemos dalias en las manos). Como pidiera una de las retratadas: vayamos con ojos más feroces. No somos –como lectores que somos– más que timados, y por tanto nos creemos con derecho a hacerlas, adivinar su imagen, esa que nos embauca en la ilación de versos. Coloquemos cuidadosamente las fotos de estas que a partir de ahora entrarán en la adolescencia. Estamos en 1986, estamos y somos en esta fecha porque el tiempo inasible de la poesía todo lo permite…incluso espiarlas en los puntos disímiles de la isla calcinada por el salitre en la que habitarán. ¿De dónde llegan las fotos, de dónde los versos de las poetisas?1 ¿En qué libro figurará el poema que releo mientras unto de pegamento los bordes de cada imagen?

“Yo era joven entonces y andaba con soberbia
por los bordes del agua quebradiza.
Busqué mi rostro en los metales ciegos
en la panza de las cucharas
en los ojos del cordero desvaído…”

Texto entrecomillado. Discurso pudoroso entonces, vergüenza de ser romántico, temor a la efusión sentimental. De dónde vienen los textos de estas veintiuna retratadas, sino de la tradición, de un decantamiento más que sabido. Para que ellas estuvieran y las hiciera nuestra equivocación de lectores, pasaron más de cien años, y hubo una Tula de virtuosismo métrico malhadado, y una Luisa elegíaca; y Juanita Borrero, antes de pintar a los negritos pillos de Cayo Hueso, besó los labios de mármol de una estatua. Si es cierto (yo creo –yo sé– que es cierta) la pendular historia de las influencias poéticas, remendando a Bloom 2, aseguraría que ellas están constantemente reescribiendo sobre el poema-madre, ora lo niegan, ora lo vacían de significado, ora lo completan según su inopinada costumbre…

“…a la luz de los mecheros entreveía
mi rostro en los libros de adivinaciones
el desastre de la página del decapitado
la tijera, la inhóspita cabaña
el peso del astro en mi cabeza
que el Arquero amenazaba…”


De una lucha desgastante vienen los versos de estas muchachas. Desde el intimismo ahistórico de una Loynaz, a través del prosaísmo provinciano de la bibliotecaria María Villar Buceta; después de tamizar el desparramado –e inadvertido bajo la capa erótica– vocabulario anatómico-médico-doméstico de Carilda. Así llegan sus textos, perennes a pesar de los vientos huracanados de tanto cuestionamiento generacional o sexista. Y por eso quizás, sin pretender serlo, es este un dossier que parte de ambos presupuestos. Estamos en 1986 y las muchachas, las adolescentes, las niñas que aún no menstrúan, se retratan. Ahora mismo estamos hojeando el álbum. Ya intuimos de dónde vienen sus fingimientos poéticos, armemos la imagen. Esta de aquí recién cumplió los quince, pero otras cuatro ya se preparan para tamaña y glamorosa fecha. Quizás ya garabatean alguna redondilla en los cuadernos de clase. Aquellas cinco, o seis, o siete –no las he contado –ya usan corpiño…estamos en 1986, todavía las niñas pueden usar corpiño. Esa no, claro, solo tiene cinco años, ni siquiera escribe su nombre, ni siquiera sabe lo que es un verso, ni siquiera imagina lo desangrante que es, y será cuando así lo decida, vivir en la figuración literaria. Qué decir de la última fotografía recién llegada: solo dos años tiene la que figura al centro, sostenida por la madre. Ya aprenderá a lidiar con la palabra.

Veintiuna muchachas. Ninguna nació antes de 1970. Lindes grupales, rasgos pertinentes de los discursos de género: generacional o sexista…todo por lo que no quisiera incursionar antologador alguno en Cuba, hoy, cuando tanta antología de diverso tipo abunda. ¿Por qué no nacidas en fecha anterior al año de los Diez Millones? Porque estamos en 1986. El tiempo sin tiempo de la poesía así lo ha querido, y ninguna debe ser-estar aún escritora. Porque serán poetisas, las haremos poetisas, solo al leerlas entrando el siglo XXI. Para ese entonces ya habrán lidiado en concursos y recitales; tiempo y espacio suficiente para comprender que el poema-madre es el mismo desde Safo y Nosside, y sepan que así lo entendieron-negaron-completaron también Lina de Feria, como el animalito bajo la piedra, aguardando la llegada de una flor fea que la bota del novio –militar sin quererlo– no se atreviera a pisar; Sonia Díaz Corrales, tras pedir al Ábrego no se ensañase con ella y con los locos; incluso Damaris Calderón (quien para la fecha en que el álbum tome cuerpo, tendrá solo 19 años) aterrorizada como todo equilibrista que osa transitar precozmente por el filo de una hoja. ¿Por qué solo poetisas? Porque las poetisas, contrario a lo que ocurre en el balance de los géneros de la naturaleza, son las menos en el entramado de nuestra literatura. Porque serán y se sabrán distintas a mediados de los año 90:

“…Era joven entonces.
Mientras las muchachas se doblaban sobre
la eternidad de los sembrados
yo atravesé los puentes opalinos…”


Queda clara la diferencia que motivó colocar las fotos como escaques de ajedrez. De dicha superposición añosa vienen los versos, pasarán a través de ellas gracias a la inmaterialidad de sus cuerpos, se alinearán en cuartillas desde mediados de los 90 y darán de qué hablar a quines quieran verlas solo como epígonos de los y las autollamadas poetas de la promoción de los 80. Ganarán en capacidad comunicativa a través de la recuperación de la anécdota, del reciclaje del Kistsch, del pastiche. Parecerán frívolas respecto a sus antecesores inmediatos por preterir el componente ético, el choque generacional y familiar, por inquietarse en extremo por la insularidad, la emigración y las lecturas prístinas. Algunas alarmarán en su intento por dosificar la tropologización, afear el andamiaje catedralicio del poema-madre más inmediato, introducir un no sonido, o un excesivo sonido industrial, o volver a un hembrismo tremendista. Otras, totalmente libres –como no pudieron estarlo sucesivas fiestas de cumpleaños que algún álbum convirtiera en instante detenido– y conscientes de que es la suya una promoción sin líderes, retomarán el impudor confesional, o se metamorfosearán, una vez más, entre otras voces del fingimiento para ser monje, un soldado, una diva del cine mudo. Habrá otras sosegadas discursivamente, herméticas metafísicas, neo-coloquiales, post-conversacionales, líricas asépticas. Algunas, enraizadas en su afinidad electiva, llevarán hasta el verso otra margen sobre margen que de por sí implica su condición: el llamado discurso lésbico.
Hojeamos el álbum que se abigarra. Fotos llegadas desde toda la isla: otra particularidad. Están las que han crecido caminando sobre el asfalto metropolitano de La Rampa, o hicieron pipi junto a los últimos vestigios de La Habana amurallada; las que han destrozado sus zapatos domingueros de charol sobre las chinas pelonas trinitarias; las que han atravesado rotundas la calle del Medio en Matanzas, ansiosas por ver funcionar alguna vez el puente giratorio; las que han crecido escuchando increíbles canciones de la trova espirituana, o changuís de las lomas guantanameras; las apresadas por intramuros en Santa Clara, hacen de las aceras aledañas al teatro La Caridad, su malecón; la que nacida en un batey, ha descortezado con los dientes la caña sobre el mismo surco que le propicia el dulzor. Pero nada saben ellas de lo porvenir. Estamos en 1986, y el poema recidivo late sobre las sienes, sobre los dedos embadurnados de argamasa, se entrecruza con las tirillas de cartulinas desechas:

“Después no supe más.
Mi cántaro rodó sobre los calcios negros.
Cerca de la ciudad me encontraron esa noche
masticando canelas, desmadejada y loca" 3

Discurso femenino aun sin haber sido concebido por una mujer. De ahí las comillas en el texto.4 Muestra de lo engorroso de las clasificaciones, entredicho maravilloso para cuestionar esta propia antología. Paralelo para estas lucubraciones la voz del sujeto lírico. Como la lechera, hemos intentado armar un devenir; como su cántaro esta sucesión de los eventos bien podría venirse abajo, hacerse añicos incluso en pleno siglo XXI, cuando la poesía cubana atraviesa una etapa de reacomodos y sobreabundancia. Se produce así la traslación completa: nos queda el ardid para justificar el empeño, hemos hecho a las poetisas a partir de nuestra experiencia vital, nuestras lecturas; las hemos llevado hasta otro tiempo para cimentar el punto de partida, desde ese lapsus, a su vez, hemos traído el texto hasta el hoy que ellas significan. Nada ha de censurársenos entonces, las queremos tal como las hemos hecho, y hojeamos también hoy el álbum, a medida que ellas transitan los caminos de la isla, felices entre los signos, con el alma en un cántaro de leche.


Noel Castillo
junio y 2005.

1 Poetisas, aclaro. Son poetisas, aun cuando ellas mismas no quisieran esa elemental y castiza denominación, y odien el sustantivo que las pretiriera (marcado por discriminaciones y errores de interpretación). Poetisas son, como mismo las actrices son eso y no actoras, y las emperatrices lo fueron desde sus diademas sin aspirar a ser llamadas emperadoras. Las poetas no existen, la palabra no posee contenido en nuestro idioma, y pretender así llamarlas (o llamarse) es otra forma de (auto)marginación.

2 Harold Bloom maneja el término de “poema-padre”. Nada discriminador como puede apreciarse.

3 El poema en cuestión es “La lechera”, de Sigfredo Ariel (Santa Clara, 1962), contenido en el volumen Algunos pocos conocidos, Premio David, 1986; Ediciones Unión, 1987.

4 Se ha respetado el entrecomillado del texto original.

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ESTA ES TU ALTA CASA

Esta es tu alta casa
frente al mar
frente a la vida de otros que corren por tus venas
donde los adolescentes descuidan sus pasos
y se besan en las ruinas
Esta es tu casa alta
cerca de los marineros anclados en tierra
cerca de las ideas que hacen de la playa
un desembarco
cualquiera podrá agitar el uniforme
gritar que quiere paz
y besarse en las ruinas
frente al mar
Esta es tu casa alta
aquí falta una idea
una bandera blanca
un beso.

ENCIMA DEL MALECÓN

Encima del Malecón vive mi padrino
La enorme bahía de La Habana lo protege
sus puertas siempre se abren a mis ojos
Dentro
los animales aguardan mi conducta
otros animales también muestran sus cuentas
El canto aún no ha comenzado
–es tan absurdo el dulce Inglés–
La Habana entera vive la impedancia de las horas
Yo no me oculto
y vivo todo.

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ACARICIABA EL AGUA LOS OJOS
DEL VIAJERO


Qué cálido, muchacha, que estén en ti mis cosas.
Estuve, tú dormías, puse allí mi equipaje.
Hoy separé mis ojos de tu lugar de tablas
húmedas y la arena aquí está todavía.
Tú sales de la cama, muchacha, a medianoche
y te llevas el sueño muelle adentro
túnica que el salitre por las orillas besa.
Porque pasan la noche tus pies dentro del agua
y adormece sin puertas tu cabaña
qué dulce mi equipaje allí contigo
y el olor como a velas
prendido en las camisas que me traes ahora.
Por el vértigo suave de pedirte
(leve roce de alas al borde de mi boca)
de decirte muchacha, camina entre mis cosas,
pon un color al día que tus manos venga,
de tu casa en los muelles
ver, muchacha salobre, cómo tersa tu vientre
la lúbrica distancia de la próxima noche
en que casi sabemos
que no volverás sola a dormir junto al agua.


QUE NO SEA LA LUZ

que entibies el hogar, mas que el hogar no seas;
que seas el aroma, mas no el aire;
que me engarce en la danza tu donaire;
que ansiosa por danzar nunca me veas.

Que el modo en que me ves no sea el modo,
que mis versos no vayan tras tu verso,
que me plazcas mientras me place todo,
que no sea la luz, lo salobre y lo terso.

Que acuda apenas en visitas breves
a este claustro en que el alma me ha nacido
que el mundo exista igual cuando no llueves

que pueda imaginar que ya te has ido
que dejando tu voz junto a mi oído
no me importe qué ocultes, qué mientas, qué te lleves.

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MANUSCRITO HALLADO
BAJO UNA VENTANA DE BOHEMIA


Soy el viejo soñador de la torre del Dux.
Este es el precio de mi vida.
Desde una ventana Bohemia
tormentosas mujeres deslizan sus trajes,
yo las amo, encadenado como un perro,
fiel a sus inquietudes, a sus temblores.
Dejadme al menos vivir del recuerdo.
Se me ha vedado la risa,
la carne en medio de las fiestas,
vislumbro imágenes ateridas bajo mi pluma.
Fui camino vigoroso que se bifurca
y nunca converge.
Hurté, vestí corazones de negro,
fui rey donde el rey fue mi bufón.
Hoy quisiera alumbrar las rutas, sagrados mensajes
olvidados en el mármol
y el sabor de nuevos labios devorando.
No deseo retornar
mas si volviera,
aguardaré por las naves que me regalaron sus vórtices,
mi hambre se niega a morir.
Dejad a este cortesano contemplar sus testículos
su candorosa farsa:
por hacer felices a las mujeres
las cuartas quintas partes del goce
duran para siempre dentro de mí.

Pero estoy solo, crujiente, siento gotas de luz
prestas a doblarse bajo mis ojos.

¡Y tantas hijas del hombre respiran con olor a nueces!

Es llegado el tiempo de soñar o morir soñando
antes os invito a encintar de placer todas las vaginas.
Giacomo Casanova os reta.
Soy el viejo loco que el diablo aún conserva.
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YO, SAFO…

No lo sabes, amigo,
No soy como pensabas.
Safo

No soy la leyenda sino la mujer.
Se me concibe un Phaón
sin conocer el verso escrito
sobre el mar que me sostiene.
Mentira, Léucades.
Jamás me lancé por el tedio de los hombres.
Yo no hice mis silencios.
La cabalgata de estas horas
se dibujó al pie del olimpo.
Una diosa escrutó los abismos
para beber de mi saliva.
Ciertas muchachas me han cubierto
de sábanas la soledad.
La tarde me descubre mujer escribiendo nostalgias,
pero la sangre del hombre que no soy
me baña las manos en cada caricia.
No miento,
quise estar ausente,
perderme en los naufragios de los viejos otoños,
brindar con Baco el vino triste de los dioses.
No les maldigo el olvido.
Venus gemía esclavizándome a su vientre
y mi adolescencia se rompió al fondo de sus templos.
Estas son las hojas que guardé para esconderme.
Porque hoy vuelvo de mujer
a sentarme en las esquinas.
No pretendo defraudar a los fantasmas que poseo.
Pero el absoluto extravío estalla sobre el arpa.
Amigo,
soy una mujer de Lesbos
sonriendo a la leyenda que me esconde.
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VICTIS HONOS



para Derbys Hiram Domínguez.

Somos una escena trazada
con el blanco pincel enfermizo
de esta época.
CH. Bukoski


mi hermano está enfermo de miseria y soledad
yo intento no creerlo
que él no se lo crea
lo veo bordear mi ciudad algunas tardes
perderse entre calles que ni siquiera son las suyas
mi hermano, el que habita en una piel distinta
busca algo que no existe
pretextos para seguir
yo le dicto razones:
la rabia el verde la memoria
describo creíblemente un día mejor
le miento
él mira implorante, sereno
como esos dioses que nos inventamos
para burlar la desesperanza
yo sólo río
lo hago reír a veces

pero mi hermano, el de otros padres,
creció lejos del mar
entre caminos polvorientos
y ajados seres
no durmió en una cama labrada con ángeles
ni tuvo entre sus manos un original de Ponce
en su pueblito agreste
aprendió a mirar la muerte de cerca
como un acto simple
o el nacimiento incesante de los romerillos
él, como yo, no ha visto la nieve
está cansado hasta de la saciedad de no haber visto
la nieve
no llora
tiene raíces amargas
para asirse con más vehemencia al fango
a veces vuela
la consumación de ese milagro lo salva
pero yo temo a sus alas
a su reiterado intento de alcanzar el sol
mi hermano es un niño
que aún cree en la bondad
un viejo transido que habita
en la demencia de las formas

yo juego a mentirle
a mentirme
lo hago reír a veces….
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DE LOS PEQUEÑOS VIAJES

Añoro aquel idioma de los trenes perdidos.
Recostada al paisaje
mi ausencia iba dejando los pueblos neblinosos.
Pude inventarme un mundo
de espaldas al que entonces creía superado:
sería justa la vida
mientras sintiera que ocultar.
Yo apenas sé escribir lo que mi fondo aúlla.
Amaba aquel idioma,
su estela derramada sobre mi vida frágil.
Si hubo nostalgia sería por vanidad
(ese dulzor reservado a quien elige
y se cree a salvo).
Noche provinciana,
solo tenemos en común
la rancia mansedumbre que hoy me hace claudicar.
Yo apenas sé escribir lo que no puedo darme.
Nada me dice ya un andén,
el mundo es lo que toco bajo la noche inmóvil.
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TORPEMENTE MI REFLEJO

Nunca tuve el retrato de un buen hombre
en las paredes
ni la foto virgen cubriéndome la piel
un nombre
una casa doblada con la intención de los árboles
fueron las calles el sitio hermoso
desde el fondo colgaban cuerpos
ellos tiraban de mis piernas
lanzaban aullidos terribles
fui entonces una ciudad desierta
con piedras de sal y marionetas
preferí el eco
danza de mis vestidos largos
a veces ocupó mi cuerpo
encerrada en aquella huérfana cordura
aprendí a construir castillos con la tarde
el nombre se ha doblado
perpetua estancia de las olas
contemplo el agua
es ella mi reflejo
voy a lanzar la última botella
tal vez me lance a mí misma
soy el retrato pegado a la pared
el recuerdo.


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DEMIáN DEMIáN DEMIáN

Si sobrevive al fuego
es piedra y enmudece.
Entonces deja el rastro en la profundidad
(estratos superpuestos y desentrañables)
se hace al sonido de la tierra.

Un hombre a veces canta solo
y ya no viene al caso mina o nube.
Importan la memoria y la respiración.
Importa imaginarse algún volcán
cómo se funden la piedra y el silencio
o cómo se funde la piedra en el silencio
trocando todo lo apagado en una sola sustancia.
La voz de un hombre
difícilmente sea un don
porque la piedra el fuego y la palabra
solo a sí mismos pertenecen
y se han creado eternos
sin pasado o futuro.

Un hombre no se salva del volcán.
Un hombre es el volcán
y así lo sobrevive.
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QUIéN PODRÁ SALVARNOS
DE ESTA DESOLADA ETERNIDAD,
de los levitantes desfiles que imitan las coristas
cuando sus manos aturden los cantos con solemnes
banderas.
Sabio es el tiempo que nos lanza como piedras a
la muerte
para unirnos al apacible juego.
Pero estamos abandonados,
todas nuestras medallas fueron arrojadas al vacío
y la duda.
Hemos sido laberintos ante la verdad
y cercado el patibulario de los idiotas
que cruzan el agua en lento paso para evadir
su hundimiento.
Percibimos que este noviembre estaremos dormidos
escupiendo la tierra,
porque afuera los vivos trazan las cortinas de humo,
lloran a los muertos y cruzan las calles
siguiendo la ruta de la piedra
donde sólo se salva el lamento
de los que no nos escuchan.


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CONVERSACIóN DE CALíGULA CON

CLAUDIO


Ah, mi querido y estúpido Claudio,
por tu bien te digo:
no vuelvas a contraer tu ridícula cabeza.
Aplaude, aplaude, aplaude.
Por qué te asombras
Si designo al mejor de mis caballos para Cónsul.
Gloria para Roma,
que el reino animal
tenga un lugar en el senado.
Los hombres fallan,
mira cómo escupen miedo
solo por haberle sacado los ojos
a un mortal insignificante.
Sabes, Claudio,
pensé divertirme contigo,
hacerte mi juguete predilecto,
pero me causas una duda tremenda,
al igual que estos dioses que callan y duermen
entre columnas.
No me permitas dudar, Claudio, no lo permitas.
Aplaude, aplaude, aplaude.

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NO IMPORTA ESTAR DORMIDA
SOBRE UN TEXTO DE BRETON

Como si fueras a nacer por un instante
te abres al mundo luego de un intransigente golpe
y el cuerpo desde adentro destila el aire
el respiro contenido en el abdomen
para decir lo imposible de la continuación
Exhalas un gemido que más bien semeja a un grito
Sosegado.
vistes hoy con la impaciencia del insomne
que lleva anclada una daga en el pecho

La mujer ternura desaparece
En una metamorfosis de mariposa
sobrevolando el sueño de otras
como Nadja (alabada la demencia)
desgarrando su ánima y hasta sus soledades
que se confunden con lo que antes era azul
melodía conforme a la esperanza de enarbolarse
en cada gesto
de enseñar los senos de una manera diferente
y así salvar la cotidianidad.
Ven a hablar aquí de tus silencios
de los olores que te han quedado para quemar
en un sahumerio por la ciudad
Ya sé que nadie va a creer por un segundo esta
leyenda que es casi una historia
Ahora la verdad es mentira
y la mentira vende a un alto costo
Apenas tienes unos amigos que están hablando
de la insularidad

No importa estar dormida sobre un texto de Breton
si él no puede ser un hombre
ni hacerte el amor
tampoco basta imaginar que serás algún día
aquella parisina que dibujaba una flor de papel
y que dejó descansar su cuerpo en un manicomio
a solas con los días en penumbra

La certidumbre es permanecer en este cuarto
donde la luz no es suficiente
desde aquí nada más se puede ver lo necesario
Alguien pregunta –¿Qué pasa? –
pero estas palabras no alcanzan a contestarle
menos si comienza a oscurecer dentro
de estas paredes
La noche por supuesto no será noche
ni el día
te llamarán extraña
te convencerán de lo que ellos han inventado
y no existe en realidad


SI USTED ME ENCUENTRA EN LA CALLE

no vaya a suponer que vivo en este libro
que regreso aquí todas las madrugadas
con el cuerpo hirviendo
y el pecho continuo de inquietudes
En los ojos la certeza
de quien sobrevive y es terno
La contagiosa alucinación por la ciudad
aunque peor es mi templo
No vaya a figurar que vivo
que me conoce
porque yo solo soy una extraña
que se alimenta de aquellas pasiones insalvables
Yo no existo
la fabulación a veces se confunde con mi imagen.

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BAJO EL CIELO, EN LA TARDE
QUE SE APAGA

Aquí no hay nada,
vuelvo al reflejo de la tarde sobre la moneda,
no hay nada.
Los árboles enormes se han desvanecido,
no hay nada.
Las estatuas se cuartean
y los niños acuden al pedestal
para guardar piedrecitas de mármol,
dedos y manos de la estatua.
No hay nada,
me gusta contemplar la calle
y verte hacer cosas.
Pones una reja para que no crucen los hombres,
para que los animales no la puedan
atravesar.

No pareces real,
tan vivo,
rodeado de tanta soledad,
de ese vacío.

ARCOS SOBRE EL RÍO
Me dan miedo esos arcos de piedra que un día
se derrumbarán,
arcos perfectos y misteriosos,
hechos para ser contemplados desde una barca,
en pleno río.
La profundidad del remolino hace ver las márgenes
de otra manera.
Me han dado miedo los ahogados
que descansan en los cimientos del puente
esperando que mi barca pase.
Siento sus dulces palabras en mis oídos,
veo sus cuerpos traslúcidos.
Abandono esos arcos, vuelvo a la orilla.
Pero no dejo de sentir esas palabras,
no puedo dejar de ver esas manos,
agitadas en señal de despedida,
o de reclamo.

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DIME Tú QUé AMOR YA MUERTO

Dime tú qué amor ya muerto ha tenido luz así:
estamos en una foto
en un balcón
en mitad de un palacio
y detrás se halla el mar, discretamente.
Por supuesto que el mar nos alentaba
el mar mudándolo todo en cosas aún más bellas.
En mitad de la tarde
por no llorar delante de terceros
volví el rostro.
Habíamos vivido juntas cuatro años
y fue la separación
cuando llegaba al vestíbulo de la realidad
–pero solo hasta ahí–.
Detrás se divisaban estancias mejores
mas un viento me cerró las puertas.
Yo seguía parada en el umbral sin querer confesártelo
por no verte llorando frente a extraños.
Te habías mudado a otro país.
Aquí el viento tiraba las puertas y dejaba tus fotos
Pero no dije nada:
Transcurría nuestra semana luego de un año
me reí de tu acento y de tus nuevas frases
juntas nos divertimos como siempre.
Era muy blanco el muelle con blancas farolas
sucediéndose
el terrado las sillas
doquier pusiese los ojos blanco y blanco.
“Molesta el resplandor”, fingí ante los extraños.
Ya la foto estaba hecha,
sin salir de la pantalla la había celebrado
sin salir de la pantalla dolía concretamente
como duelen tus fotos.
Si acaso te hablo mucho
del pesar que me ha causado esta separación
pues no me creas;
Shakespeare cantaba a un ahogado
con perlas en los ojos y coralinos huesos
pues la alquimia del agua trocóle en joya lo muerto.
Asimismo este amor, ya sin aliento,
un don ha recibido de las playas que juntas
contemplamos:
se llama permanencia.
Aquí te la regalo: una foto, una joya,
no le pidamos más
ya que el pasado es nuestro, la semana
y los mares del mundo donde tú no estarás
o no estaré
pero así basta.

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SANTA INéS

Quiero volver los ojos hacia el camino oeste,
regresar donde el río estrecho y turbio
hizo curvas e islotes en mis brazos;
yo veía en su orilla al universo
pasando lentamente entre los juncos,
y un sonido acerado por el aire
en las delgadas flautas de maíz.

Toda tristeza actual es el olvido
del acorde primero.
Y en la infancia madura,
supuse este destierro ante el anuncio
de una forzada migración de garzas.

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éL NO PUEDE COMPRENDER
LO QUE ME AJUSTA

nadie canta para ti: es obvio y lacerante.
son ahora los venablos que puse en equilibrio
aquello que tiende a lastimarte
–instrumentos que el tedio certifica, voces
hostigando tus oídos con total desfachatez–

yo entonaba con mi swing una melodía adolescente
y éramos felices. me tensaba, cierto
pero eran pronunciadas para ti las mentiras
más hermosas.
Tras largas bocanadas de humo infinitivo, mis harapos
–los verdes, la mezclilla, los condones–
rotaban su strip tease en los espejos
y éramos el inicio de cuanto iba a comenzar:
los cielos, los mundos, los arcanos, la verdad
fue pequeña, duradera,
como un versátil resplandor que nos unía
pero hubo de serte alegremente modulada.

nunca olvidaremos el lirismo que nos volvió finitos
cada vez,
nuestra compañía mortal y delicada,
esta paz que nos acosa.


FRASES EXTENSAS PARA ALEJANDRA PIZARNIK

anhelo estos ojos más feroces:
ellos, perciben quietos
la trayectoria de los dardos.

ellos están quietos y sospechan
la saeta estricta o afectuosa
que aligera hacia mí su trayectoria.

ellos y mi espalda y mis senos y mi voz
estricta o afectuosa
espían descubiertos una sangre conocida:

anhelo estos ojos muy oportunos.

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LA HABITACIÓN QUE DABA AL MAR

Hecha soy porque ascienden
rugidos a mis piernas,
por el centelleo en la fuga de las garzas.

Bajo mi brazo se deslizaba,
pequeño lobo adormecido
en busca de joyas que aún
gotean en la piel.

Llegué tan humilde
que contuve el desafío de su torso.
Afuera insistía el oleaje
contra la débil ventana.

Miré por encima de mi hombro:
Desconocí las líneas de mi cuerpo leve.

Aquel aire expandía el humo en el bosquecillo.
Y al crepitar de una hoja,
bajo el imperio de aquellas alas umbrías,
él amansaba mis caderas.
Y fue la luz, undoso paño que nos veló.

Tras los tules el bebé sonreía
cuando vinieron las olas….

Sobre la sábana, un pez magnifico palpitaba.

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EN EL PATIO DE LUCES MARÍA CANTABA
SUS ROMANZAS


Era el país resbalando por el lomo de un escorpión
y mis manos ardían en pendiente.
María cantó a los salteadores vástagos
a los olmos y las escaramuzas de la leche
en mi cuenco.
Subía a tender ropa con su lengua de lluvia
y diatribas
subía a abrirnos otras puertas.
Yo puse una ventana al aluvión y tuvo voz ocre
de María
en revancha con mis signos oscuros.
Mano exacta para nunca perderme.
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Tomado de la antología Queredlas cual las hacéis jóvenes poetisas cubanas del siglo XXI.
se respetó la ortografía y hice una selección de 17 dentro de las 21. Ediciones Abril, Cuba 2007.
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